Economía

Padrino López: La última pieza de poder de Nicolás Maduro, por Blanca Vera Azaf

El nombramiento del ministro de la Defensa, Vladimir Padrino López, como líder de lo que es la Gran Misión Abastecimiento Seguro tomó por sorpresa a algunos que interpretaron tal asignación como una cesión del poder por parte del presidente de la República, Nicolás Maduro. Sin embargo,  la lectura política no tiene nada que ver con la económica y se debe tener cierto cuidado a la hora de analizar qué está sucediendo.

Los antecedentes nos remontan al regreso del general  Carlos Osorio en marzo del año pasado a la cartera de alimentación. Este nombramiento fue complementado con su designación como viceministro de Seguridad y Soberanía Alimentaria. El militar había salido de ese despacho a finales de 2014 con muy pocas glorias. Pero Maduro -a quien le gusta insistir en errores- se convenció a si mismo de que sería una buena idea. Fue así como el entorno del general -que por años manejó todo lo que tenía que ver con la importación y distribución de alimentos- aceitó de nuevo los motores.

El desenlace no fue feliz. Aparecieron los escándalos de corrupción por el mal manejo de los recursos destinados para la importación de alimentos que surten a la gigante red pública conformada por Mercal, Pdval y los Automarcados Bicentenarios. Toda la estructura mostró sus costuras con pésimo abastecimiento y alcabalas creadas alrededor del sistema que destrozaron el sistema de redes. Pero no crea usted que la justicia recayó sobre el general Osorio; escondido en otro cargo de menos exposición mediática sigue siendo pieza de este régimen.

Su sustituto fue el plenipotenciario general Rodolfo Marco Torres. Un militar obediente y acomodaticio. Los periodistas nos acostumbramos a verlo cuando fue nombrado presidente y fundador el Banco del Tesoro. Con los años se ganó la venia del que fuera todo poderoso ministro de economía: Jorge Giordani. Este ingeniero eléctrico que se dedicó a través del poder que le confirió el fallecido presidente Hugo Chávez a voltear absolutamente lo que fue la pujante economía venezolana.

Giordani apadrinó el control de cambio y de precios, y acabó con todo aquello que se parecía al modelo capitalista sin importar que en el camino se llevara por delante a instituciones, organizaciones, empresas, comercios y hasta a cuentas personales de cientos de miles de venezolanos.

Ahora el ministro Giordani anda por allí tratando de presentarse como un adalid de la justicia y un emisor del legado de Hugo Chávez. Voltee usted a su alrededor y por donde pase verá la obra destructora de Giordani. Siga caminando y verá lo que han continuado haciendo sus antiguos compañeros de partido.

Marco Torres logó concentrar gran poder a lo largo de los años y luego de convertirse en presidente del Banco de Venezuela -trás la renuncia de Humberto Ortega Díaz- llegó a ser el Ministro de la Banca Pública. Allí se encargó de manejar las cuentas del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (Bandes), del Banco de Comercio Exterior (Bancoex) y todo el resto de los bancos públicos.

Tras la estrepitosa salida de Rafael Ramírez de la Vicepresidencia Económica, Marco Torres fue ganando terreno. Ya sabía que no tenía esperanzas de llegar a convertirse en presidente de Petróleos de Venezuela, pues ese territorito le fue conferido casi en su totalidad al sobrino de la primera combatiente, Cilia Flores, el “magnánimo” Carlos Erick Malpica Flores. El sobrino de Cilia ha sabido opacar a Eulogio Del Pino y sumar en las frustraciones de este ingeniero de la Universidad de Stanford la caída en la producción más estrepitosa –luego del paro petrolero- que ha experimentado nuestra industria petrolera nacional.

Con el nombramiento de Miguel Pérez Abad como vicepresidente del área económica y de Rodolfo Medina en la cartera de Finanzas, Marco Torres supo apertrecharse muy bien en su territorio y lo rodeo de barricadas. El celo es tal que ni el propio Pérez Abad ha podido enterase de cuánto había en las cuentas del súper ministerio de Banca Pública, y mucho menos de los recursos que maneja la cartera de Alimentación a través de ese sistema financiero. Esa es la razón por la cual usted probablemente no se ha topado con una foto de Rodolfo Marco Torres, Rodolfo Medina, y Pérez Abad.

Súmele que la gestión de Marco Torres ha sido terrible en el ministerio de la Banca Pública y en el de Alimentación. Vaya y vea cómo está el Banco de Venezuela. Lo único que se sabe es que es el primer banco de la nación en el ranking. ¡Ajá! Primer banco ¿Por qué? El tamaño de las captaciones no le garantiza a usted, en un país como Venezuela, que una institución financiera sea sana.

