Economía

El trabajo productivo como origen de la riqueza

1.- Por qué el trabajo productivo y no cualquier trabajo.

Si el trabajo diera plata, los burros tendrían chequera». Esa frase escrita en una calcomanía la cargaban muchos carritos por puesto hace unos cuantos años, y refleja una ideología de que el trabajo es para los burros
y los tontos, porque los vivos hacen dinero por otras vías, y por lo tanto, todo el que hace dinero es un «vivo», o sea, un pillo.

Por supuesto que con semejante pensamiento el país nunca saldrá adelante, y
no solamente el país, sino que la gran mayoría de los individuos (y que
conste que estamos hablando del comportamiento que debe tener cada persona
frente a la economía y al entorno que lo rodean, y no a las grandes medidas
de política económica dictadas desde las autoridades nacionales)
permanecerá en la pobreza aunque se lleguen a implantar las mejores políticas.

Esto debemos hablarlo con sinceridad (duélale a quien le duela) y dejando
el populismo a un lado, pero por ejemplo, una mujer pobre, sin educación ni
instrucción (la educación se recibe en el hogar y en el entorno vecinal,
mientras que la instrucción se imparte en los colegios), con 8 hijos, cada
uno de un padre diferente, y que además no trabaja ni se preocupa de pensar
en el mañana, que además vive en un rancho instalado en un terreno no
propio e inestable, etc. pues seamos sinceros: esta mujer será pobre élla y sus
hijos aunque haya nacido en Estados Unidos, en Francia, en el Japón, en
China, en Chad o en Venezuela, sin importar el tipo de políticas económicas
(monetarias, cambiarias, fiscales, etc.) que se adopten, aunque sean las
mejores y con los mejores.

Y no hay duda alguna, esta mujer imaginaria de nuestro ejemplo trabaja
mucho, desde la mañana hasta la noche, pero nunca dejará de ser pobre,
aunque se gane la lotería (porque en tres meses la derrocharía).

2.- La jefe que cuando llegaba, arrasaba con todo.

Pasemos a otro caso. Yo tuve una jefe que se ausentaba muchísimo del
trabajo (¡oh!, adivinaron, era en un cargo del gobierno, donde puede haber
tantos relajos). A veces se desaparecía por dos o tres días, pero era
seguro y previsible que cuando llegaba arrasaba con todo: daba órdenes,
corregía, pedía cuentas, preguntaba, regañaba hasta por el modo de
respirar, buscaba detalles, echaba culpas, etc.

Y es que cuando una persona se ausenta de algo que está bajo su responsabilidad, cuando se reincorpora entonces debe demostrarle a los
demás y a sí mismo que todo está bajo su más absoluto dominio, y más que
demostración, es una «sobredemostración» exagerada. Y dentro de esa
exageración se suelen ocupar hasta de detalles insignificantes.

Es el mismo caso de un jefe que no domina lo que hacen sus lejanos
subordinados ni conoce esa materia, y cuando los visita o los inspecciona
se fija en detalles absurdos y busca conversaciones que a algunos de ellos les
da risa o rabia.

Por ejemplo, Hitler inspeccionaba y daba opiniones sobre el diseño y la calidad de los aviones alemanes, y cuando iban perdiendo una batalla entonces él se justificaba alegando razones de tal o cual tipo para proseguir con una lucha absurda que los tenía condenados previamente a la derrota. (Dios ciega a quienes quiere perder).

3.- La vecina que se levantaba temprano.

Y siguiendo en el orden del trabajo, recuerdo que teníamos una vecina que nos despertaba desde las cinco de la madrugada con el ruido de la cocina, y pasaba todo el día en élla, e inclusive tenía allí un pequeño televisor
para no perderse las novelas del mediodía.

Su esposo, por características propias de su trabajo, se iba en la mañana y
regresaba en la noche, y cuando llegaba su mujer le decía: «Te preparé
esto, tal y tal, pero esto otro no te lo hice porque no tuve tiempo».

Así pues reflexionen. Sin lugar a dudas esta señora trabaja, y trabajaba
en exceso, pero su productividad era baja.

4.- Reflexiones.

Estos casos sirven para que reflexione cualquier persona que esté en cargo
gerencial, desde el Presidente o la Presidenta de la República, Ministro o
Ministra, Gobernador o Gobernadora, Alcalde o Alcaldesa, Obispo (no hay
«Obispa»), Presidente o Presidenta de una asociación de vecinos, el dueño o
la dueña de una empresa, hasta la persona sola en el estrato más bajo, como
puede ser un obrero o una obrera, o un o una estudiante (no hay
«estudianta», y si no creen, revisen con un diccionario o con un procesador
de palabras), o un amo o una ama de casa (creo que no estoy equivocado).

De allí que tengamos que poner énfasis en que la riqueza y la prosperidad
de los individuos que conforman el colectivo de una nación no proviene de las
riquezas naturales ni de la bondad del gobierno ni del pillaje, sino del
trabajo creativo y productivo de las personas.

Por eso debemos poner más énfasis en enseñarle a la gente cómo dejar de ser
pobre (aunque no sueñen con la eliminación de la pobreza, pues siempre la
ha habido y la habrá, pero que su proporción disminuya substancialmente), y
también debemos prestarle mucha atención al conocimiento, a la
inteligencia, a la información.

El asunto no es trabajar mucho, sino trabajar bien; y si se trabaja mucho y
bien (cosa que muy pocos pueden hacer), pues mejor.

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