Economía

La inflación: ¿Quién se equivoca más?

Las cifras del BCV refieren que lejos de estar controlado el aumento de los precios sigue un curso que podría situar la tasa de inflación al final del año 2010 en el entorno del 28% al 30%. Cifras estas muy elevadas para los patrones internacionales. La tasa de inflación promedio en América Latina actualmente, excluyendo a Venezuela, bordea el 5,5%, con lo cual nuestro país entra en el grupo de lo que se puede catalogar como inflación elevada. El registro de septiembre indica una tasa mensual de 1,1% y anualizada de 28%, la segunda más elevada del mundo.

Nunca fui de la opinión de que en el año en curso el alza de los precios excedería el 30% y eso está escrito y planteado claramente en diferentes publicaciones y presentaciones y las razones son tres. En primer lugar, la recesión y el desempleo causan una disminución de la demanda agregada, con lo cual se alivia la presión sobre los precios. En segundo término, el control de precios ejerce un efecto disuasivo sobre potenciales incrementos y finalmente la situación de la economía mundial permite que Venezuela importe bienes baratos, dada la baja inflación de la cual goza hoy la economía mundial.

El ministro Giordani ha venido insistiendo en la equivocación de supuestos sesudos analistas que no aciertan sus pronósticos de inflación. Y en ello tiene parcialmente la razón cuando se evalúa proyecciones catastróficas de inflación para Venezuela en un entorno donde la inflación mundial ha venido disminuyendo sostenidamente. La otra parte del tema es que quien más se ha equivocado en sus estimaciones de inflación ha sido el mismo gobierno.

Para demostrarlo basta con mirar el gráfico adjunto, donde se comparan las tasas de inflación objetivo del gobierno en barra de color rojo y las tasas de inflación que efectivamente se observaron coloreadas de azul. La diferencia es notable. Es decir, desde 2006 el Ministerio de Finanzas y el BCV ha incumplido sistemáticamente sus metas de inflación, hecho este que se traduce en una pérdida importante de credibilidad porque al tiempo de anunciar un nuevo rango de inflación ya los agentes económicos no le creen.

Existe en el gobierno una actitud conformista y derrotista en materia de inflación. Exhibir como un logro una tasa de inflación mensual de 1,1% en septiembre cuando nuestro vecino Colombia registra una tasa de inflación anual en el mismo mes de 2,2%, sugiere que las autoridades económicas de Venezuela tienen la batalla perdida en el campo inflacionario. Los efectos de una inflación alta como la que refleja Venezuela tienen consecuencias nocivas sobre la economía. Con el alza de precios se produce una caída del poder adquisitivo de los salarios y demás remuneraciones que reciben los trabajadores. Similarmente, el alza permanente de los precios impide que Venezuela pueda exportar productos que no sean los petroleros, lo cual aumenta la dependencia externa. Tasas de inflación cercanas al 30% anual sacan a Venezuela del mercado exportador y lo convierten en un importador al encarecerse nuestros productos y abaratarse los bienes provenientes del exterior.

De esta manera, el país no tiene posibilidades de diversificarse y cada vez se hace más vulnerable a los acontecimientos en el mercado petrolero.

La inflación es un asunto económico muy serio que no se corrige con medidas represivas sino más bien con políticas macroeconómicas que potencien la producción nacional y que eviten el uso de la devaluación y la emisión de dinero sin respaldo para el financiamiento del gasto público deficitario. Pero esta receta no ha sido comprendida por quienes hoy dirigen los asuntos económicos de Venezuela.

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