Economía

La economía:un chiste para payasos

Invariablemente las economías responden a dos factores más importantes que el capital. América Latina se ha endeudado tanto que la borrachera de dólares corrompió hasta a los más ilusos y de paso ablandó a muchos «revolucionarios». La bacanal de billetes verdes significó que se nos enseñó algo muy importante: jamás saldremos de la pobreza. Los factores correspondientes a la organización política y administrativa, y a la preparación de los cuadros técnicos fueron desechados por todos los gobiernos, incluidos el actual, pues la burocracia no quiere romper, ni romperá jamás con el pasado que le permite mantener el poder.

Los gobiernos de Venezuela han sido débiles e insignificantes como casi todos los de América Latina, incluido el actual, que en poco menos de un año y medio en la administración ha demostrado una total incapacidad incluso para «ingobernar» la nación. Al ser estos gobiernos débiles y con un poder insignificante en el plano global, la influencia que puedan tener los cambios y nuevos paradigmas económicos sobre ellos también serán insignificantes; sería una influencia despreciable, como lo diría Galbraith.

J.K. Glabraith sostiene que «…Donde faltan la capacidad y la habilidad de organización, de administración y de técnica – en una palabra en donde no hay base o experiencias industriales – la economía no responde a una inyección de capital». La razón es obvia, el capital no es el único factor que hace trabajar una economía. En los tiempos actuales, además de los factores clásicos de tierra, trabajo y capital, tenemos que agregar los factores de organización (debido a la complejidad de las relaciones humanas y de la interdependencia global económica), y el de ciencia y tecnología, pues los modos de producción, así como las relaciones de éstas, han cambiado dramáticamente, mientras los teóricos (si es que existen) del gobierno, aún piensan en términos de capitalismo de Estado; se quedaron, obviamente en los años sesenta.

Los teóricos, y los que no lo son, que critican la política económica del gobierno del presidente Hugo Chávez, han cometido varios pecados de omisión además del pecado de la soberbia al acusar al presidente de propiciar políticas comunistas, lo cual no revela otra cosa que una total ignorancia en materia de economía política. Es más, yo, personalmente, no me atrevería a calificar la economía de Venezuela como capitalista. Ambos conceptos, comunismo y capitalismo solo tienen un real significado cuando existe una sociedad industrial avanzada, y más aún, en la entrada del siglo XXI cuando existe una sociedad científico-técnica avanzada, como es el aso del G7 y de otra veintena de naciones, de las cuales ninguna es latinoamericana.

En nuestro caso, ¿podríamos decir que el sistema capitalista es una solución a nuestro atraso? – ¿Podríamos decirlo del comunismo? – No existe experiencia real ni de lo uno ni de lo otro. Nuestra sociedad no es otra cosa que un híbrido de ruralismo-marginalidad-rentismo basado sobre el trabajo de masas ignorantes que no tienen otro norte que la mínima subsistencia.

En Venezuela, como en otras naciones, la debilidad gubernamental y la debilidad económica van de la mano. La burocracia necesita jugar a la inercia de las instituciones para poder sobrevivir; necesitan hacer creer que crean y producen cambios para que nada cambie porque no tienen realmente objetivos; en realidad para la burocracia el objetivo es cuestión intranscendente.

Un ejemplo perfecto de la manera de actuar de un burócrata se encuentra en los estamentos militares. Chávez, por ejemplo, viene de la burocracia militar en donde todo es previsible, en donde todo está preestablecido. Es muy probable que al presidente venezolano le moleste eso. Es muy probable que internamente lo rechace y de allí viene su actitud muy poco protocolar, por ejemplo. Sin embargo, en materia de política-económica no se ha podido deslastrar de los vicios que adquirió en el sistema burocrático militar: él actúa verticalmente en materia económica sin entender la red de decisiones que deben tomarse para tratar de lograr coherencia. Por eso, a Chávez, un año y medio de gobierno sin oposición, con mando total sobre la nación y sus gentes, le ha sido totalmente improductivo. «La burocracia siempre puede continuar lo que está haciendo. En cambio, es incapaz, por sí sola, de un drástico cambio de rumbo». Por esto, el proceso revolucionario que Chávez dice liderar, no existe más que en su imaginación y en la de sus aduladores, que no quieren hacerle ver que «..el Rey va desnudo». Es imposible que él y su gente cambien el rumbo que ha venido teniendo el país por más de 50 años pues no hay posibilidad de hacerlo de acuerdo a las estructuras vigentes.

