Economía

Problemas del Desarrollo en la revolución fracasada

La “revolución”

Silvio Rodriguez –cantante cubano- cuando estuvo recientemente en Venezuela dijo que la revolución bolivariana era una revolución joven. Habría que preguntarse qué diría él sobre Cuba si se ubicara en el año 1964. A los “revolucionarios” y su “gran líder” –para el caso venezolano-, no les importa que ya se haya pisado el sexto año de un gobierno ineficaz y sin éxitos, mientras este último fue a alertar al mundo al asumir la Presidencia del Grupo de los 77 (11-1-02) sobre que habían transcurrido casi dos años y no se había avanzado mucho en la aplicación y ejecución de los acuerdos que en la ONU se han tenido sobre la pobreza y en cuanta cumbre ha podido ir, a hablar mal de Venezuela –como también lo hacen otros venezolanos- echándole la culpa a los gobiernos anteriores.

El Presidente y los grupos políticos en el poder han venido amenazando a la nación con una revolución económica. Por lo demás, se puede señalar que el proyecto económico de la “revolución” se encuentra contenido en la Constitución de manera parcial. Como siguen anclados en ideas de hace 200, 100 o 50 años, veamos que es lo que podría abarcar tal proceso.

Primero que nada tendrían que eliminar la propiedad privada. Dejar frases y amenazas sobre quitarle la tierra a los terratenientes o sobre que aquellos que están trabajando -aunque muchas hectáreas tengan- se les van a dar premios. Descubrirán con esta política desfachatada que la sociedad venezolana que trabaja el campo les hará resistencia, pero también descubrirán cuantos falsos campesinos andan buscando tierras para posteriormente revenderlas.

Segundo, formar numerosas empresas publicas que atiendan y funcionen sin los criterios de rentabilidad que los “revolucionarios” consideran perniciosos y que cubran las necesidades de la sociedad y los ciudadanos. Como es conocido, las empresas estatales fueron un gran problema en la construcción de los socialismos reales. ¿Cuantos venezolanos quieren esto o van a aceptarlo? ¿Cuantos venezolanos tienen planteado abandonar los criterios y resultados de la propiedad privada por los de la estatal omnímoda? Por otro lado, tendrían que eliminar toda la banca privada y construir una banca estatal dirigida por “revolucionarios” o militares así como otorgar los créditos sin intereses o con amplísimas facilidades. ¿Cuantos venezolanos quieren una banca uniforme, sin competencia, pequeña o grande? También, tendrían que poner al Banco Central más declaradamente al lado de la “revolución” y establecer un control eterno para el tipo de cambio –ambas cosas ya avanzadas y con perspectivas de efectos nefastos a futuro-. En ausencia de estas medidas, se ha buscado recientemente y con intenciones claramente políticas manejar por parte de la Superintendencia de Bancos la información privada correspondiente a los depositarios en la banca, aunque se intente disfrazar con ideas sobre mejoramiento de la comunicación entre la Superintendencia y esta última, por ejemplo.

Tercero, eliminar la educación privada y crear una educación que fomente la “revolución” fantasiosa que han predicado –cosa parcialmente realizada con las misiones y la Universidad Bolivariana-. ¿Cuantos venezolanos quieren esto? La educación pública -con libertad de pensamiento- tiene sus méritos, pero también hay muchos méritos en la educación privada. Venezuela no es la pequeña y necesitada Cuba donde, los nacidos en el contexto de la revolución de ese país, en un número considerable, desean abandonar la Isla.

Cuarto, eliminar la prensa y los medios de comunicación privados y construir los nefastos medios únicos y totalmente cuadrados con el poder de los dictadores y las dictaduras de distinto tipo político. ¿A cuantos venezolanos les va a gustar esto? ¿Un gobierno que quiere presentarse como demócrata, como quedaría ante el escenario internacional?

