Economía

Los nuevos enemigos del progreso

No es una exageración decir que los ambientalistas son ludditas. Ludd fue el líder de un movimiento obrero inglés, a principios del siglo XIX, que se oponía a la Revolución Industrial, destruyendo las maquinarias de las fábricas porque consideraba que su utilización provocaba el desempleo. Los ambientalistas de hoy sienten el mismo miedo y el mismo odio hacia la industrialización y la globalización, acusándolas del recalentamiento terrestre, la contaminación, el cáncer y de cualquier otro mal asociado con la sociedad moderna. Ellos insisten en retroceder el reloj a una era anterior, sin pesticidas ni motores de gasolina ni aparatos de aire acondicionado.

La realidad es que la tecnología moderna hace más por el medio ambiente que todas las regulaciones gubernamentales y todas las manifestaciones de los activistas. La Internet, por su parte, tiene una inmensa y creciente influencia positiva en el medio ambiente, así lo comprueba el estudio recién publicado del Center for Energy and Climate Solutions, titulado “La economía de la Internet y el recalentamiento terrestre”.

Joseph Romm, autor del estudio, documenta miles de maneras cómo la Internet ahorra energía, principal fuente de los gases invernadero, y cómo ahorrará mucho más en el futuro. Por ejemplo, la venta de productos vía la Internet disminuye la necesidad de construir nuevos locales de ladrillos y cemento donde vender esos mismos productos. Mandar información por correo electrónico es un considerable ahorro energético y de papel. Es más, sólo el ahorro en papel se estima que significará una economía en el consumo de energía industrial de 0,25%, en menos de tres años.

Otro factor en el ahorro energético es la multiplicación de gente que tiene su oficina en su propia casa y se comunican por correo electrónico, teléfono y fax. Esto reduce el consumo de gasolina y la necesidad de ampliar la red de carreteras. La Internet también reduce los inventarios de materias primas y la necesidad de construir almacenes y nuevas oficinas.

Pero no es sólo la Internet sino el crecimiento económico lo que fomenta el ahorro de energía. Los automóviles nuevos son mucho más eficientes en el consumo de gasolina y sus motores más limpios que los fabricados hace apenas unos pocos años. Lo mismo sucede con los aparatos electrodomésticos. Los artefactos eléctricos modernos consumen una fracción de la electricidad; por ejemplo, una nevera nueva gasta un tercio de la electricidad que gastaba una fabricada en 1971.

De esta manera, a medida que mejora el nivel de vida de la gente al poder comprar más neveras y automóviles nuevos se está aumentando la eficiencia del consumo de energía, a la vez que reduciendo la contaminación. Y esto sucede inevitablemente, tomemos o no la deliberada decisión de comprar un automóvil o un electrodoméstico energéticamente eficiente. Pero tal beneficio se logra sólo si la gente es suficientemente rica como para cambiar su carro y su nevera vieja por los últimos modelos. Y es por esta razón que la contaminación atmosférica y de las aguas es mucho peor en las naciones más pobres.

Los ludditas modernos no quieren darse cuenta que el desarrollo económico, la riqueza y la tecnología son los mejores amigos del medio ambiente.

Economista y académico del National Center for Policy Analysis (NCPA).

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