La teoría, probada por la práctica, ha demostrado que nuestros países latinoamericanos son inmunes, totalmente, a los cambios, en relación con los países industrializados. Es más, las instituciones multilaterales como el FMI, el Banco Mundial, la OMC, etc., han logrado bastantes éxitos en los países industrializados cuando las economías se han salido del carril; allí estas instituciones, así como otras naciones, pueden ejercer controles y lograr que las economías retomen el control y el crecimiento. En nuestro caso, la carencia de administración pública no permite que se pueda ejercer ningún tipo de control ni endógeno ni exógeno pues las mal llamada Administración no es otra cosa que una gran agencia de empleos para individuos incapaces y para aventureros que buscan su propio «Eldorado» por medio del gobierno. Nuestras naciones pecan por no tener quien las administre y esa enfermedad es mortal en cualquiera economía.

Por otra parte, en nuestros días están reemergiendo ciertas ideas totalitarias. El caso de Perú es una muestra fehaciente del irrespeto a los valores democráticos. Sin embargo, las erradas políticas de EE.UU. entre los años 40 y 70 que consideraban que cualquier tiranozuelo civil o militar, vestido de frac o de Napoleón, practicante del vudú o del racionalismo cartesiano se identificaba con las políticas de la Casa Blanca ya terminaron, Clinton se encargó junto con la globalización de eliminar tales apoyos automáticos y retomó el pensamiento de John Kennedy, que por cierto nunca se cumplió, que planteaba dejar «que el mundo siga adelante…tanto para los amigos como para los enemigos», pero con el agregado planteado en la última cumbre de Berlín (junio 2000) que consiste en no aceptar ni una dictadura más en el mundo. Esta advertencia de las 14 naciones que asistieron a Berlín, incluido el G7, no es una broma, pues una cosa es clara, para sacar al mundo del atraso se requiere de democracia, entre otras cosas. Las retrógradas ideas totalitarias, de izquierda o de derecha, solo contribuyen a alejar aún más las posibilidades de cambios estructurales para que puedan las economías funcionar; el problema es que no sabemos si Chávez lo sabe.

Nuestros países, Venezuela, en el caso que nos preocupa, han permanecido en un constante atraso con respecto a los países avanzados debido a los vicios de los dirigentes de la economía que no han considerado, nunca, la necesidad de elegir de los individuos; es más, a la hora de tomar las decisiones burocráticas-económicas no toman en absoluto en cuenta que es lo que requiere la población sino que sólo consideran lo que ellos creen que quiere la población. En esto actúan como los canales de TV que piensan que al público le gustan los programas violentos, superficiales, brutos, y truculentos, cuando lo que sucede en los grupos organizados de los barrios es todo lo contrario pues allí se hace danza, teatro, pintura, folclore, etc.

Naciones como Venezuela jamás se han preocupado de hacer inversiones productivas. La economía se ha preocupado de hacer artículos y ahora la moda además de hacer artículos es atacar a EE.UU. para hacer una política económica de masas. En otras palabras, no se crea riqueza sino que se redistribuye, o al menos se pretende redistribuir la pobreza con más impuestos para los ricos y muchos más para los pobres, en especial, con la implantación de impuestos regresivos, como el IVA, confiscatorios como el mismo IVA y el Impuesto al Débito Bancario.

Si recordamos el pasado no muy lejano, cuando existía la URSS, la meta de ella no era otra que alcanzar algún día la capacidad industrial de EE.UU. y de los países europeos avanzados. Nunca lo logró, pero se acercó mucho. ¿Qué quiere decir esto? – Esto nos demuestra que el modelo de producción tanto norteamericano, como europeo, o el que tenía la URSS es el modelo natural; en otras palabras es el modelo adecuado para la posibilidad de elección de los sujetos de la economía que son las masas. Por lo tanto, como lo pone Galbraith: «El desarrollo es, y debería ser, la fiel imitación de los desarrollados».

