Economía

La incertidumbre política y la crisis económica golpean a los bonos venezolanos

Gerónimo Mansutti
@Rendivalores ‏

2017 ha sido un año muy malo para los tenedores de deuda venezolana. Los bonos soberanos del país, que ya eran los más riesgosos del mundo, no han dejado de disminuir durante el año, llegando a ubicarse en niveles usualmente vistos en países quebrados que ya han tenido un incumplimiento de sus pagos, situación en la que Venezuela ha evitado caer.

El avance en los precios del petróleo, que se han recuperado tras alcanzar sus mínimos del año a mediados de junio, no ha sido suficiente para detener el desplome en la deuda venezolana. Aunque el precio de la cesta referencial de Estados Unidos (WTI) se ha cotizado en promedio cerca de los 50 dólares por barril este año, 17% por encima de su nivel promedio del año pasado, lo cierto es que esto no se ha traducido en un incremento real en los ingresos venezolanos debido a la fuerte caída en los niveles de producción de PDVSA, lo que anula el avance de los precios del petróleo.

Además de la caída en la producción petrolera, los bonos también se han visto afectados por la profundización de la depresión económica. La ausencia de medidas estructurales que resuelvan los graves desequilibrios macroeconómicos que sufre el país han llevado a Venezuela a sufrir un desplome espectacular en su PIB, cuya contracción estimada por el FMI sería de 12% este año, a lo que habría que agregarle la mayor inflación del mundo, que podría llegar a 1.133% para 2017 según cálculos del FMI.

Esta grave situación, que ha reducido la capacidad de generación de divisas de Venezuela, afecta a sus operaciones de financiamiento, al volverse una contraparte más riesgosa a la que cada vez menos instituciones internacionales están dispuestas a prestarle, especialmente tras las últimas sanciones financieras anunciadas por los Estados Unidos.

La crisis política, que alcanzó nuevos niveles durante las protestas de este año, también provocó un incremento en el nerviosismo de los inversionistas, que se han vuelto cada vez más pesimistas respecto a la posibilidad de que llegue una solución expedita a los problemas de Venezuela.

La combinación de elementos negativos explica el desplome que han sufrido los bonos venezolanos este año. Los únicos instrumentos que han subido durante 2017 han sido los de muy corto plazo (el PDVSA 2017 y los Venezuela 2018), gracias a la percepción en el mercado sobre los pagos más próximos, que podrían cumplirse a costa de un fuerte recorte en las importaciones. Dejando de lado esos títulos, la caída ha sido generalizada.

Algunos papeles han llegado a sufrir disminuciones de hasta 30%, mientras los bonos de alto cupón se encuentran muy cerca de sus mínimos históricos.

La señal que parece estar enviando el mercado es que, aunque Venezuela logre honrar sus compromisos en el corto plazo, no se avizora una evolución positiva en el mediano plazo que permita evitar un complicado evento de crédito que afecte a los inversionistas.

Precio de bonos rendivalores

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