Economía

La nueva Pdvsa

La estatal petrolera venezolana ha sido prácticamente, desde su fundación, objeto de controversias en el mundo político y económico venezolano. Los éxitos y logros de ésta han sido grandes e importantes a lo largo de su vida. Manejó exitosamente la transición de las operadoras transnacionales que hacían vida en nuestro país de forma muy exitosa, de igual manera logró la fusión de las diversas culturas organizativas de las originales operadoras petroleras en una sola cultura corporativa.

Los temores iniciales que una buena parte de país tenía sobre el futuro económico como consecuencia de la nacionalización de la industria petrolera transnacional operando en el país por más de cincuenta años fueron progresivamente disipados. La experta conducción de Pdvsa por Rafael Alfonso Ravard probó ser hábil sorteando los innumerables escollos que sistemáticamente se presentaban en el manejo de la principal empresa y actividad económica en Venezuela.

Las distintas administraciones que siguieron a la inicial del general Alfonso, igualmente lograron sumar éxitos y estabilidad económica en el logro de ese objetivo. Muy pronto el país, casi sin darse cuenta, dio por sentado una excelencia operativa, una empresa del primer mundo funcionando en Venezuela.

Pdvsa se convirtió en el modelo de empresa estatal en la América Latina, demostró que era posible ser una empresa estatal con estándares del primer mundo, su manejo era la referencia académica entre una empresa estatal bien manejada y las tristes empresas estatales petroleras o no que hacían vida tanto en Venezuela como en todos los países de la América. Pdvsa se convirtió en la referencia de una empresa estatal eficiente, manejada con criterios nacionalistas sin caer en extremos.

El estamento político, los gobiernos desde el momento de su creación en 1976 hasta la actual administración, ejercieron una tutela respetuosa y hasta cierto punto temerosa sobre esta empresa. Los distintos gobiernos de ese período y la gerencia institucional de la industria lograron una distante proximidad que permitió a la empresa beneficiarse de un enfoque profesional, meritocrático, y a los gobiernos disponer de un ingreso fundamental así como de una reserva gerencial a la cual se apelaba con frecuencia. La política chiquita estuvo ausente en la industria; sin embargo, los años de interacción con el poder político fue haciendo cada vez más presente la injerencia de ésta en los destinos de la estatal petrolera.

No todo fueron éxitos, la empresa también incurrió en errores, de igual manera en un momento determinado se alimentaron apetencias políticas desde ella, que de alguna u otra manera desvirtuaban su esencia y rompían el tácito pacto con el estamento político. La separación de actividades empezó a desaparecer.

No obstante los errores y desaciertos, los éxitos, los logros al final del día arrojaban un balance altamente favorable a la gestión y conducción de la industria petrolera, y en su sentido más amplio a la conducción de la política petrolera de nuestro país.

La otrora referencia internacional de excelente empresa estatal se convirtió en la referencia indeseada, la misma se ha visto cubierta de escándalos como el de Pdval, el maletín argentino, las expropiaciones sin sentido, la pérdida de los estándares de excelencia, la creciente inseguridad en su manejo operativo, la opacidad en su manejo administrativo. En la nueva Pdvsa de todos los venezolanos, se recogen todos los señalamientos negativos que secularmente se le atribuyen a las empresas estatales.

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