Economía

En defensa de los ricos

(AIPE)- Desde 1899, cuando Thorstein Veblen escribió “La teoría de la clase ociosa” (el título en inglés era ligeramente menos duro, “The Theory of the Leisure Class”), los ricos han estado constantemente bajo ataque. Veblen no tenía nada bueno que decir sobre los ricos, a quienes consideraba rapaces, ostentosos y botaratas. Los políticos y Hollywood han continuado con entusiasmo sus críticas, mostrando a los ricos como delincuentes de cuello blanco, quienes evitan pagar sus impuestos y pronto se deshacen de la primera esposa, cambiándola por algún trofeo con minifalda.

Pero un reciente estudio publicado por Thomas J. Stanley, ex profesor de mercadeo de Georgia State University, muestra que esa despectiva imagen de los norteamericanos ricos es totalmente falsa. Según su nuevo libro, “La mente del millonario” (“The Millionaire Mind”), millones de ricos son ciudadanos modelos:

· Viven por debajo de sus posibilidades y tienen muy poca o ninguna deuda. La mayoría paga mensualmente el saldo de sus tarjetas de crédito y 40% no tiene hipoteca sobre su casa.

· Son prudentes, hacen sus listas antes de salir de compras, le ponen nuevas suelas a sus viejos zapatos y ahorran dinero. Pero no son austeros.

· 97% tienen casa propia; tienden a vivir en buenas casas, situadas en barriadas antiguas; sólo 27% tienen casas especialmente diseñadas para ellos por arquitectos.

· 92% están casados, sólo 2% están actualmente divorciados. Los millonarios tienen una tasa de divorcios de un tercio comparado con las parejas no millonarias. La típica pareja millonaria ha estado casada por 28 años y tiene tres hijos. Casi 50% de las esposas no trabajan fuera de su casa.

· La gran mayoría son millonarios de primera generación. Es decir que no heredaron su fortuna sino que la produjeron como empresarios o ejecutivos.

· Casi todos tienen una buena educación formal: 90% son graduados de universidades y 52% tienen algún postgrado. Sin embargo, pocos se graduaron entre los primeros de su clase, la mayoría fueron estudiantes con “B” en sus calificaciones. Aprendieron dos cosas en la universidad: disciplina y tenacidad.

· La mayoría no vive dedicado a hacer dinero. 93% considera que pasar tiempo con su familia es su actividad favorita, 45% juega golf.

· 52% va a la iglesia al menos una vez al mes; 37% se considera profundamente religioso.

· Comparten cinco fórmulas para el éxito: integridad, disciplina, habilidades sociales, esposas que los apoyan y trabajo duro.

· 64% hace considerables donaciones de caridad, a sus iglesias y a actividades comunitarias.

· Su principal preocupación: los impuestos. Pagan un promedio de 300.000 dólares al año en impuestos federales. El tope 1% de mayores ingresos en Estados Unidos paga 14,7% de todos los impuestos federales.

· Ningún millonario tiene nada bueno que decir sobre el juego, pero 33% ha jugado a la lotería.

Así observamos que los de mayores ingresos en la sociedad no son quienes participan en delitos, abuso infantil, divorcios ni derroche y despilfarro. Pagan mucho en impuestos y contribuyen sustancialmente a solucionar los problemas sociales.

Stanley se hizo famoso con su “bestseller” anterior, “El vecino millonario” (“The Millionaire Next Door”). Sus investigaciones muestran que la mayoría de los millonarios norteamericanos son seres normales y corrientes, sin ínfulas. Viven en casas modestas, manejan autos que no son de último modelo, pero trabajan duro y toman sus propias decisiones sobre sus inversiones. En otras palabras, el vecino puede ser un millonario.

La existencia de una clase millonaria aporta numerosos beneficios:

· Son los primeros en comprar nuevos productos y nuevas tecnologías (computadoras, celulares, etc.) Los fabricantes pueden entonces aumentar la producción y bajar los precios de esas nuevas tecnologías, hasta alcanzar a todo el público. Como lo expresó Andrew Carnegie: “el capitalismo se trata de convertir los lujos en necesidades”. La desigualdad de ingresos es lo que hace eso posible.

· Los ricos ayudan a financiar las universidades, hospitales, museos y bibliotecas.

En lugar de estar atacando a los ricos, tratemos más bien de enriquecer a los pobres.

Profesor de economía y finanzas en Rollins College y columnista de la revista Forbes.

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