¿Qué significa lo anterior? – Significa que además de un modelo de desarrollo apropiado, se requiere y justifica un elevado número de personas que perciban rentas elevadas. Estas rentas empujan, bien administradas obviamente el aparato productivo y posibilitan además el ahorro. Pero hay que tener cuidado como se invierte ese ahorro. Este no debe reflejar las preferencias del gobernante o planificador sino que más bien las preferencias populares y obviamente sus necesidades.

J. Stuart Mill, fue realmente prolífico en su trabajo científico- económico él se le debe entre otras cosas la teoría de la economía de escalas, de las fusiones corporativas y el basamento de gran parte de la teoría marxista. Mill descubre que de algún modo, y no por la mano invisible, el capital industrial es reemplazado sin cesar. Lo único que se necesita para que este fenómeno económico natural ocurra es que se esté industrializado; de allí el éxito del capitalismo tanto de Estado como el de la URSS, como el capitalismo liberal de occidente. Este ejemplo fue claramente palpable después de las pérdidas ocurridas en Alemania, Gran Bretaña, Japón, y otros países por los permanentes ataques aéreos que destruían sus fábricas. La reconstrucción se hacía de inmediato y muy rápidamente. Hay que recordar, sin embargo que la infraestructura agraria y de carreteras y transporte, en general, quedaban casi intactas, lo cual permitía la aceleración del proceso. Pero la gran pregunta es ¿de dónde salía el capital para emprender tal reconstrucción? – Hay que recordar que el sacrificio a la población civil, en esos casos, fue casi mínimo; es más, Alemania nunca hizo trabajar a sus fábricas en jornadas nocturnas y menos hizo trabajar a sus mujeres en las fábricas. La respuesta, aparentemente está en lo siguiente: los parques industriales quedan anticuados muy rápidamente y cada cierto tiempo, en lapsos no muy largos, hay que estar modernizando las industrias; para eso, existen siempre reservas «escondidas», digamos casi naturales. – ¿Por qué en Venezuela puede ocurrir eso? – La razón es sencilla, el país nunca entró a la etapa de industrialización y por lo tanto nunca hubo nada que modernizar; por lo tanto, la burguesía local nunca estuvo, realmente interesada, en la inversión industrial y menos en tener a una masa trabajadora-consumidora contenta. Es más fácil, dicen ellos, hacerse ricos con el menor esfuerzo. Gran mentira porque lo que realmente hacen es crear pobreza. Si no lo creen, basta solo comparar las cifras macroeconómicasde hace unos 50 años con las de ahora y la composición de las clases sociales.

Nuestra economía se ha centrado en la economía de pobreza: artículos que puedan vender los buhoneros, ropas baratas y de mala calidad (importadas), calzados malos (importados), alimentos enlatados (importados), alimentos perecibles (importados), telefonía popular (importado), etc. En otras palabras, tenemos además una gran economía de puertos, basada en la importación y posterior venta a la masa pauperizada de baratijas que además cierran las posibles pocas fuentes de trabajo existentes. (Por ejemplo: industria textil y del calzado). Por el lado del gobierno la economía se mueve en el sector educación, salud, sector petrolero y petroquímico (que es el que en definitiva produce la renta, aunque no el empleo), y se olvida por completo la agricultura.

La agricultura, sector cada día más deprimido, el cual ahora debe luchar contra las nuevas «roscas» importadoras que pululan alrededor del gobierno de Chávez, es el sector que realmente más renta podría darle a la nación. Si pensamos por un minuto que solamente el 15% de las tierras cultivables es utilizado en el país y que el 30% de los alimentos agrícolas se deben importar, pues ese 15% produce el 30% de las necesidades alimenticias mientras el otro 30% es hambre (así de simple: hambre); debemos entonces considerar que una de las alternativas de real desarrollo económico se encuentra en el agro; pero eso no es todo, como es sabido el agro necesita además de las industrias ad-hoc para que este pueda producir; así entonces, estamos hablando de: construcción de infraestructura: vías de comunicación, silos, envasadoras, fábricas de abonos, industria química, bicicletas, instrumentos agrícolas, herramientas agrícolas, viviendas campesinas, escuelas rurales, hospitales rurales, sistema de transporte, metalmecánica, industria d neumáticos, etc. En otras palabras la inversión en el sector agrícola puede, en corto tiempo ser mucho más productiva que la inversión petrolera pues se cumplen varias funciones: cambia el modo de vida de los campesinos elevando su nivel y calidad de vida, tal como ocurrió, por ejemplo, en Irlanda durante los años 70; ahorro de divisas por varios millardos de dólares al no requerir importar alimentos; aumento de los puestos de trabajo tanto campesinos como industriales al presionar el consumo industrial, mejoramiento del rendimiento del campo al crear escuelas técnicas campesinas que enseñen a usar las técnicas avanzadas de producción, etc. Esto significaría tanto como la actual renta petrolera en el corto plazo, es decir, en no más de 5 años. ¿Por qué no se hace? – Porque a la burocracia no le interesa.

