En Venezuela ahorrar es perder
Entre las distorsiones más visibles que tiene la economía venezolana, se encuentra que quien vende un automóvil o apartamento no tiene manera de proteger los bolívares del desgaste que provoca la inflación más elevada de América Latina.
Tras el cierre del mercado que permitía comprar dólares a través de las casas de bolsa no hay opciones. Las tasas de interés con que los bancos recompensan a los ahorristas no superan la inflación, de hecho, quien dejó su dinero en las entidades financieras perdió 10% el año pasado.
Los depósitos a plazo en la banca registran un descenso de 57% en los últimos doce meses, en parte, porque las personas prefieren gastarlo antes de perderlo a manos de la inflación, pero también influye que los bancos, obligados a disminuir costos para preservar la rentabilidad, han dejado de promocionarlos.
La semana pasada el ministro de Finanzas, Jorge Giordani, inauguró la solución que ha encontrado el Gobierno para este desajuste: la Bolsa Pública de Valores Bicentenaria.
Por ahora es decepcionante. Lo único que puede comprar el público son papeles comerciales, una especie de bonos que tienen un rendimiento que tampoco compensa la inflación y, en algunos casos, podría ser escasamente superior a la tasa de interés que paga la banca.
Así, los venezolanos tienen preso su dinero en una economía altamente inflacionaria y la única ruta de escape legal son las esperadas y esporádicas emisiones de bonos en divisas que permiten comprar dólares.
¿Bolívar fuerte?