Economía

La PDVSA de Ramírez

A los problemas de inflación-desabastecimiento y el previsible deterioro del crecimiento económico se unen las dificultades de PDVSA, acumuladas por varios años. La dimensión conflictiva que toma la disputa entre ExxonMobil y PDVSA sobre la compensación por la expropiación en Cerro Negro, sometida a arbitraje internacional, coloca mayor presión sobre nuestra empresa petrolera y su estrategia a ultranza de maximizar renta petrolera, aunque ello amenaza con disminuir drásticamente la inversión futura.

Se conocen aspectos de los serios problemas gerenciales y operativos que limitan la producción petrolera a cerca de 2.4 millones de b/d, restricciones financieras manifiestas en el acelerado endeudamiento y en cobros anticipados a clientes (con descuentos), ausencia de personal técnico y gerencial calificado, corrupción impune en contratación con proveedores y contratistas, oscuras operaciones de comercialización a través de intermediarios y desviación de fondos para fines políticos dentro y fuera de Venezuela.

A pesar de esta desastrosa situación, hay razones muy personales para que el Presidente Chávez mantenga a Rafael Ramírez en su doble posición de Ministro y Presidente de PDVSA. Ni la Asamblea Nacional ni la Contraloría General de la República tiene la «autorización» presidencial para adelantar investigaciones y exigir sanciones, como ocurriría en cualquier democracia. Más allá de las precarias habilidades gerenciales de Ramírez y sus graves consecuencias para la empresa y el país, se debe recordar que su compromiso ideológico extremista y vinculación al pasado guerrillero de Alí Rodríguez, lo trajeron a su posición actual. Lo convirtieron en un personaje clave para la aspiración revolucionaria de crear una red internacional de vínculos con países ideológicamente afines o interesados en recibir petróleo o financiamiento barato a cambio de apoyo al Presidente Chávez.

Usar el petróleo y los dineros públicos de Venezuela para ayudar al Presidente Chávez en sus juegos de geopolítica ocupa gran parte del tiempo de Rafael Ramírez. El resto de las decisiones corporativas quedan en manos de Eulogio del Pino, Luís Vierma y Asdrúbal Chávez, mientras que la ejecución de la política petrolera para «maximizar» la renta que financia esta estrategia es responsabilidad de Bernard Mommer. Esperemos que llegue el tiempo en el que le rindan cuentas a Venezuela.

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