La pobreza produce en la economía efectos regresivos que no pueden ser negados por los dirigentes. Todo sabemos, aunque a veces uno piensa que quienes nos dirigen no lo saben, que es un hecho en cualquier sociedad: primitiva, medioeval, capitalista, socialista, planetaria, etc. que toda planificación para un aumento deliberado de la producción en el futuro requiere de una fuerte dosis de ahorro, ahora, en el presente. Este ahorro es el que nos permitirá hacer puentes, carreteras, producir trabajo, fabricar máquinas, construir hospitales, dar educación, etc. Pero el problema de cómo conseguir el ahorro está íntimamente ligado a las políticas que adopten los gobiernos.

No me imagino que el gobierno de Inglaterra, de EE.UU. o de Francia, por ejemplo, restrinjan el consumo de sus ciudadanos para forzar el ahorro; eso, obviamente, sería impolítico y rechazado por esos pueblos. En esos países el ahorro es automático. ; este existe porque los pueblos han sido educados para el ahorro, para que inviertan en bonos, acciones, ahorren en mutuales o bancos, pensando en su retiro o jubilación. Por otro lado, las empresas están acostumbradas a invertir gran parte de sus ganancias en la expansión de ella así como en la investigación que las mantiene al día tanto en mercado como en los cambios científicos y tecnológicos. No creemos que allí, en esos países, funcionen empresas que quieran mantenerse con prestigio que no reinviertan gran parte de sus ganancias en la expansión e investigación. ¿Qué se hace en Venezuela al respecto? – Si una empresa quiere expandirse, le pide dinero prestado al banco o al gobierno y paga altos intereses; por otro lado si quieren minimizar costos y aumentar la producción, lo primero que hacen es cerrar sus laboratorios de investigaciones.

Tanto Keynes como Galbraith están de acuerdo en la necesidad de compensar o igualar el ahorro y la inversión, pues si esto no se logra surge el desempleo al caer los ingresos y por ende la producción. Y este es el problema de nuestros pobres países. En cambio, la vida diaria nos está demostrando que el ahorro en los países ricos además de ser automático, se consigue muy fácilmente y a veces puede ser hasta excesivo lo que distorsiona el equilibrio con la inversión. En el gobierno de Chávez, lamentablemente, no se ha sido capaz de exorcizar el desempleo, el cual no es otra cosa que el producto de dos situaciones: a) pobreza y b) desequilibrio entre la inversión y el ahorro. Ambas situaciones, obviamente son inmanejables por la burocracia dominante, pues son situaciones que no entienden.

El gobierno venezolano ha dado signos inequívocos de querer aumentar los impuestos y de seguir castigando a los pobres con el IVA y otros impuestos regresivos. El industrial venezolano no solamente debe pagar las cargas tributarias originadas por el impuesto sobre la renta que está en el orden del 25%, el impuesto al paro forzoso, las contribuciones al INCE, gastar en la recolección del IVA y su pronto pago, cotizar en la ley de política habitacional, pagar todas las permisologías imaginables y la corrupción oficial, sino que más encima debe pagar impuestos a los débitos bancarios cada vez que el gobierno de turno lo ordena, etc. Si solamente la mitad de todas estas contribuciones fueran directamente al aparato productivo como inversión directa, gran parte del problema del desempleo estaría resuelto; sin embargo, todo ese dinero va dirigido a alimentar a la burocracia expoliadora e ineficiente que alimenta el gobierno.

