Economía

La empresa privada y sus objetivos

En mis anteriores artículos, editados por Venezuela Analítica, hemos hablado de la empresa pública, primeramente, centrada en el sector naval venezolano y posteriormente, de la empresa pública venezolana y su razón de ser.

Quisiéramos, ahora, hablar de la empresa privada venezolana, enclavada, como está, en el marco de la Economía que mueve al mundo occidental.

Es una premisa básica establecer que el objetivo que mueve al empresario y en definitiva a la empresa privada, es la obtención de beneficios empresariales, tal vez, ya encontremos aquí, una diferencia inicial con la empresa pública, tal y como decíamos en nuestro último articulo, antes mencionado.

No vamos a entrar en la definición básica de beneficio empresarial, puesto que el lector la conoce, sobradamente. Pero sí queremos destacar que se tiende a tener el concepto generalizado de que la empresa privada, siempre, tiene como objetivo, obtener el máximo beneficio posible. Es decir, que la empresa privada, persigue, como objetivo principal, maximizar sus beneficios.

No cabe duda de que a todo empresario y cuando empleamos este vocablo, nos estamos refiriendo, tanto al empresario, como persona física y como persona jurídica, le agrada obtener beneficios máximos, pero también es evidente que no todos los empresarios privados, conceden al objetivo, maximizar beneficios, la misma importancia o prioridad en sus empresas. Hay empresarios y en definitiva, empresas privadas, que prefieren dar prioridad a otros objetivos empresariales, tales como puedan ser maximizar el volumen de ventas, limitar el riesgo necesario de correr para obtener un determinado beneficio, minimizar el coste total unitario de cada unidad de producto fabricado….

El sector agrícola venezolano, por ejemplo, tiene un importante peso en la economía productiva de la nación y la ganadería en la zona geográfica de Los Llanos, es también una actividad tradicional e importante en la economía nacional. Por ello, el empresario agricultor, puede tender a sembrar, preferentemente, un determinado producto, maíz, por ejemplo, sabiendo que, no es, tal vez, el que le puede proporcionar el máximo beneficio pero sí el que le va a ofrecer menor riesgo en su venta, dado su alto consumo

Si nos vamos al campo de la gran empresa privada, podemos encontrarnos con que los máximos gerentes de la misma, prefieran tomar decisiones que tiendan a expansionar la empresa, buscando quizás, una seguridad y estabilidad en el empleo y por qué no decirlo, su satisfacción personal de ser un importante gerente de una gran empresa privada.

Así, pues, vemos que en la empresa privada, no siempre, se busca como objetivo maximizar el beneficio de la misma, pero tampoco, desorbitemos este tema, porque, también el empresario privado, puede optar por diversificar su producción, con objeto de que el riesgo de no poder vender sólo un determinado producto, genere en la empresa una crisis económica no deseable.

Establecido esto, podemos considerar que, en general, el beneficio empresarial es el incremento patrimonial obtenido por la empresa en un determinado ejercicio económico y en definitiva, podemos deducir que, realmente, es la recompensa económica que recibe el empresario, por haber arriesgado un determinado capital monetario de la empresa a cambio de producir y vender un determinado producto. Por supuesto, este capital puede ser propio, pero también puede ser ajeno, es decir, financiado a través de créditos, préstamos, subvenciones etc.., con lo cuál está generando costes financieros que pueden ser importantes.

Pero no solamente ha arriesgado ese capital, también ha dirigido y organizado la empresa, ha tomado decisiones, a veces, importantes y que generan grandes riesgos económicos para la misma e incluso por trabajos no remunerados, tales como pueden ser asistir a convenciones, exposiciones, conferencias, viajar por motivos empresariales etc..,

Ahora bien, si el empresario, a través, de una adecuada gestión, consigue obtener un beneficio en su empresa, igual al que hubiese obtenido gestionando otra, de iguales circunstancias y características, con un desarrollo de normal explotación, se considera que ha obtenido un beneficio normal, con lo cuál, la gestión que ha desarrollado, como tal, sería considerada con una ausencia de particulares o espectaculares dotes de iniciativa de gestión empresarial.

