Economía

Pañitos calientes

Cuando comenzó la era del servicio eléctrico, con aquella plantica que instaló Edison en el Bajo Manhattan en 1882, el servicio se prestaba de forma local con pequeñas unidades. Era ineficiente y costoso. Pero la evolución del sector fue prodigiosa. Primero se generalizó la corriente alterna, los transformadores y con ellos la transmisión a distancia. Ahora podía aparecer la economía de escala y explotarse grandes saltos de agua, aunque estuvieran lejos de los centros de consumo. A partir de allí comenzaron a buscarse grandes soluciones para atender grandes problemas.

La evolución tiene que ser así, las soluciones deben acoplarse al tamaño de los problemas y seguir el paso. Todo avance resuelve unos problemas pero crea otros y hay que buscar nuevas formas de resolverlos.

Venezuela enfrenta un dilema crucial en relación a la generación de electricidad. La era de la hidroelectricidad del Bajo Caroní se acabó. Por más que esté en construcción la central Tocoma, la mejor expectativa es que entre en servicio en 2014 y su contribución será de un 6 o 7 % de la demanda. En el ínterin habrá que instalar cerca de 8.000 MW de otras fuentes, el equivalente a 4 Tocomas. ¿Qué estamos haciendo para afrontar este reto? Tal parece que muy poco.

Hace 3 años Cadafe adquirió, a través de compras de mamá PDVSA, 20 unidades turbogeneradores de 5 MW cada una y las regó por el país. Eran unidades adaptadas para quemar gas natural o gasoil, pero funcionaban mucho mejor con gas, mientras eran instaladas en lugares aislados en los que no llegaba dicho combustible y tenían que quemar gasoil. El resultado es que a la fecha estas unidades están fuera de servicio.

Pero por encima de la inoperancia grosera que muestra nuestra burocracia, la solución no era adecuada. 20 unidades de 5 suman 100 MW, mientras nuestra demanda crece anualmente en 1.000 MW. Aunque estas unidades hubieran sido exitosas, por allí no se resuelve el problema.

El lunes 11 de septiembre se produjo la demanda máxima histórica de la red eléctrica venezolana. Alcanzó 15.430 MW mientras la máxima del año pasado se produjo en octubre y fue 14.687 MW. Esto significa que a la fecha la demanda ha crecido en 743 MW pero ahora es que vienen los meses de mayor demanda que son generalmente octubre y noviembre. De modo que la cifra de 1.000 MW que muchos usamos para redondear no es una especulación graciosa de un conjunto de alarmistas, es una realidad.

Ante esta realidad las autoridades nos anuncian que van a impulsar el ahorro mediante la compra a Cuba (?) de millones de bombillos ahorradores de energía. Uno se imagina que Cuba se los comprará a la Philips o a General Electric, que si saben de esas vainas, y nos los revenderá con su correspondiente ganancia. Además nos dicen que instalarán celdas solares para iniciar pronto “la revolución energética” ¿Serán también cubanas?

Si se quiere ayudar a Cuba a que pague el petróleo que recibe, porque no alcanzan los médicos y los entrenadores deportivos, búsquense otra forma de cobrarles, pero no enreden al sector eléctrico en el asunto.

El sector eléctrico requiere soluciones a escala adecuada, con el combustible adecuado y en el lugar adecuado. Si seguimos aplicando pañitos calientes nos quedaremos sin luz tan pronto como a la naturaza se le ocurra decidir que llueva normalmente en la cuenca del Caroní y que paren los diluvios como el que estamos teniendo este año.

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