Economía

La OPEP: ¿Cartel de qué?

Hace tres meses afirmábamos que la OPEP era un cartel a medias. Se entiende que un cartel, en el sentido pleno de la palabra, es aquel que tiene capacidad para subir y bajar los precios de un producto a voluntad. Cuando considera que deben subir, retira volúmenes de producción empujando los precios hacia arriba y cuando piensa que deben bajar, simplemente aumenta la producción e inunda el mercado hasta alcanzar el nivel deseado.

Decíamos que la OPEP era un cartel a medias porque cuando los precios subían, por las fuerzas del mercado, no tenía ninguna posibilidad de modificar esta tendencia, aunque elevara la producción hasta su máxima capacidad. Esto limita su acción como cartel a decidir recortes de producción para impedir que el precio baje.

Pero si observamos con mayor detenimiento lo que ocurre en el mercado vemos que aun esta facultad para impedir que los precios bajen es muy limitada. Pareciera que lo que determina el alza de los precios del petróleo es el temor de que no haya capacidad de producción para atender a la demanda, bien sea porque las reservas han alcanzado el cenit y ya no les queda más que declinar o porque no se están realizando las inversiones requeridas para mantener la producción a la par de la demanda.

La clave está en la palabra capacidad. Por eso cuando la OPEP decide recortar la producción, como lo hizo en noviembre con 1.2 MMBD y lo volverá a hacer a partir del primero de febrero con 0.5 MMBD adicionales, aceptando que los acuerdos se cumplan, el mercado lejos de alarmarse se tranquiliza. La lectura que se les da a los recortes es que existe una capacidad ociosa de 1.7 MMBD a la cual echar mano cuando haga falta. De esta forma, lejos de cumplir el propósito que se persigue, los mercados reaccionan a la baja ante cada nuevo recorte.

Tal parece que el mercado ha comenzado a responder a los altos precios de los últimos dos años. Por una parte, el aumento del consumo ha bajado su velocidad, subiendo sólo 0.6% en 2006, en parte por un crecimiento más lento de la economía mundial, pero también por estímulos a la sustitución de petróleo, donde destacan el etanol y el gas natural vehicular, y por ganancias en la eficiencia. Al mismo tiempo la oferta ha aumentado por el incentivo de los precios que rentabiliza proyectos que antes se desechaban y por la incorporación lenta pero constante de nuevas áreas de producción.

Es temprano para asegurar que los cambios en el mercado marcan tendencias irreversibles como la de los años 70 y 80, que llevaron casi a cero el uso del petróleo para generar electricidad en los países desarrollados, pero es claro que se han conjugado una serie de factores que reducen el pánico en el mercado. De hecho, los gritos que anunciaban el fin del petróleo se han comenzado a acallar.

Ante esta fuerza que irrumpe en los mercados como una avalancha los recortes de la OPEP lucen como una respuesta desesperada e insuficiente. Algo parecido ocurrió a comienzos de la década de los 80, cuando los cambios irreversibles empujaban hacia abajo a los precios sin compasión entre recorte y recorte de la OPEP, al mismo tiempo que la demanda en los países desarrollados se estancaba por toda una década.

Habrá que seguir de cerca la evolución del mercado, tratando de distinguir entre los cambios energéticos coyunturales y los trascendentes, a la vez que observamos como evolucionan los eventos políticos en el Medio Oriente que tienen el potencial para sacar del mercado una gran capacidad de producción. Pero mientras tanto es válida la reflexión que da título a esta nota: la OPEP ¿Cartel de qué?

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