Incentivos para salir de la pobreza
¿Puede usted imaginar que le premien con dinero porque sus hijos van al colegio con regularidad, cuando aprueban con buenas notas los exámenes, cuando acude usted a controles médicos, a talleres sobre nutrición o higiene? Ése es el tipo de incentivos que el “Programa Oportunidades” aporta a familias mexicanas y desde el próximo mes de septiembre se va a implantar en Nueva York.
Este programa ‘premia’ con dinero en efectivo a familias que cumplen metas específicas en áreas de salud, educación o empleo. También se incentivan a los que emprenden acciones relacionadas con la formación y el empleo, como las que les permiten capacitarse en cursos ofrecidos por el gobierno y que les brindan nuevas oportunidades laborales.
Hay países como México o Brasil que están aportando nuevas ideas para reducir la distancia entre los extremos socioeconómicos de las regiones más empobrecidas. Ahora no es el Sur el que se inspira en el Norte en busca de modelos. En esta ocasión, es el Norte el que va a aplicar nuevas prácticas que ya se desarrollan en aquellos países para mejorar el nivel de vida de los ciudadanos.
Esta idea de incentivar con dinero a los más pobres se inició hace una década en México. El Programa Oportunidades, alcanza actualmente a cinco millones de personas en ese país y se ha exportado a otros como Colombia u Honduras. Las cifras sobre su impacto parecen claras: en México, los niveles de escolarización en la enseñanza secundaria aumentaron en un 7,2%; las enfermedades en menores de dos años disminuyeron un 5% y las calorías ingeridas diariamente por una familia pobre aumentaron un 7%. De hecho, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) lo ha declarado el pasado año como uno de los más efectivos del continente, y el Banco Mundial ha corroborado su éxito.
El abismo que separa a ricos y pobres está creciendo. En Nueva York las cifras de pobreza se han disparado. El número de personas sin techo ha alcanzado este año cifras récord, con 35.000 personas contabilizadas en la absoluta indigencia, y entre ellas 9.000 familias con niños, casi un 20% más que hace dos años. Son 1,5 millones de ciudadanos que viven con menos de 8.000 dólares al año. El 1% más rico cobra casi un 60% más ahora que hace quince años, mientras que el 2% más pobre sólo cobra un 2% más que entonces.
El programa “Oportunities NYC”, que se comenzará en los próximos meses, dará ayudas a 5.000 familias en los cinco condados de la ciudad. Cada familia podría recibir entre 32 y 600 dólares bimensuales. Cerca de 2.500 familias cuyos ingresos estén por debajo de los 14.000 dólares anuales, obtendrán hasta 3.700 si cumplen con objetivos educativos, sanitarios y laborales que pueden contribuir a sacarles de la miseria. Para evaluar los resultados, se realizarán medidas comparativas, utilizando como referente los de otras tantas familias de ingresos similares que no recibirán incentivos. Y después de evaluarse el programa, si funciona bien, se destinarán fondos públicos para su desarrollo.
El alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, que figura en el puesto número 44 de la lista Forbes de los estadounidenses más ricos del país, afirma que «esta sociedad no puede seguir avanzando si la distancia entre ricos y pobres sigue creciendo a este ritmo. No es políticamente viable ni moralmente correcto». Para lanzar el programa Opportunity NYC, el alcalde se apoyará en otros multimillonarios como él, entre ellos George Soros o la familia Rockefeller, que han contribuido a un fondo que ya cuenta con 42 millones de dólares de los 50 que se necesitan.
Para la inaplazable tarea de avanzar hacia sociedades inclusivas es importante tener en cuenta no sólo los apoyos económicos, que sirven como alicientes y funcionan, sino las acciones educativas, esenciales para la integración. En la convivencia son necesarios los límites y normas, conocer derechos y deberes, saber compartir espacios. Son límites que nos liberan.
Periodista
