Economía

Estatizaciones: el inicio de un ciclo

Los dueños del poder anuncian nuevamente la estatización de varias empresas del sector privado. Como si se tratara de una alcancía particular, con la cual comprar antojos mañaneros se decreta la compra forzada de las empresas cementeras del país.

Conscientes de que van contra la corriente, los jerarcas del gobierno usan su poder – limitado solo por el precio del barril de petróleo, y no por las instituciones democráticas – para hacerse de formas de control de todo tipo. Para otorgar prebendas y vender privilegios. A sabiendas que no durarán mucho mas haciendo con este país lo que les da la gana, buscan cualquier oportunidad de nutrir su insaciable apetito por controlar todos los espacios posibles, hasta que la cuerda aguante.

El discurso, trillado hasta el hastío, es muy sencillo: Hay que quitarle a la oligarquía los medios de producción para que el estado benefactor haga un uso equitativo de ellos y alcancemos la deseada justicia social. La inconsistencia en este mensaje llega a tal extremo que puede engañar por igual tanto al ignorante como al ingenuo, y hacer cómplice al irresponsable. Lo cierto es que el control sobre un número cada vez mayor de empresas otorga poderes nunca antes vistos a unos recién llegados que a falta de mérito propio usan la adulancia como mecanismo de ascenso personal y profesional.

Sin embargo esta suerte de autarquía disfrazada que se quiere imponer no va a llegar lejos. Más allá de la hipocresía oficial de vender petróleo a un supuesto enemigo, la interrelación de las economías mundiales es un hecho indetenible.

Cada vez son más los gobiernos que se deshacen de sus activos productivos. Cada día es mayor el número de gobernantes que en un acto de contrición deciden privatizar empresas diversas. Cada instante es más elocuente la necesidad de que los estados se concentren en sus funciones básicas. Por mucho que a los nostálgicos del comunismo, esos irresponsables que creyeron que impondrían su torcida verdad sobre las grandes mayorías sigan arando en el mar, el capitalismo de estado es un gran diplocodus presto a entrar en la era glacial y pasar a ocupar los sótanos en los museos.

En pleno siglo XXI vemos como otrora íconos del socialismo europeo como Suecia están privatizando a diestra y siniestra. Vin & Spirits, propietaria de la marca Absolut Vodka, fue privatizada mediante subasta internacional y vendida a la francesa Pernod Ricard. La república de Turquía, el más occidental de los estados islámicos, ha obtenido cerca de 22 millardos de dólares en los últimos años gracias a un agresivo programa de venta de empresas del estado. No muy lejos, al occidente de Venezuela, la petrolera colombiana Ecopetrol listó sus acciones en los mercados de capitales nacionales e internacionales.

Ni qué decir del oriente europeo, antiguo bastión de las fracasadas prácticas soviéticas en busca del supuesto hombre nuevo, una falacia que por su incoherencia logró traspasar el absurdo y convertirse en esperanza de muchos inocentes y cárcel de millones de indefensos. Precisamente allí se ha puesto de manifiesto el proceso más ambicioso de privatizaciones de esta era.

Pero resulta que en Venezuela nada de eso tiene relevancia. Lo que importa aquí es la malcriada insistencia en imponer a fuerza de un dinero que no les pertenece una voluntad divina que privilegia solo a los que se arrastran ante el poder. Ese poder que es capaz de alterar de un solo plumazo estructuras de propiedad claramente funcionales sin que importen las consecuencias. Ese poder que irrespeta obscenamente el derecho de propiedad, principio fundamental de toda sociedad con aspiraciones de verdadero desarrollo.

Al final, cuando la sindéresis se imponga, cuando este mundo bizarro que nos rodea en cada titular de prensa cese, veremos entonces la reversión de muchas de estas anomalías artificialmente creadas por mentes enfermas de poder. Lo que no deberemos pasar por alto es el inmenso daño que se habrá creado. La destrucción de riqueza será incalculable. Solo alguien ajeno a valores tan importantes como el trabajo honesto, el mérito, la responsabilidad y la mejora constante es capaz de lograr semejante hazaña.

No muy lejos veremos que la CANTV será nuevamente noticia porque su privatización será inminente. Los bancos de inversión se instalarán nuevamente en Caracas en busca de mandatos para subastar docenas de empresas quebradas. Se habrá iniciado un nuevo ciclo. La irresponsabilidad de unos pocos, que no debe quedar impune, nos hará retroceder nuevamente 30 años. Mientras, los colombianos, los turcos, los checos, los estonios, los irlandeses, los brasileños y los chilenos y tantos otros países seguirán prosperando y dando a sus habitantes mayores oportunidades de desarrollo y calidad de vida.

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