El desarrollo

La sociedad de mercado -sin los desafueros de los neoliberales extremistas-, la democracia y la libertad, son parte de las guías para enrumbar con seriedad la economía y sociedad venezolana. En razón de ello, deben señalarse un conjunto de problemas que bordean la situación de distintas naciones que quieren transitar el camino del desarrollo.

En primer lugar, un problema que tiene que ver con los desafueros autoritarios de la actual administración, es la relación entre la democracia y el desarrollo. Faltan estudios adicionales para reafirmarlo más, pero pareciera existir una relación directa entre desarrollo y democracia según ha planteado A. Sen. Por los demás, el autoritarismo en boga en Venezuela, es tradicional y generador de atraso. Es un autoritarismo que ha pasado a resaltar los valores y formas de mando de los ámbitos militares y que considera poderse poner por encima del poder civil.

En segundo lugar la distribución del ingreso. Parte de la problemática ha pasado a ser sustituida por las discusiones sobre inclusión o exclusión en sus relaciones con la propia globalización. En realidad persiste una aguda problemática de distribución del ingreso y del deterioro del salario real para los venezolanos. Antes el problema era estructural, ahora ha pasado a ser influenciado grandemente por el crecimiento de la marginalidad, el deterioro del salario real y la informalización general de la economía, lo cual permite que muchas actividades salgan de registros, supervisiones y aportes tributarios (se estima que más de 5 millones de venezolanos viven en la economía informal; El Nacional 15-3-2004). Debe afirmarse que algunos de los que hoy se plantean como opuestos a la actual administración no tuvieron la más mínima sensibilidad –ni tecnica, ni social- sobre los efectos perniciosos de una aguda concentración en la distribución del ingreso.

En tercer lugar, la inestabilidad institucional, la afectación de los derechos de propiedad y control y el correspondiente aumento de la incertidumbre. El patrimonio nacional, el apoyo institucional ha pasado a ser concebido para beneficiar a aquellos cercanos a la camarilla del poder, mientras el resto de la sociedad subsiste mal o bien, según los grados y posibilidades de cada quien o de cada grupo social. Las políticas públicas, así, han perdido la dimensión de políticas de Estado, convirtiéndose en instrumentos de beneficio clientelar desde el punto de vista de los procesos políticos.

En cuarto lugar, el financiamiento del desarrollo. El último lustro, ha permitido observar un fortalecimiento del rentismo (como forma de apropiación de una renta internacional). A la par, los mecanismos de obtención de financiamientos, como colocación de bonos, han pasado a darse en un contexto de control cambiario con las correspondientes determinaciones del mercado paralelo o negro. El alto endeudamiento interno compromete las disponibilidades de ahorro del sector público. En realidad, para el campo de una afirmación extrema, el ingreso petrolero está, además, financiando la “revolución” fracasada y los entretenimientos de “revolucionarios” nativos y extranjeros. Otros mecanismos de obtención de fondos para el financiamiento del desarrollo, como son los que provienen del financiamiento externo -como es el caso de la inversión extranjera- se encuentran poco dinamizados en cuanto a su colocación en la nación. En ello sigue influyendo la alteración institucional y el clima de afectación a los derechos de propiedad.

