Economía

Informe petrolero: petróleo, poder y política

De acuerdo a acontecimientos históricos tales como : la primera y segunda crisis de Suez (1956 y 1967), la Guerra de los Seis Días (1967), la Crisis de Libia (1969), la Guerra del Yom Kippur o Ramadán (1973), el Embargo Petrolero Arabe (1973), La Guerra Irán-Irák (1980-88) y la Guerra del Golfo de 1991 y al comportamiento que los diferentes actores del mercado petrolero mundial han tenido, podría
establecerse que el petróleo, además de sus naturalezas combustible y transable ha adquirido una de carácter político. Esa naturaleza política que lo ha impregnado, ha permitido su uso en reiteradas ocasiones, por parte de algunos países, específicamente los pertenecientes al mundo árabo-islámico, como un arma o instrumento de poder o coacción para la obtención de determinados objetivos. Son estas acciones las que podrían axiomatizarse en lo que se ha conocido como el uso del petróleo como arma política.

Cabría, pues, tratar de comprender la política, conceptualmente hablando, como el conjunto de actitudes y acciones que un actor (o actores en conjunto) trazan para la obtención de uno o varios fines de acuerdo a sus intereses, necesidades o expectativas. Esta línea o curso de acción debería responder a una estrategia, como camino escogido a seguir para la obtención de metas; acompañado de tácticas que permitan el logro de objetivos, hasta la consecución de las metas establecidas. Ergo, cabría acá interrogarse si la política es sinónimo de unidad, de continuidad o también pudiera considerase tal a la sumatoria de acciones aisladas, individuales o dispersas pero que vayan en un mismo sentido

El concepto de política de Max Weber citado por Hoglys Martínez y Alexis Romero en un ensayo inédito El Carácter Político del Petróleo, (1) no satisface las expectativas. Para Weber, de acuerdo a la cita mencionada, la política “es la dirección o la influencia sobre la dirección de una asociación política”, cuando lo correcto, desde mi punto de vista, es que sea las acciones que asume un ente para seguir una dirección de su conveniencia.

Por otra parte, las valoraciones de García Pelayo (2) acerca de la política se ajustan más a las necesidades conceptuales para enmarcar los acontecimientos que han hecho del petróleo no solamente un bien de naturaleza económica sino también política. Establece que la realidad no está solamente constituida por fenómenos estrictamente políticos sino también por aquellos que son “politizables”, o sea esos que sin tener en sí mismos naturaleza política, pueden adquirir en determinados casos y circunstancias tal significación. Adicionalmente, distingue los “políticamente condicionantes”, es decir, aquellos que pueden tener efectos a veces decisivos sobre la política y los “políticamente condicionados”, que surgen allí donde se deforman los contenidos naturales que lo sustentan para convertirse en políticos o combinarse con ellos.

De acuerdo al marco conceptual elaborado, observamos como el expediente del uso del petróleo como arma política se ajusta al mismo. Que una nación haga uso del recurso petrolero para otros fines diferentes al económico, estando éste implícito o no, tendrá correspondencia con el concepto de política, o sea: actitudes y acciones trazadas para la obtención de uno o varios fines de acuerdo a sus intereses, necesidades o expectativas.

Valdría decir, que el uso del petróleo en función de objetivos diferentes a aquellos de naturaleza económica, es lo que lo convierte en politizable; en palabras de García Pelayo, “políticamente condicionable”. Pero a partir del poder que puede adquirir el actor que recurra a ese curso de acción, puede convertirse también en un recurso “políticamente condicionante”.

Los árabes, poseedores de importantes reservas petroleras, entendieron que el recurso detentado por ellos era importante para el Occidente “petróleo-dependiente” y que aparte del beneficio económico que obtenían de esa dependencia, también podían lograr otros de índole diferente. En tal sentido, asumieron, de acuerdo a sus intereses legítimos, presionar a Occidente politizando el suministro petrolero, condicionándolo. En ese momento, el petróleo se volvió susceptible de ser “políticamente condicionado”. Una vez en tal condición, se pudo tornar “políticamente condicionante” y le confirió a los árabes el reconocimiento de un poder que hasta entonces no habían identificado.

