Economía

Petróleos de Venezuela cambiará de nombre, después de haber cambiado el alma.

Después se quejan de que los llamen payasos.

Petróleos de Venezuela se llamará Pollos de la Venezuela Socialista o algo así, según ordenó Hugo Chávez. Es una decisión tardía pero correcta. Ya hace tiempo que Petróleos de Venezuela no es Petróleos de Venezuela, ahora que está en manos de una pandilla de ineptos y holgazanes vestidos de rojo, quienes importan y venden pollo podrido para meterse unos cuantos dólares adicionales en sus bolsillos.
Hace tiempo que cambió el alma, para pasar de una empresa de energía de calidad mundial a una empresa parroquial que hunde gabarras, importa alimentos podridos, no mantiene sus refinerías, regala el petróleo a los cubanos que los mandan y obliga a sus cien mil asalariados a hacer maniobras “militares” para defenderse de una invasión que no termina de llegar, mientras entregan la soberanía nacional a los chinos, los rusos, los cubanos y los iraníes.
Chávez ha aprovechado el domingo de ayer para hablar mál de la PDVSA que existió antes de su llegada, empresa que fuera orgullo de los venezolanos. Ignora que esa empresa original tenía una capacidad de producción de casi un millón de barriles diarios más que la actual.Que en sus refinerías casi nunca había incendios. Que en el lago había pocos derrames. Que su gerencia era reconocida mundialmente. Que la meritocracia imperaba, no el dedo del déspota. Que no manejaba comida podrida ni compraba equipos chimbos de perforación ni celebraba contratos de producción con cubanos, vietnamitas, iraníes y otros ignorantes en materia petrolera sino con gente seria. Ignora Chávez que los gerentes y técnicos que él despidió hoy generan riqueza en otros lugares del mundo, mientras Rafaél Ramírez y su pandilla hacen desastres en la empresa de petróleos y pollos en la cual han convertido la PDVSA de verdad.
Chávez nos llama apátridas a quienes laboramos en aquella PDVSA de verdad. Lo que él intenta decir es que la Venezuela de Chávez, Zamora, Arias Cárdenas y Nicolás Maduro no es nuestra Venezuela. Por supuesto que no! Nuestros hijos y sobrinos no se fotografían con una pistola en la mano derecha y una botella de caña en la mano izquierda, como los de su familia. Nuestra patria es la de Gallegos, Picón Salas, Andrés Eloy y Briceño Iragorry, no la de Lina Ron, Carlos Escarrá o Dario Vivas. Nuestra patria tuvo a un Uslar Pietri mientras que la de ellos tiene a un Isaías Rodríguez. Tenemos estudiantes que aman la democracia y la libertad y no van a las marchas nariceados en autobuses con un bojotico de comida y llenos de anís..
Quienes una vez cerramos filas en PDVSA, la de verdad, no necesitamos vivir del gobierno ni bozales de arepa. Podemos ganarnos la vida en cualquier parte del mundo. Podemos vivir lejos de nuestra patria hoy usurpada, esperando el momento del regreso, cuando hayan caído las talanqueras del miedo y todo vuelva a ser Altamira, como decía Gallegos. Cuando se haya ido la versión moderna de Mr. Danger de nuestra patria, el cubano-castrista, y cuando el ex-déspota esté viviendo de sus memorias en su villa de Harare, bajo la protección de Mugabe. En Zimbabue Chávez se sentirá en su verdadera patria.

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