Lo mínimo sería que con tales captaciones el Banco de Venezuela tuviera servicios de primer mundo, que la atención a los clientes fuese de calidad y que siquiera su servicio de atención telefónica funcione correctamente. De los balances del banco no voy a hablar. Allí puede hacer cualquier cosa buena o mala, que el órgano encargado de su vigilancia –la Superintendencia de Bancos- se encargue de verificar que todo marche bien. Y Dios quiera que eso sea así.

Por su nombramiento en el Ministerio de Alimentación este general será recordado siempre. Lideró la crisis de escasez de alimentos más profunda y seria por la que ha atravesado esta nación. Lo peor de todo es que se molesta profundamente cuando alguien se refiere a su pésima gestión. En círculos pequeños comenta que no ha sido su responsabilidad, sino que heredó un problema creado por Carlos Osorio y su entorno.

Los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (Claps), creados por la célula del partido Podemos de España en Caracas han sido una verdadera calamidad para toda la población. Las denuncias vienen de todas partes del país. Es un pueblo con hambre al que le roban los pocos alimentos que quedan. La existencia de estos Clap fue un intento fallido que se le coló a Marco Torres y no lo pudo detener porque no tenía una propuesta mejor para atacar el problema.

Ante este escenario de incertidumbres, dolor e injustica Nicolás Maduro se dio cuenta que el nombramiento de dos civiles en la vicepresidencia del área económica y en el Ministerio de Finanzas no le iban a hacer mella al General Marco Torres, quien se acuarteló en su territorio y defendió cuchillo en boca las cuentas bancarias que él maneja.

La única manera de ponerle coto a este general era subyugándolo ante el poder de otro militar mucho más poderosos. De allí que la única pieza del ajedrez capaz de lograr hacer retroceder a Marco Torres en su control de ciertas finanzas era la designación de Vladimir Padrino López al mando de lo que es la Gran Misión Abastecimiento.

Desde hace 17 años el gobierno ha echado mano de los militares para este tipo de actividades. ¿Acaso se nos olvidó la Misión Bolívar 2000 a cargo del general Manuel Rosendo?

Estoy segura que usted ese está preguntando por Diosdado Cabello. No vale la pena detenerse mucho en ese señor. Su poder ha ido mermando poco a poco. Le queda solo un programa de televisión que utiliza cada semana para hacer catarsis. Hasta de Bolipuertos han sacado a sus piezas de confianza y sus familiares ya no ascienden las Fuerzas Armadas

Entonces no es cierto que a un militar se le esté dando las mayores potestades. Simplemente Maduro trata de ponerle algo de control a una situación que hace mucho tiempo se les fue de las manos. O peor aún: Nunca la tuvo bajo su control.

La situación económica es delicada, el polvorín social explota todos los días. No se sienta a esperar usted que haya un Caracazo, no va a pasar. Porque en primer lugar, ese fue un movimiento orquestado por los opositores del gobierno de Carlos Andrés Pérez. Las masas no bajaron, las bajaron. En segundo lugar, ya nosotros tenemos Caracazos diarios y violentos en todas partes del país. Maduro lo sabe y también sabe que Padrino López es su última esperanza para poder ponerle control al desagüe de productos que significa la red de distribución pública con miles de alcabalas. No crea usted que los bachaqueros son un fenómeno espontáneo, hay redes involucradas con el propio Estado que buscan su propio beneficio.

El general Padrino López surge como el salvador de Maduro, pero a la vez es un apaciguador de los más íntimos temores de Nicolás, que es el perder la venia del estamento militar ante la magnitud de la crisis. La ratificación de este General como ministro de la Defensa no es un acto deliberado sino bien pensado. A Maduro se le cuela el poder entre los dedos y el tiempo para el referendo revocatorio lo consume.

El mejor escenario de Maduro es medirse en el revocatorio este año. El peor es en 2017 con las fuerzas opositoras desmotivadas por la posibilidad de la sustitución del Presidente por el Vicepresidente, pero con los chavistas sin amalgama y exigiendo su cuota de poder a través de sus propios candidatos a vicepresidente.

Imagínese lo que podría ser esa vorágine con un Maduro echado a un lado. No le extrañe entonces que al final algún día este heredero de Chávez se dé cuenta que haber renunciado habría tenido el mejor costo. Por lo pronto Padrino López es su mejor pieza.

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