Lo indicado arriba, comporta una conciencia clara sobre su recurso más importante: “el petróleo para exportación y reservas, pero además los mercados”.(3)

“Cantidades a exportar, acciones del mercado, tipos de reservas, son indicadores obvios. Un indicador no tan obvio es la relación entre importadores-exportadores petroleros en cuanto al desarrollo de sus economías domésticas. En otras palabras: importancia de las exportaciones-importaciones de petróleo para el funcionamiento de la economía y la sociedad interesada. Esto mismo, constituye un balance si tomamos en cuenta a ambos, exportadores e importadores. Si la dependencia de un lado es mayor que la del otro, esto introduce un elemento de poder en el sistema” (4)

Así planteado el contexto, resulta pertinente aproximarse a la idea de poder. Dado que el uso del petróleo como arma política abre las posibilidades de la adquisición de cuotas de poder, valdría bien entenderlo conceptualmente. Peter H. Rossi lo define como:

“una relación en que el individuo A afecta el comportamiento del individuo B, porque este último desea evitar las sanciones que emplearía si B no cumpliera sus deseos”(5)

Por su parte Hans Gerth y C. Wright Mills, citando a Max Weber, lo definen como:

“la probabilidad de que uno o varios hombres (actores) realicen su propia voluntad en una acción social aun contra la resistencia de otros”(6)

Como se puede observar, ambos conceptos apuestan a que la conducta de A afectaría a B aun en contra de su voluntad. No obstante, llegan al mismo punto por vías diferentes. Mientras Rossi lo plantea a través de “una relación”, la cual se sobreentiende preestablecida sin que se aclare si es un asunto de probabilidades o de voluntad efectiva, Gerth y Wright lo asumen por el lado de la probabilidad. El primer autor da por sentado la capacidad de uno de alterar al otro sin establecer vías, los segundos lo ponen en el terreno primero de las posibilidades. “Para poder realizar la propia voluntad, es preciso tener una probabilidad”(7)

Aquellos que han recurrido al expediente del uso del petróleo como arma política, aun en casos como el Egipto de Nasser que sin poseer el bien en cantidades importantes pudo lograr alterar o influir(8) el comportamiento de otros actores por otras razones como su liderazgo y ascendente político, vieron en principio la “probabilidad” y luego pasaron a la acción. El paso a la adopción de una conducta sobre la base de la evaluación y la identificación de probabilidades (fundadas o no) derivó en la obtención de poder.

“Puede decirse que la probabilidad es condición necesaria pero no suficiente para la realización de la voluntad. Gran parte de la literatura contemporánea emplea los términos “capacidad” o “potencial” en lugar de la palabra “probabilidad” utilizada por Weber, pero mantiene la distinción entre tal posibilidad y la realización efectiva de la voluntad. Si se define el poder como posibilidad, el hecho de que en una confrontación entre dos fuerzas opuestas el resultado sea la victoria de una sobre la otra, no significa necesariamente que el vencedor sea el único que posea poder; puede ocurrir que ambas fuerzas cuenten con él, pero que las posibilidades de una sean mayores que las de la otra. En cambio, si se considera que el poder consiste en la realización efectiva de la voluntad de una de las partes enfrentadas, el único criterio posible sería la victoria o la derrota final”(9)

Por ejemplo, el desenlace de la Guerra Fría(10) entre Estados Unidos y La ex Unión Soviética, la cual terminó con la “derrota” de esta última, no significó, a la luz de la relatividad del poder dada por la probabilidad, que Rusia no poseyera poder sino que las probabilidades de EE.UU. de influir sobre los soviéticos eran mayores en esa coyuntura.(11)

