Economía

Inmobiliarios ¿chivos expiatorios?

Las desconsideradas expresiones en contra de personas, instituciones o sectores que los altos mandos del poder han puesto en boga para descalificar a priori ponen de relieve la falta de tolerancia para convivir en esta Venezuela que pertenece a todos, donde aportamos cada día nuestros mejores esfuerzos. Demuestra también un profundo desconocimiento de la realidad del país, sobre todo a nivel macroeconómico, que permita confrontar con argumentos posiciones encontradas, o simplemente debatir civilizadamente frente a reclamos, o propuestas de la sociedad.

Lo cierto es que este estilo descalificador, orientado a la imposición está cerrando las puertas al entendimiento, apuntando a quienes difieren de las directrices oficiales o alertan sobre asechanzas. Comunicadores sociales, por el hecho de informar, dirigentes de diferentes gremios, productores y empresarios por la defensa de sus principios y asociados, han sido el blanco del verbo que arremete y maximiza la polarización entre los venezolanos.

En esta suerte de expresiones irresponsables se ha tratado no sólo de descalificar a los profesionales inmobiliarios, sino también de culparlos por el incremento de precios de la vivienda. Bajo la premisa de que el mercado es un invento del capitalismo, que la ley de la oferta y la demanda debe ser abolida, y que hay que aplicar más controles, es bastante difícil arribar a entendimientos, a pesar de la apertura del sector inmobiliario en sumar su esfuerzo para paliar el drama social de las familias que no tienen donde vivir.

El mercado existe desde la aparición de las sociedades primitivas, cuando las tribus intercambiaban productos a través del trueque. Actualmente en un sentido económico general, es un grupo de compradores y vendedores que están en un contacto lo suficientemente próximo para que las transacciones entre ellos no afecten las condiciones de compra o de venta. Los mercados son creaciones humanas y, por lo tanto, perfectibles.

Cumpliendo el rol de intermediación entre compradores y vendedores estamos los corredores inmobiliarios, en una tarea que nos enorgullece, en la cual ponemos alma y corazón, toda nuestra formación profesional y la experiencia atesorada en el desempeño de muchos años actuando siempre con la honestidad que acredita nuestro ejercicio. No transamos bienes superfluos. Somos el enlace para que la familia obtenga su hogar, adquiera los niveles de estabilidad que todo ser humano requiere y sustente sus proyectos de crecimiento. Participamos entonces en esa relación que hace realidad un sueño, la aspiración más importante de la familia, y lograr la satisfacción de los clientes es nuestra mayor conquista.

Mal podemos convertirnos de la noche a la mañana en hacedores de trampas y especuladores de oficio. Primero y principal porque no tenemos nada que ver con los precios, los cuales lógicamente los establece el propietario del inmueble, que en nuestra labor asesora procuramos sean los más justos y transparentes posibles, así como los emolumentos a percibir. Tampoco lanzamos señales al mercado para que se disparen los precios, porque ¿a quien le puede interesar un mercado en alza, distorsionado, que limita las posibilidades de compradores y vendedores, y el propio negocio inmobiliario? El incremento de la liquidez ha estimulado la demanda de viviendas, pero ésta se estrella con la escasa oferta debido a la falta de producción de unidades.

El mercado se impacta y desequilibra por variables macroeconómicas. A los altos niveles de liquidez por la política fiscal expansiva; tasas reales negativas que están por debajo de la inflación, la más alta en Latinoamérica, escenario existente al finalizar el 2006, se unió el discurso político para acentuar la economía centralizada. Se disparó el dólar paralelo y los precios de bienes y servicios en general, entre ellos los insumos de la construcción, porque vivimos atados a esa nefasta economía de puertos, provocando una inquietud colectiva frente al destino de la propiedad privada que no ha cesado porque no se advierten señales del gobierno por corregir los factores que han distorsionado al mercado.

Por mucho menos se produjo la corrida en la Bolsa de Shangai, con una caída que impactó a la economía mundial, como resultado de los rumores sobre un nuevo impuesto del 20% a las ganancias de capital que Beijing impondría para enfriar su economía, y restricciones en la participación de capitales foráneos.

Definitivamente la economía es cíclica y permeable a las variables macroeconómicas y políticas. Pero es más fácil busca chivos expiatorios frente a la poca importancia que el sector público le ha dado al sector vivienda, que acometer soluciones en santa paz con el sector privado. Los responsables de la alteración del mercado no son los corredores inmobiliarios, profesionales que hemos bregado duro por acreditar nuestro nombre, que actuamos conforme a principios éticos, con códigos deontológicos que nos solventan en nuestros gremios nacionales e internacionales, y que nunca lanzaremos por la borda frente a circunstancia coyuntural alguna.

Director General del Centro Inmobiliario Profesional (CEINPRO)

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