Con respecto al problema del ahorro, Galbraith nos grafica la situación de la siguiente manera: «Aunque el panorama no es absolutamente negro (a veces hay petróleo), el ahorro siempre es penoso en los países pobres, y las cantidades que se obtienen de él, incluso dolorosamente, son muy exiguas. Como consecuencia de ello, el progreso económico, que se produce fácil y automáticamente en los países ricos, es muy costoso y demasiado lento en los países pobres».

Ya hemos aclarado de que la pobreza crea un circulo vicioso que impide salir de ella debido a varias razones; entre otras éstas son: a) la pobreza origina pobreza; b) la pobreza no permite el ahorro; c) la pobreza y la inversión son irreconciliables: d) la burocracia es pobre de mentalidad y por lo tanto originaria de pobreza económica; e)la pobreza origina militarismo e inversiones no productivas; f) la pobreza no cuenta con cuadros expertos y apropiados para la administración pública. Entonces, si esta es la situación ¿acaso una transferencia de ahorro de los países ricos a los países pobres no podría ser la solución?

En los últimos cuarenta años la transferencia de capitales a la América Latina fue superior a los 800 millardos de dólares; la suma pagada por concepto a la deuda externa, en eso mismo período ha sido de 740 millardos de dólares y la deuda existente sigue siendo de más de 700 millardos de dólares.. A mediados del siglo XIX Inglaterra y otras potencias europeas invirtieron en ferrocarriles, puertos, telégrafos y vías de comunicación en varios de nuestros países con el fin de poder sacar las materias primas sin mayores problemas. Esto se hizo porque el retorno era realmente extraordinario, mayor al que cualquier inversionista puede imaginar. Es posible hoy día obtener también algunos recursos para la explotación de materias primas, sin embargo, los capitales prefieren ir a los lugares en donde la gente tiene suficiente dinero para gastar; es decir, usando la vieja máxima judía: «la plata llama a la plata».

Sin embargo, supongamos que en Venezuela no se da el caso anterior. Supongamos que al país vienen los inversionistas con el ahorro extranjero para crear industrias, luego nos asalta otra pregunta: ¿tenemos el factor trabajo adecuado a las nuevas tecnologías? – ¿Tenemos la organización que requiere el postindustrialismo, si ni siquiera supimos crear una organización industrial? – Nuestros políticos, lamentablemente, y esto es un hecho histórico, no ven al gobierno como un instrumento de progreso económico sino como una agencia de enriquecimiento personal y esto, lógicamente, es visto con miedo por los inversionistas foráneos.

La salida a la crisis, la cual se ha tornado endémica es muy difícil, casi imposible. Creemos que se le miente al pueblo cuando se le ofrecen perspectivas mejores de las existentes sin que se haya diseñado una política que contemple varias cuestiones, tales como: a) la creación de una fuerte clase media con acceso al consumo industrial y tecnológico; b) creación y satisfacción de demanda en el sector popular que mejore su calidad de vida: inversión en viviendas dignas, mejor escolaridad, etc.; c) reestructurar el agro mediante una política real de desarrollo económico sostenible agrícola; d) incentivo del ahorro voluntario y disminución gradual de los impuestos; e) disminución de la burocracia civil y militar y de sus respectivos gastos; f) aumentar la inversión en la creación de cuadros científicos y técnicos;(ampliación de la base cultural).

Finalmente, en Venezuela, nos encontramos con algo excepcional: la renta petrolera. La disfunción gubernamental no ha podido darle un buen uso a esos recursos. La estructura de poder (la de antes y la de ahora) persigue solamente sus propios fines y no le dan un empleo funcional a los miles de millones de dólares que ingresan al fisco por concepto del «oro negro». Lo mismo ha sucedido con el endeudamiento externo. Uno, debe preguntarse ¿dónde está el dinero?- En todo caso todo esto no es más que un mal chiste económico el cual ni siquiera los payasos lo entienden. No se atreven atacar con fuerza a los grupos no funcionales de la economía, los cuales son, por cierto, los grandes consumidores de la energía económica pues en el caso de los latifundios improductivos, de los minifundios improductivos, del aparato militar improductivo, hay que estarles dando fuertes cantidades de dinero que se pierden en la vorágine de la no-economía…

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