En el curso de la Guerra Fría como tal, prevaleció la idea del poder basada por un lado en el autoreconocimiento de cada actor y por otro en la percepción. Sobre el primer aspecto Ehrlich establece que “tal vez el mero hecho de poseer una posibilidad o recurso de poder sea suficiente para determinar la acción (o la capacidad) de los otros”.(12) Es en esta conceptualización que podemos encontrar la justificación de las armas nucleares como factor disuasivo y de lo consciente que cada actor estaba de la destrucción mutua. Estas armas eran, en el marco de la Guerra Fría, un recurso sobre el cual cada quién conocía a cabalidad su poder destructivo. De acuerdo a Ehrlich, habríamos de pensar que el hecho de que cada quien conociera el valor de los recursos con los cuales contaba, y teniendo el conocimiento de que el otro tenía recursos similares, conllevó a la no utilización del mismo y al reconocimiento del poder del enemigo.

En lo atinente al poder por la vía de la percepción Arnold Rose dice que:

“el hecho de que la gente reaccione a su percepción del poder de otros constituye una de las razones para emplear las reputaciones de poder como índice de poseer tal condición”(13)

Otro ejemplo dentro del plano conceptual del poder sobre la base de las probabilidades y no solamente sobre la de la realización efectiva de la voluntad, podría representarlo la invasión de Irak a Kuwait (agosto,1990). Saddam Hussein atacó sobre la base de las probabilidades que vio de salir victorioso de la situación. Apreciación que como se percibió, estaban montadas sobre consideraciones infundadas.

En tal orden de ideas Danzger señala:

“El poder debe definirse más bien como la posibilidad de que dispone cualquier actor para alcanzar una meta, tanto si puede realizar con éxito tal posibilidad como si no puede hacerlo”. (14)

Luego continúa diciendo:

“Si se considera que el poder es (también) una capacidad potencial (más que una disposición a lograr un resultado favorable; dicho de otro modo la posesión de los medios requeridos en materia de recursos; que a su vez proporcionan líneas de acción),sirve para determinar que para comprender el poder, es necesario aislar la capacidad potencial de la importancia de la meta” (15)

Para Saddam, el repliegue de los soviéticos a partir del derrumbe del comunismo en 1989 era también significativo de un presunto repliegue estadounidense. Su lectura errónea del nuevo contexto mundial, no le permitió entender que los Estados Unidos, pese a su aguda crisis económica y demás problemas domésticos, no iba a evitar asumir un rol protagónico en el concierto mundial a propósito de la ausencia de oposición real representada solamente por la ex URSS. Pensó que George Bush no estaría dispuesto a correr con los cuantiosos gastos de ser el “policía del mundo”(16). Estas, entre otras tantas consideraciones, llevó a Hussein, de acuerdo a la revisión del poder que hemos hecho a través de sus dos vertientes (la probabilidad y la realización real de la voluntad) a ver posibilidades a lanzarse en la empresa de la invasión de Kuwait.

Visto así, el poder identificado en el Irak de Saddam Hussein responde al concepto de poder weberiano quien lo define a partir de las probabilidades; mientras que acontecimientos como los propiciados por Nasser en 1956 y 1967 al cerrar el canal de Suez al tráfico petrolero para afectar el suministro hacia Occidente, su llamado al condicionamiento del suministro en pro de la Nación Arabe y en defensa de la cuestión palestina, así como la política petrolera del Ba´th iraquí o el embargo petrolero de 1973, dan fe del poder conceptualizado por la vía de la materialización real de la voluntad. Así, Saddam vio la “probabilidad” de convertirse en un líder regional, al aumentar sus posesiones territoriales y petroleras, al ocupar el vacío de poder regional que generaba la ausencia de las superpotencias y saldar de un plumazo parte de su deuda económica a través de la toma de Kuwaitó. Nasser, pos su parte, “materializó su voluntad” de afectar el suministro petrolero hacia Occidente.

Dado este bosquejo conceptual-ejemplificativo del poder, podríamos aventurar una definición propia sin que ésta pretenda ser considerada como acabada. En tales términos, pudiera definirse éste como la capacidad real o la probabilidad que uno o varios actores tienen de influir en el comportamiento de otro u otros aun en contra de su voluntad y hacerlos conducirse de una manera diferente a como los influidos habrían querido comportarse. Esto pasa por la relatividad del poder donde no siempre es un asunto de materialización de la voluntad o éxito en las acciones, sino también de probabilidades de ejercer poder.