Si por el contrario, el empresario, tiene un espíritu innovador, está al día en la evolución de las técnicas de producción de los productos que fabrica, de las nuevas técnicas de gestión y técnica empresarial y las aplica en su empresa, tenderá a aumentar este beneficio y entonces, podemos decir que ha generado un beneficio extraordinario o beneficio propiamente dicho, porque, realmente, es el premio que recibe como recompensa a su especial habilidad de gestionar la empresa. Volvemos a lo dicho en nuestro último articulo publicado en Venezuela Analítica, , es la innovación tecnológica implantada en su empresa, es la innovación tecnológica implantada en su gestión empresarial, lo que la hará competitiva ante las demás empresas de su mercado. Luego, podemos establecer una premisa básica: COMPETITIVAD EMPRESARIAL IGUAL A CONTINUA INNOVACION TECNOLOGICA.

Es lo que en la técnica empresarial japonesa conocida con las siglas CWQC (COMPANY WIDE QUALITY CONTROL), se conoce con el nombre de KAIZEN, donde el cambio es constante y gradual. Si, por el contrario, la empresa se estanca y de repente inicia un fuerte proceso de innovación, que produce, sin duda, una tremenda convulsión en todos sus componentes humanos y una fuerte inversión puntual, poniendo, tal vez, en peligro, su
propio equilibrio financiero e incurriendo, probablemente, en tener que acudir a financiación externa, con el consiguiente endeudamiento y generación de costes financieros, se dice que la empresa aplica el sistema KAIRYO. Somos partidarios, por tanto, del sistema KAIZEN, por su continuidad y podríamos decir que política prudente y conservadora, pero no estática, que le genera estabilidad y carencia de esos riesgos innecesarios o cuando menos, los minimiza y no pone en peligro la propia existencia de la empresa, abocándola a esa posible crisis económica que la obligará a reestructurarse para poder sobrevivir.

Es evidente, pues, que un empresario que tiene la virtud de ver o intuir “ a priori”, los posibles negocios, verdaderamente rentables, para su empresa, estará en un posición óptima para conseguir grandes beneficios que la hará destacar de las demás empresas de su mercado. La convertirá en la empresa pionera o empresa de vanguardia de su mercado.

Es esto, a nuestro entender competitividad, basada en la tecnología y no sólo en la política de precio/calidad, que, siempre, hará tender a hacer bajar la calidad para poder mantener o bajar el precio. Esto último, a nuestro juicio, sólo, es una agónica lucha por la supervivencia en el mercado.

Por otra parte, es necesario tener muy en cuenta el ratio BENEFICIO/CAPITAL INVERTIDO, que nos dará la rentabilidad de la inversión realizada para poder obtener el beneficio esperado o beneficio objetivo a conseguir.

Para finalizar, diremos que en las grandes empresas, donde existen accionistas, que cotizan en el Mercado Bursátil, quizás pudiéramos diferenciar dos clases de empresarios:

A/ El empresario riesgo, que es el accionista, el cuál arriesga su dinero comprando acciones de esa determinada empresa, con el objeto de percibir beneficios en forma de dividendos bursátiles (función directa de las expectativas de auge que tenga la empresa).

B/ El empresario decisión, que es el presidente y conjunto de altos gerentes que integran el Consejo de Administración de la empresa, incluyendo su Gerente General, sobre el que recaerá toda la carga de hacer ejecutar la política empresarial adoptada por dicho Consejo de Administración, que es el que rendirá cuentas, de su gestión, al empresario riesgo, el cuál decidirá si continua depositando o no su confianza en el mismo, según los resultados económicos obtenidos y objetivos alcanzados y que, pueden, ser a la vez, accionistas de la empresa.

El emprender una determinada opción empresarial sin saber, previamente, si va a salir bien o mal, genera, lógicamente, una incertidumbre empresarial, sin embargo, cuando se emprende esta determinada opción, sabiendo, previamente, la probabilidad matemática que existe de que salga bien o mal, asume un riesgo. Son, por tanto, conceptos básicos a tener en cuenta por la alta dirección de la empresa, pero nunca deben ser confundidos o mezclados.

Concluimos diciendo que, a nuestro juicio, la empresa privada tiene sus propias características y la pública las suyas, pero que ambas, no están reñidas entre sí ni son incompatibles y que por tanto, la empresa pública, puede ser dirigida con los principios de la empresa privada, si bien, queremos dejar muy claro, que jamás pretenderemos defender que sea la empresa pública, siempre, el motor de la empresa privada.

Como ya hemos dicho, en nuestros anteriores artículos , debe serlo allí donde la empresa privada no entra o donde sea necesario que la empresa pública sirva de motor de la empresa privada.

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