Economía

Orimulsión, un negocio de pérdidas

Los mayores problemas

Con preocupación puede verse como tanto el Gobierno Nacional pasado como el actual, han insistido en impulsar el negocio de la Orimulsión, el cual se encuentra comprobadamente identificado como una actividad que genera pérdidas importantes para el país. Expertos petroleros como Luis Enrique Lugo o Carlos Mendoza Potellá ya se han manifestado al respecto, y con argumentos contundentes (tanto cualitativos como cuantitativos) han puesto en evidencia lo contraproducente de este tipo de negocios. No obstante, el Gobierno actual ha firmado un contrato con China para construir una planta para producir Orimulsión. De acuerdo a versiones oficiales, la planta (llamada Módulo de Orimulsión), producirá cinco millones de toneladas de combustible al año, en el marco de un negocio que beneficia fundamentalmente al país asiático. Según puede entenderse de la situación, la pretendida política exterior venezolana de acercarse gobiernos como el de Pekín para intentar hacer contrapeso a las relaciones con los EE.UU., nos introduce en una práctica de dudosos resultados políticos y de comprobadas pérdidas económicas.

Cabe destacar, como lo ha comprobado el Prof. Carlos Mendoza, que los programas adelantados por PDVSA para la exploración y explotación de los recursos de la Faja Petrolífera del Orinoco resultaron tan onerosos (aproximadamente 5 mil millones de dólares), que es imposible recuperar esa inversión en un tiempo razonable, según expectativas comerciales. Además, la comercialización en mercados situados a grandes distancias de Venezuela, como la China o la India, incrementa los costos del producto por el transporte y disminuye su rentabilidad.

Aun cuando la Orimulsión, producto de la unión de petróleo extrapesado con agua gracias a sustancias emulsificantes, pudiera ser considerado como un importante logro científico, no lo es en materia comercial. En primer término, el producto, además de que implica importantes costos de producción recuperables solamente en momentos de precios altos del petróleo, es un competidor del petróleo liviano que produce Venezuela. Debido a que «el mercado energético es uno solo», señala Luis Lugo, cualquier producto de ese rublo que intente ingresar al mercado, lo hace en detrimento de la participación de otros, presionando a su vez «hacia abajo la estructura global de precios existentes».

Es este un energético que compite con el carbón para la generación de energía eléctrica, pero a su vez compite con los productos residuales, usados con el mismo fin, resultantes de los crudos livianos y medianos venezolanos. Esta competencia directa de un producto petrolero venezolano con otro de la misma industria petrolera venezolana, afecta no solamente la competitividad de los crudos convencionales sino también los dividendos que éstos generan. En tal sentido, los consumidores energéticos del mercado global, prefieren adquirir Orimulsión, la cual resulta más barata, que comprar residuales de crudos livianos y medianos venezolanos para la generación electricidad.

Posibles implicaciones con respecto a la OPEP

Por otra parte, hasta hoy la OPEP no se ha pronunciado con respecto a la Orimulsión debido a que ha sido un «negocio» de dimensiones reducidas. Pero es de suponerse que si éste comporta alguna expansión significativa, como lo pretende el Gobierno Nacional, ésta empiece a hacer un peso específico importante en el mercado petrolero global. De ser así, la Organización podría reclamar que dentro de la cuota de producción de Venezuela se incluyera los barriles explotados destinados a la Orimulsión.

De una situación como esta, la primera consecuencia sería una reducción de la producción de crudos convencionales por sostener la de extrapesados la cual hasta ahora muy pocos beneficios le representan a la nación, explotados por esa vía. Si Caracas decidiera no reducir la producción de crudos convencionales para sostener la de extrapesados, habría incurrido en violaciones de cuotas que como es bien sabido, traen como consecuencia primera una caída (a veces drástica) en los precios del petróleo. Es necesario destacar, que aunque la OPEP no ha hecho hasta ahora ningún pronunciamiento oficial en contra de la Orimulsión, ni tampoco a interpelado a Venezuela para que considera la producción de extrapesados como parte de su cuota; tampoco la ha aceptado como excluida de la misma.

Cómo se podrían aprovechar los extrapesados

Con relación al aprovechamiento de los crudos pesados y extrapesados venezolanos, en su oportunidad (hacia 1976) se diseñó la política de la Internacionalización. Este programa ha consistido, en la compra (o asociación con otras empresas) de instalaciones petroleras con capacidad de conversión profunda para el tratamiento de los crudos no convencionales. Se suponía que estas empresas establecidas en el extranjero, debían ser abastecidas con crudos venezolanos, sin embargo hasta la fecha, estos negocios también han resultados en buena medida fallidos por falta de políticas nacionales coherentes y pésima administración. Últimamente, producto de los recortes de producción de 1999-2000, las refinerías venezolanas en el exterior han funcionado total o parcialmente con crudos comprados en otras latitudes. Evidentemente, esta situación en poco o en nada se corresponde con los objetivos iniciales del programa de internacionalización.

Aun cuando el proyecto antes expuesto debe ser sometido a revisión por sus cuestionables resultados, no resulta válido tampoco tratar de explotar los crudos pesados y extrapesados por la vía de otro negocio comprobadamente nefasto.