Es el caso de nuestro análisis considerar el factor poder como presente en el uso del petróleo como arma política; puede venir dado por :

a) Capacidad real o probabilidad que tiene A sobre B, la cual puede venir dada por la tenencia de un bien o información que el otro necesita en términos vitales (el petróleo, por ejemplo). Priva acá la necesidad de B, como insumo o soporte del poder de A.

b) Por la capacidad real o probabilidad que B identifica en A de ser influenciado por éste dado las habilidades o recursos (bélicos, económicos, políticos, culturales, etc.) que pudieran servir para efecto de sanciones. Prodríamos ejemplificar con la capacidad real bélica de los EE.UU., la cual es identificada por otros actores como un elemento de credibilidad de su poder. O lo que es lo mismo “posesión de los medios requeridos en materia de recursos; que a su vez proporcionan líneas de acción”(17)

Revisadas todas las categorías anteriores, se encuentra que la utilización del petróleo como arma política puede al menos ser enmarcado y dibujado conceptualmente. Permite ser descompuesto en partes (petróleo, política, poder) y ser reconstruido sobre la base de una justificación no solamente de facto (por la vía de los hechos), sino también teórica.

Redondeando las ideas, podemos entender que el petróleo como arma política obedece a la identificación que los árabes hacen de éste como instrumento probable de poder sobre Occidente, posteriormente se determinan con capacidad de materializar su voluntad de condicionar a los consumidores petroleros a través del suministro y finalmente hacen intentos de formular políticas (conductas y acciones coherentes, unidas y continuas) para la consecución de sus objetivos y finalmente adelantan acciones.

Pero las consideraciones anteriores deben ser complementadas con el hecho de entender, que no solamente basta con tener petróleo sino que tienen que tomarse en cuenta dos condiciones técnicas que le confieren la probabilidad de ser un factor de poder: cantidad o reservas y la calidad de las mismas (petróleos livianos, medianos y condensados). El petróleo árabe cumple con ambos requisitos.

Sobre las consideraciones teóricas que rodean la tenencia de petróleo el profesor José Rafael Zanoni señala en su libro El Poder de la OPEP vs. El Poder del Mercado lo siguiente:

a) “[L]a relación entre esa cantidad (reservas) que se posee y la producción, que nos permite determinar teóricamente –en años- la duración de las reservas.

b) El control que podemos ejercer sobre la fijación de los precios del petróleo.

c) Definir con claridad el uso fundamental de esa riqueza, bien, como soporte para la industrialización, o como fuente generadora de divisas para financiar el desarrollo económico”(18)

En términos de las condiciones técnicas de explotación y de las exigencias tradicionales del mercado petrolero mundial -explotadores que buscan petróleo de alto grado para abaratar costos de producción y consumidores demandando igual calidad en el crudo para abaratar costos de procesamiento-, los aproximadamente 800 mil millones de barriles contenidos en el mundo islámico resultan más ventajosos, económicamente hablando, que el supuesto 1.000.000 de millones de barriles existentes en la Faja Petrolífera de Orinoco en Venezuela, dado su condición de extrapesados.(19)

Pero así como era necesario completar las ideas anteriores con una breve explicación acerca de la dos condiciones técnicas que le confieren a quien posee petróleo la probabilidad de poder, al menos dentro de las condiciones exigidas por el mercado actual, de ser un factor de poder se hace necesario completar éstas con otras consideraciones como son: control sobre los recursos, ejemplos de interacción y, finalmente influencias foráneas al mercado petrolero internacional.”(20)

Aun cuando Hanns Maull utiliza esta categoría para explicar básicamente asuntos de carácter técnico como distribución u organización de procesos, técnicas en los mismos, capital y recurso humano capacitado que él llama “ejecutivos”, para efectos de esta investigación podríamos ampliar esta variable sin que este ajuste signifique una negación de lo dicho por Maull, sino más bien una complementación.

