Economía

La gerencia pública

Hoy, como nunca antes en el pasado, la necesidad de una eficiente y eficaz gerencia pública es tan imperiosa en nuestro país, el aumento inusitado del sector público en el presente gobierno, las estatizaciones de toda la actividad petrolera, eléctrica, de una buena parte de las telecomunicaciones y de la industria siderúrgica, de partes importantes de la industria de producción y distribución de alimentos, etc.

La situación es particularmente crítica en todo lo que se refiere al sector energía. El Estado venezolano controla todos los niveles y empresas en este campo. Controla la producción de hidrocarburos, de carbones. Controla su procesamiento y posterior transformación. Controla toda la generación termoeléctrica e hidroeléctrica, su transmisión y distribución. Controla toda la producción de gas natural, su procesamiento y su posterior distribución. De forma similar ocurre con los líquidos derivados del petróleo, la gasolina, el diesel.

Todo el país, en términos energéticos, depende de una gerencia pública, la cual de alguna u otra forma ha sido sometida, en estos últimos diez años, a la más despiadada polarización política, se ha privilegiado la lealtad partidista ante cualquier otro valor profesional y ético.
Contingentes importantes de profesionales de las empresas del Estado, empezando por su empresa insignia, la estatal petrolera, han sido despedidos. De igual manera, pero en menor medida, lo han sido en otras empresas del sector energético, alegándose para ello la falta de compromiso revolucionario, los posibles sabotajes, la crisis eléctrica. Esta última atribuida a la sequía de «El Niño», al dizque malo planificador de los gobiernos anteriores, a los saboteadores de oficios presentes entre los profesionales y técnicos de esas empresas.

El hecho es que por una u otra razón el Estado venezolano es el único responsable de la solución del problema energético en el país, lo cual implica la necesidad de mejorar significativamente la gestión pública en este sector.

Una de las grandes ventajas estratégicas, económicas que exhibía nuestro país era su fortaleza energética, un sólido sistema de eléctrico, un poderoso sector petrolero refinador capaz de suplir las necesidades de combustible y derivados al mercado nacional, un poderoso sector gasífero que produjo la mayor concentración de plantas de reducción directa en el mundo. Todo esto está hoy seriamente comprometido, el racionamiento eléctrico se hizo presente en nuestro país y permanecerá en él por espacio de varios años hasta tanto el desarrollo de los sistemas eléctricos interconectados recuperen su senda de crecimiento, el cual no será menos de tres a cinco años.

El sector petrolero perdió su dinamismo, y la recuperación del mismo está llena de nubarrones en país confundido en un nacionalismo sano, responsable y desarrollista. El país ha logrado ahuyentar a propios y a extraños, la propensión a invertir es casi inexistente, sólo la inversión pública está presente y la misma es insuficiente para cubrir las necesidades de la gente, por lo que es de esperar que no habrá disponibilidad para las inversiones de desarrollo.
La gerencia pública deberá hacer malabarismos para conciliar tantas necesidades con tan pocos recursos. Es casi imposible imaginar un escenario de éxito para esa gerencia, obligada a gestionar un país en esas condiciones. Sólo sería posible que la gerencia pública sea exitosa si las condiciones del entorno donde se desenvuelve cambian.

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