Los recursos de la Faja, podrían ser aprovechados por medio de procesos de transformación del petróleo extrapesado en crudo sintético convencional. En esta modalidad, si podría invitarse a la inversión extranjera y nacional a participar. Desarrollar tecnología que permitiera transformar las reservas de la Faja crudos sintéticos convencionales a bajo costo, repercutiría a favor de Venezuela en dos aspectos fundamentales: a) aumentaría las reservas petroleras competitivas del país; b) incrementaría (dado que aumentan las reservas económicamente explotables), la capacidad de negociación de Caracas en la OPEP.

Las medidas «ambientalistas»

Por otro lado, no solamente son desfavorables del negocio los factores técnicos, financieros y comerciales, sino también las medidas proteccionistas que los países industrializados colocan al producto con justificaciones ambientalistas. El bien resulta comercializable con limitaciones significativas; especialmente en aquellos países donde existe una industria carbonífera fuerte, que sustenta número significativo de empleos. Dado, como se señaló, que la Orimulsión es competidora del carbón, casos como el rechazo de su comercialización en los EE.UU. o en Inglaterra quedan completamente justificados a luz de los intereses de esos gobiernos.

En el caso particular de China, las condiciones que operan para que el negocio sea viable (más no rentable) son otras. Esta es una nación que aunque también tiene una gran actividad carbonífera, es a su vez un país con una inmensa población (1200 millones de habitantes), grandes expectativas de desarrollo económico (lo cual implica consumo energético) y de incorporación de habitantes al consumo global, pero también energéticamente deficitaria. Esto conlleva a que en China, como igualmente podría ser en la India, el ingreso de Orimulsión sea más bien un factor favorable que inconveniente.

No así en los casos antes mencionados como los EE.UU. e Inglaterra donde en nombre de medidas «ambientalistas», las cuales eran realmente proteccionistas, se negó el ingreso del producto al mercado británico, pese a resolución contraria de instancias calificadas de la Unión Europea, y al estado norteamericano de la Florida.

Pero aun cuando no existiesen restricciones de cualquier orden para la comercialización de la Orimulsión en ciertos mercados importantes, el negocio continuaría siendo negativo para Venezuela. Analizándolo desde el punto de vista de la variable “precio”, posiblemente, ni siquiera resultaría rentable en un escenario hipotético donde los países consumidores y productores llegaran a conciliar intereses acerca de suministro y precios. Si ese acuerdo llegara a suceder, posiblemente sería sobre la base de un precio moderado (con tendencia hacia abajo) del crudo, el cual seguramente todavía sería insuficiente para que la Orimulsión fuera rentable.

Si, considerando otro escenario, los países industrializados, y además mayores consumidores, bajaran los elevados impuestos con los cuales pechan al petróleo con fines fiscales, posiblemente tampoco el bitumen venezolano sería rentable. En ese caso, seguramente se vería incrementada la demanda por una baja en los precios de la gasolina y demás derivados, por ejemplo. Pero a esto seguiría también una necesidad de aumento de la oferta (evitando la sobreproducción) por un lado. Pero por otro lado, ante aranceles más bajos, seguramente también tendría que sobrevenir un precio moderado del crudo. En medio de este otro escenario, pero que igualmente conlleva a precios bajos o moderados, la Orimulsión continuaría siendo no rentable.

Adicionalmente, vale considerar que aunque se encontrara viabilidad al negocio controlando la variable «precio», se continuaría con consecuencias negativas en otros planos ya señalados tales como: recuperación de inversiones pasadas, competencia desfavorable entre productos petroleros venezolanos (Orimulsión-residuales), pérdida de la rentabilidad en los crudos convencionales y las medidas «ambientalistas».

De cualquier manera, el país nacional debe preocuparse por el curso de las políticas petroleras para los años venideros. Se estima que habrá un crecimiento económico sostenido para la primera década del siglo XXI, pero no necesariamente esto implica que habrá también una expansión desmesurada de la demanda petrolera. Aun cuando se presume un crecimiento económico global, éste no será ni vertiginoso ni simétrico. Además, los mayores consumidores de energía poseen programas energéticos lo suficientemente estudiados como para no verse obligados a consumir más energéticos de los necesarios y a la ves convertirse en actores con capacidad de coadyuvar a la regulación del mercado (presiones políticas, económicas, militares, tecnológicas, etc.). El mercado energético mundial de hoy día, no está exclusivamente condicionado por los oferentes sino también por los consumidores. Con una demanda petrolera global que se estima crecerá a un ritmo de 1,5 a 2 puntos (y no a unos 3 ó 4 como se estimaba anteriormente, producto del espejismo que representaron en su momento el crecimiento de las economías asiáticas), Venezuela debe ser igualmente moderada en sus políticas de explotación. Mientras el mercado petrolero continúe bajo las condiciones de interrelación existentes (céteris páribus), las conductas de los países productores para sobrevivir están ya bastante bien definidas y, posiblemente, el espacio sea reducido para innovaciones que no vayan en el mismo sentido de las tendencias. Si el Gobierno Nacional se empeña en el tema de la Orimulsión, como en el del gas, no está adoptando políticas de maximización de beneficios en la utilización de sus recursos.

Milko Luis González: Internacionalista, estudios de Especialización y Maestría en Hidrocarburos, Investigador petrolero del IIES/FACES/UCV, ex profesor de la cátedra de Historia de Europa, profesor de la cátedra Petróleo e Islam de la EII/FACES/UCV.

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