El control sobre el recurso petrolero, entonces, podría referirse también, además de tener solvencia en los asuntos técnicos, a la posesión real de bien. Es decir tener el control de las reservas que se saben abundantes y de calidad. Todavía hasta mediados de la década de los setenta algunos de los países árabes no tenían un control cierto sobre sus recursos petroleros. Sin embargo, una considerable cantidad de acontecimientos a lo largo de estos últimos cincuenta años han permitido a éstos adquirir la posesión relativamente real sobre el bien.

Estos eventos han sido en general de carácter reivindicativo y han buscado, con diferentes justificaciones (anticoloniales, anti imperialistas, religiosas y sociales) la liberación del pueblo árabe y musulmán de la dominación occidental y la recuperación de la propiedad real sobre sus recursos, especialmente sobre el petróleo.

La creación de la Liga Arabe (1945), la nacionalización del petróleo iraní por Mossadeq (1951), las dos crisis de Suez generadas por Abdel Gamal Nasser (1956 y 1967), la Ley 80 en Irak durante el periodo del General Qassim(21) (1961), la política petrolera del Ba´th, igualmente en Irak (1963) y la llegada a la presidencia de ese mismo país de Saddam Hussein (1979); la Crisis de Libia generada por el ascenso al poder de Mu´ammar al-Qaddafi (1969), el embargo petrolero árabe de 1973, la Revolución del Ayatolá Jomeini y la caída de Sha Reza Palhevi son pruebas más que fehacientes del largo, tortuoso, y en algunos casos bélico proceso por el cual han debido pasar los países árabes e Irán para llegar a tener control sobre sus reservas petroleras.

También es asunto de consideración cuando se aborda la variable “control del recurso petrolero” como elemento implícito en el petróleo como instrumento de poder, el control relativo que sobre el bien puede tener países como las monarquías petroleras árabes del Golfo Arabe-Pérsico (Arabia Saudí, Kuwait, Emiratos Arabes, etc.). Su relación de dependencia en materia de seguridad con los Estados Unidos las deja con un margen de vulnerabilidad importante, como también lo tienen los estadounidenses con respecto a la dependencia de las reservas y el suministro de éstas.

La amenaza representada para estas monarquías por los países radicales del la zona como Irak, Irán, el Egipto de Nasser, en su momento; o Siria las coloca en una difícil situación en la cual pudieran perder el control (relativo) sobre sus reservas a manos de un bando o de otro. Si no apoyan las causas de liberación árabe o islámica corren el riesgo, como en efecto ha sido, de verse atacadas por sus correligionarios y, si se inclinan muy agudamente hacia éstos, se ven amenazadas (las monarquías) de perder el apoyo defensivo de los Estados Unidos, quedar a merced de sus vecinos radicales y sus elites políticas perder los privilegios que el ingreso petrolero les depara. Ambos casos implicarían la pérdida del control sobre su petróleo y la capacidad discrecional de decidir sobre él. Una pregunta, derivada de esta revisión general de fenómeno, podría ser: ¿quién posee realmente el control (de momento no hablemos de la posesión, la cual es técnicamente árabe) sobre el petróleo de las monarquías árabes, ellas o los EE.UU?

Para naciones como Arabia Saudita, ha sido complejo el mantenimiento de una posición equilibrada en un panorama objetiva y subjetivamente difícil como el Medio Oriente. En tal sentido, el problema tiene matices. Así por ejemplo, el derrocamiento de la monarquía en Irán en 1951 y el intento de Mossadeq de poner el petróleo iraní al servicio de la causa socialista islámica y de la penetración soviética en la región, se vio frustrado por el golpe de Estado que organizó, tras bastidores, los EE.UU. en 1953 y el cual permitió la restitución del Sha en el poder. No obstante, esta misma acción no fue posible en 1979 cuando un nuevo Golpe, en este caso el de Jomeini, vuelve a destronar al Sha.

