Economía

Industria, Inclusión y Consenso

Se realizó exitosamente el pasado 2 de julio el tradicional Congreso de Conindustria, en el marco de un entorno en el cual la incertidumbre alimenta la necesidad de alzar la mirada y buscar alternativas a la coyuntura actual. Asistimos desde los terrenos de la cátedra administrativa, sedientos de ideas y visiones sobre el presente y el futuro del país. Innegablemente, se reafirmó en el referido cónclave empresarial que cualquier noción de futuro o porvenir económico y productivo de Venezuela recae y descansa inexorablemente en la salida de la crisis político-institucional, y en lo que en su definición, concreción o agudización puedan influir todos los actores del acontecer nacional, incluidos por supuestos los del golpeado sector industrial.

Expositores gremiales, académicos, intelectuales y multilaterales, coincidieron en dos conceptos a mi modo de ver esenciales y hasta ahora no sopesados suficientemente por las elites del país: la inclusión y el consenso.

Ciertamente, las desventuras de la actual gestión gubernamental y la pretensión crecientemente cínica de auspiciar la intromisión del gobierno cubano en Venezuela, devenida bombona de oxígeno petrolera y financiera para el censurable gobierno cubano, aunado a la lucha por la subsistencia cotidiana en lo económico y laboral, no concuerdan o no aparecen quizá en la agenda de la oposición más enfocada en una salida política y electoral en el más corto plazo, que en el día después. Sin embargo, los planteamientos escuchados en el referido escenario de discusión, ofrecen algún signo de esperanza en torno a la conformación de una agenda de país y de los temas que prioritariamente la integran.

La destrucción de la empresa e industria nacional, asumida como política no declarada del actual gobierno, a través de acciones evidentes o solapadas encuentra sintonía con el ensalzamiento del modelo cooperativo de organización y de la llamada economía popular. No obstante, si bien hay que tomar medidas que atiendan por igual a lo micro que a lo macro, nada se hace al otorgar cuantiosos recursos dadivosamente a pequeños microempresarios o trabajadores, si no se establece una estrategia que permite vincular, conjugar, relacionar, unir, estructurar a las micro, pequeñas y medianas empresas con la gran empresa industrial. La creación de redes empresariales, o de clusters en áreas competitivas, que complementen las debilidades y fortalezas de unas y otras, serían un comienzo para la creación de un entorno estable, seguro y propicio para la inversión. Eso entorno, no obstante, luce hoy cada vez más negativo para la actuación de la empresa privada ante corrientes neopaternalistas del actual gobierno.

El consenso, por otra parte, es vital para la resolución conjunta como sociedad de todos nuestros problemas. Aunque obvia, esta afirmación impone superar los extremismos y arribar a un punto medio en el cual sea posible conversar con el “otro”. La superación de la pobreza va atada a una política económica integral que propicie la inversión, el trabajo y el crecimiento.

Aunque pudiera entenderse como un ejercicio de ingenuidad y estúpido optimismo, no podemos menos que apostar a una salida consensual e inclusiva, y por tanto, democrática y pacífica a la actual situación del país.

La monumental incapacidad y el ya cada vez menos disimulado autoritarismo en los representantes de lo que intenta ser el actual gobierno, se encuentra inexorablemente en la ruta del inevitable encuentro con la paciencia ciudadana.

Toda crisis engendra un momento definitivo, que para bien o para mal, implica un cambio en la correlación de factores que antes la definieron. Nadie hoy duda que ese momento se acerca cada vez más. Y aunque resulte imposible, las actitudes apasionadas, violentas, fanáticas y excluyentes que tanto se ha criticado como consustancial genéticamente al chavismo, no pueden emerger o caracterizar a quienes desde la oposición abogan por un cambio real.

El referéndum revocatorio no es una concesión del oficialismo, o una fórmula mágica que resolverá todos los problemas del país. Es un derecho constitucional y un mecanismo cuya garantía y respeto por parte del gobierno, determinará la naturaleza pacífica o violenta del inicio de la solución de los problemas de la nación. Su obstaculización o negación descarada desde el chavismo, abre las puertas a una violencia cuyo fin o desenlace nadie puede predecir. Más allá de los liderazgos que surjan de aquí al revocatorio, el trabajo, la inclusión y el consenso se erigen como los pilares personales y colectivos que deben sustentar nuestro aporte a la solución de esta crisis.

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