Economía

Metas económico-sociales

Comparando con épocas anteriores, los agregados macroeconómicos del país
lucen. El PIB crece, la balanza de pagos muestra superávit, la inflación
es baja comparada con el promedio 1984-1998, el tipo de cambio se ha
mantenido comparativamente estable, el déficit fiscal es manejable, las
tasas de interés son bajas y las reservas internacionales bastante
altas. El régimen ha logrado lo que no pudieron gobiernos anteriores en
varios intentos después de Herrera Campins…

Todo esto gracias al petróleo !!!

Lo cual puede estar mandando el mensaje subliminal al país democrático
de que el discurso económico no sirve para combatir en el terreno
político en este proceso que puede ser electoral. A la inmensa mayoría,
puede pensarse, qué le importa si todo se debe al petróleo y es tan
vulnerable como el precio de este recurso en el mercado mundial. Vaya a
dar clases de teoría económica en las barriadas y urbanizaciones y cobre
por asistencia, para luego contar los oyentes.

Entre académicos, la evaluación es negativa, porque se sabe lo
«insostenible» del asunto. Mientras tanto, la población democrática
abandona el tema económico y social para encararse con el CNE y sus
pérfidas condiciones. Como si la esperanza del país estuviese en un CNE
pulcro y prístino. No es el CNE, es el régimen. Ese es el adversario.

Algunas imágenes pueden servir para bosquejar un futuro alcanzable. El
pleno empleo, por ejemplo. La desocupación es horripilantemente alta
combinada con la subocupación o buhonería. Mientras el pleno empleo es
lograble. Trabajo bien remunerado contra ocio mal pagado es una manera
de darle vuelta a la tortilla. En la bonanza petrolera de los años 70 se
logró el pleno empleo. Hace tiempo que esta población merece algo así.

Trabajo bien remunerado con seguridad social va más allá. Hospitales,
pensiones y servicio médico por una vida de trabajo es más que justo. Ni
lo primero ni lo segundo existen en Venezuela. Lo que se tiene es
precario y por debajo de lo que el petróleo permite. Si tan solo el
régimen no regalara recursos, o la corrupción fuera menor, o la
inversión mayor, o no estuvieramos empeñados en hacerle la guerra a Bush
y a otros cuantos países.

Y vivienda. Trabajo, sueldos buenos, seguridad social y vivienda. Todo
un enjambre de elementos de un buen programa económico-social que se
ocupe de la gente, de su bienestar y su progreso. Viviendas que no se
hacen porque al gobierno no le gustan los constructores privados y él
mismo no sabe construir sin que se queden tajadas gordas en el camino
que reducen al mínimo el resultado final. Las barriadas y caseríos están
peor que nunca, por el hacinamiento los servicios públicos alcanzan cada
vez menos. El régimen les dice que estén felices porque tienen el poder.

La gente se va dando cuenta de que el poder es de otros que antes se
parecían a ellos. Porque ahora no.

Y educación. Educación para el trabajo, no para aprender marxismo ni
cubanismo ni antiamericanismo. Otro panal para el enjambre. Pleno
empleo, buen sueldo, seguridad social, vivienda y buena educación para
capacitar a la juventud y llevarla hasta puestos de trabajo para una
vida de dignidad y progreso. No para envilecerse al servicio de un jefe
de partido o de barrio. Para liberarse de la ignorancia y del atraso,
como decía el buen Uslar Pietri o el nunca recordado Luis Beltrán
Prieto.

Y recreación. Las masas populares pueden recibir más y mejores
oportunidades de recreación y vacaciones. Sin pasar por los asaltos del
hampa ni someterse al hacinamiento y malos servicios de sus destinos. Ir
y venir a Vargas sin penar por ello. O a Margarita, Chichiriviche o
Mérida. Póngale el nombre. El régimen quiere que la gente se divierta
con cadenas oficiales o con el show de cada domingo, para olvidar que
hay diversiones que liberan el espíritu de su acogotamiento cotidiano en
lugar de hacerlo más servil en su pobre condición.

Y soberanía económica. Que no es malgastar el dinero. Soberanía para
decidir en lo que más le rinda al país, para la cultura, la salud, la
educación y el empleo. Soberanía popular para decidir en cuánto ayudar a
otros, que nunca es malo y siempre es bueno, pero dentro de los límites
de la propia conservación y prosperidad y sin empujes dominadores. Para
acordar con otros países los términos de tratados y convocar a la
soberanía popular para resolver los puntos álgidos de las diferencias,
cuando las hubiere. Soberanía para decidir y controlar como Estado de
Derecho, no para el arrebato y el aventurerismo irresponsable. Soberanía
responsable y realmente solidaria, no botarata y negligente.

Y capitalismo popular, que es la versión socialista del mundo moderno, y
la versión liberal del igualitarismo. Propiedad para la gente común, y
no para los afortunados herederos que tienen dinero para defenderse, y
cuando no lo tienen, terminan siendo igual de desheredados. Para las
clases medias que tienen tanto que perder y para los humildes que tienen
tanto que ganar. En forma permanente, para ellos hoy y sus hijos mañana.

Uno se pregunta si es factible que algunos de los candidatos que siguen
en el proceso sea capaz de ofrecer lo que esta tierra puede dar en el
plano material y al mismo tiempo comenzar a limpiar de embustes y
malandrerías el ambiente nacional. No es como para burlarse, pero hay
mucho que se puede hacer en lo económico y social, que también es
importante, aunque haya que denunciar la autocracia y otros rasgos del
régimen que intenta no contarse como es debido.

Esta bonanza petrolera la viene usando el régimen para engrandecer su
poder, entre otras cosas comprando armas y militarizando al país. Algo
parecido hizo en su momento Saddam Hussein, que llegó a invadir Irán y
luego Kuwait, para final desgracia de su nación, donde ahora la clases
medias emigran para escapar de la violencia cotidiana. Frente a
situaciones y perspectivas como esta, el mundo de la política tiene que
ofrecer alternativas. Aquí tenemos buenos candidatos en la calle, y con
ellos, muchas ideas y esperanzas. Ojalá comencemos a ver programas y
debates con quienes pretenden seguir conduciendo destinos hacia el
abismo.

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