En lo relativo a la variable “modelos o formas de interacción” como influyente en la distribución del poder en el mercado petrolero internacional, tiene que ver con la manera como se interrelacionan los actores. Relaciones de cooperación o de suma variable entre representantes de un mismo nivel o categoría puede fortalecer su posición en el mercado. La OPEP, podría ser un ejemplo palmario de esto. Pero acciones conflictivas de unos actores hacia otros, como puede ser por la relación entre compañías multinacionales, Libia y la OPEP entre 1969-1971 reflejan relaciones antagónicas, las cuales ponen en evidencia un enfrentamiento de fuerzas (fortalezas) o poder entre actores.

El grado de cooperación o no entre los del mismo gremio y esas mismas situaciones para los de grupos diferentes, pero actores de un mismo medio o ámbito como lo es el mercado petrolero mundial, incide en la definición de la estructura del sistema.

Con respecto a la última variable, las influencias externas, podemos decir que está relacionada con todos aquellos demás factores que sin formar parte del sistema, en términos propiamente dichos, afecta a los actores y su comportamiento e interrelación. Riqueza, además de la petrolera, de los representantes; grupos depresión o ideológicos en sus senos, prestigio internacional, manipulaciones política y económica a través de organismos internacionales, guerras, intereses surgidos de alianzas o coyunturas especiales e incluso desastres naturales son elementos considerables en esta categoría, la cual influye en el poder y su distribución en un mercado tan complejo como el petrolero.

Es conveniente señalar que bajo este esquema del uso del petróleo como instrumento de poder y de influencia política (arma política), se incluyen generalmente acontecimientos que con esta naturaleza han sido generado por las naciones musulmanas. Por otra parte, podría hablarse, como veremos, de una segunda categoría la cual podría ser definida como la naturaleza política del petróleo y donde podríamos incluir eventos accionados por actores diferentes a los islámicos. Esta diferenciación parte de la intención de hacer entender que un uso político del petróleo no siempre puede ser asociado con su utilización como arma política.

De vuelta al punto, puede decirse que el manejo del petróleo con criterios o sobre la base de elementos políticos, es determinado o atiende a la confluencia de intereses de los agentes involucrados en el mercado petrolero mundial (países productores, estados consumidores, empresas transnacionales, etc), por encima de las consideraciones económicas propiamente dichas. Por encima de asumir las leyes tradicionales del mercado, oferta y demanda, como único marco reglamentario de la interrelación.

Sobre esas leyes económicas del mercado, nacidas con la intención de propiciar la competencia, estos actores ofertan y demandan sobre la base de elementos que están fuera de las estipulaciones económicas. No obstante, aun cuando actúan por motivaciones extra-económicas uno de sus fines u objetos es la obtención del mayor lucro material posible. Puede decirse, entonces, que la búsqueda de un mayor beneficio económico en el negocio petrolero pasa por acciones o prácticas las cuales van más allá de la esfera de las consideraciones estrictamente económicas. En tal sentido, es decir en la lucha por la máximización de ganancias a través de la acción política, surgen fenómenos político-económicos como los de la Línea Roja (julio, 1928), el de Achnacarry (septiembre, 1928) y la Organización de Países Exportadores de Petróleo, OPEP (1960) (22). Estos acuerdos y sus fines corroboran la tesis de que un uso político del petróleo no siempre puede ser asociado con su utilización como arma política.

A propósito de eso, podríamos explicar la otra cara de la moneda. Las acciones de tipo político, combinadas con los criterios económicos en el mercado petrolero mundial, no siempre están orientadas hacia una maximización de los beneficios materiales. Pueden estar apuntadas en pro de la obtención de otros fines diferentes al económico. Es acá, cuando podemos encontrar comportamientos, situaciones o acciones que por sus características, el contexto en el cual se dan y la justificación que comportan, indican que el petróleo fue utilizado como arma política. Las naciones musulmanas han sido en los últimos cincuenta años, los más representativos en el manejo del recurso Petrolero como instrumento político.

Notas:

(1) MARTINEZ, Hoglys, Romero Alexis, El carácter político del mercado petrolero, trabajo inédito, entregado en el Seminario El Petróleo en la Sociedad Venezolana del Doctorado de Ciencias Políticas de Universidad Central de Venezuela, Caracas, 1999, p. 1.