En quinto lugar, el elemento concerniente a la relación entre políticas publicas y política económica. Aquellas atienden los fenómenos públicos en base a ideas como las de los servicios y bienes públicos, en el contexto de los desempeños del Estado y gobierno y que, en el caso de Venezuela, cuenta con el histórico e ineludible manejo de la renta petrolera por parte de las distintas administraciones. La política económica, por su parte, es más específica, aunque se defina en un sentido amplio. La política económica tiene tres objetivos fundamentales: alcanzar crecimiento, baja inflación y aumento del bienestar. Esto puede conceptualizarse como lograr un crecimiento redistributivo con baja inflación. Para atender tales objetivos, la política económica puede dividirse en lo que atañe a la atención de la problemática generalmente coyuntural y la del crecimiento y desarrollo. Debería este último espacio tener una primacía sobre el anterior. La idea que hemos planteado en otros lugares, atinente a una trampa de los planes de ajuste y estabilización se refiere precisamente a que el espacio conceptual y operativo que en la política económica tiene la ejecución de planes de ajuste y estabilización se superpone al del crecimiento y desarrollo y, la propia dinámica del círculo vicioso que se da en los asuntos macroeconómicos entrampa a la nación en la atención preferente y repetitiva de estos últimos. Esto se ve determinado y potenciado por el hecho de que, si bien tales planes abarcan en su formulación lo concerniente a cambios estructurales, estos se ven prácticamente desatendidos ante el mayor peso de la estabilización y la coyuntura económicas. Más aun, en los países latinoamericanos, el período de transformación y cambio iniciado desde los ochenta debe asociarse al desplazamiento de que ha sido objeto la investigación sobre el desarrollo y la elaboración de estrategias de crecimiento y desarrollo que aborden el tratamiento -con fijación de objetivos y políticas de largo plazo- del conjunto de aspectos básicos económicos, institucionales, político-sociales, del cual los coyunturales y de estabilización son, en realidad, un reflejo o resultado. Se ha caído, así, en una trampa técnica que se vincula a la manera como se entiende la economía cuando se ejecutan tales planes, que no es otra que la de la consecución de equilibrios que terminan siendo muchas veces efímeros.

En cualquier caso, son pertinentes dos comentarios adicionales sobre este quinto elemento. Por un lado, en la región, al menos desde la perspectiva de algunos ámbitos, se está retomando la importancia de focalizar sobre la problemática del desarrollo. Ilustrativo de esto es la significativa afirmación de José A. Ocampo que destacamos de seguida y que compara, acertadamente, las posiciones que se han tenido en la región, con las presentadas en Asia :“Para todos los analistas debería ser claro ya que la apertura económica no genera automáticamente un mayor ritmo de crecimiento de las exportaciones y, menos aún, de crecimiento económico general, como lo soñaron algunos hace una década. …Por esta razón es necesario plantear una nueva estrategia de desarrollo productivo, que tenga en cuenta la apertura de la economía colombiana de hoy y otorgue, por lo tanto, una atención especial al sector exportador y a aquellos que han tenido dificultades para enfrentar la competencia de las importaciones. La insuficiente atención otorgada al desarrollo productivo ha sido uno de los grandes errores de las aperturas económicas en América Latina, y debe ser corregido. El contraste con los países asiáticos …donde dicha estrategia ha sido central hasta hoy, sirve de claro contraste con la tendencia latinoamericana, de suponer que la mejor política de desarrollo productivo es no tener ninguna estrategia en este campo.” (J. A. Ocampo, S. E. Cepal, EL DESARROLLO, LA ECONOMÍA Y EL CONFLICTO, Bogotá 6-3-03).

Y, por otro, Venezuela en particular, se encuentra desfasada y desubicada no solamente de la atención y abordaje de la problemática estructural del desarrollo sino incluso del propio tratamiento rutinario de planes de ajuste y estabilización en el cual siguen inmersos variados países de América Latina. En sus lugares, se ha posesionado una alta conflictividad política, un agudo empobrecimiento de la población y ambiente recesivo para la economía junto a un no menos profundo deterioro institucional.

Para atender esto se han desarrollado los indicadores de coacción política que deberían medir las dificultades para llevar a cabo una política de transformación en un ambiente conflictivo. Pero, en el caso de Venezuela puede afirmarse que los propios grupos políticos manifiestan, aun con sus deseos e intenciones, grandes confusiones operativas, en la conducción de la “revolución” y ni que decir de la economía. También se han desarrollado los estudios sobre particularismo que remiten al fortalecimiento de las camarillas perniciosas que se forman en los ámbitos del poder político. En este caso y para poca felicidad de la nación venezolana, es indudable que las camarillas están generando distorsiones que aumentan los costos de transacción y dejarán efectos de mediano plazo que empezarán a sentirse a partir de el día después.

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