(2) GARCIA Pelayo, Idea de la Política, Universidad Central de Venezuela, Caracas, 1968.

(3) MAULL, Hanns. The price of crude oil in the international energy market, in Energy Policy, june 1977, p.144. (subrayado de últimas líneas es nuestro)
(4) Ibíd. p. 144.

(5) ROSSI, Peter. Community Decision Maiking, en Administratve Science Quaterly, marzo 1957, p. 425.

(6) GERTH, Hans y Wrigth Mills C. (comps.). From Max Weber: Essays in Sociology, Oxford University Press. New York, 1946, p. 180
(7) ROSE, Arnold. The Power Structure, Oxford University Press. New York, 1967, p. 61
(8) Influencia “es una relación entre actores en la que un actor induce a otros a actuar de modo diferente a como de otra manera actuaría. DAHL, Robert. Moderm Political analysis, Englewood Cliffs, Pretince hall, New jersey, 1963, p. 40.

(9) Ibíd. P. 61.

(10) El término Guerra Fría fue acuñado por el conocido político norteamericano Bernarda Baruch y fue popularizado por el periodista Walter Lippman. Paradójicamente el término que pudiera ser insinuativo de una suerte de “paz armada”, enmarcó un periodo de numerosos conflictos regionales donde las superpotencias, EE.UU. y la URSS, no participaban directamente pero apoyaban cada una por separado a las partes en conflicto.

(11) Acá no entraremos en el plano de la discusión de si su poder era menor o no.

(12) EHRLICH, Howard. Power and Democracy, A Critical discussion, in William V. D´Antonio y Howard Ehrlich (comps.): Power and Democracy in America, University of Notre Dame Press, Notre Dame, 1967, p.92
(13) Rose ,1967, Op.Cit., p. 63.

(14) DANZGER, M. Herbert. Community Power Structure: Problems y Continuities, en American Sociological Review, 29, octubre de 1964, p. 714.

(15) Ibíd. p. 715.

(16) TORO Hardy, Alfredo. De Yalta a Sarajevo. Editorial Panapo. Caracas, 1993. p. 44.

(17) Danzger, Op.Cit., p.715.

(18) ZANONI, José Rafael, 1983, El Poder de la OPEP vs. El Poder del Mercado, p.41.

(19) Fuente: Ministerio de Energía y Minas de Venezuela
(20) Hanns Maull (1977), Op.Cit., p. 145.

(21) Qassim = Kassem.

(22) El acuerdo de la Línea Roja se celebró en Bélgica en el mes de julio de 1928. Por su parte el de Achnacarr y tuvo lugar en el castillo del mismo nombre, propiedad de H. Deterding, presidente de la Shell. El mismo fue consecuencia de la guerra de precios que estalló entre las compañías petroleras más importantes para la época (Standard Oil the New Jersey, hoy Exxon; la Royal Duch Shell y la Anglo Iranian Oil Corporatión, filial de British Petroleum. Las bases del acuerdo permitieron el control oligopólico del mercado y el nacimiento del cartel u oligopolio petrolero internacional, el cual sería conocido luego como las Siete Hermanas. Por su parte la OPEP sería crada mucho después, como cartel que sustituiría a las Siete Hermanas en el control del mercado petrolero mundial. Solo que esta vez, el oligopolio estaría en manos, ya no de las transnacionales petroleras, sino de países o estados quienes aplicarán políticas enmarcadas dentro del orden de sus interese nacionales y no solamente económicos. La organización fue fundada en 1960 por Arabia Saudita, Irán, Irak, Kuwait y Venezuela bajo el estímulo del Ministro de energía venezolano Juan Pablo Pérez Alfonso y el saudí Abdullah Al-Tariki.

Internacionalista, estudios de Especialización y Maestría en Hidrocarburos, Investigador petrolero del IIES/FACES/UCV, ex profesor de la cátedra de Historia de Europa, profesor de la cátedra Petróleo e Islam de la EII/FACES/UCV.

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