Economía

Rectifique Presidente Chávez

A medida que trascurre el año son cada ve más evidentes los signos de la crisis nacional. Concurren una serie de elementos que configuran un cuadro de severo deterioro económico y social. Una caída anunciada de la actividad económica acompañada de pérdida de puestos de trabajo y un clima de alta y persistente inflación que deterioran los salarios reales, refuerzan la declinación de la economía. A ello se suma un shock eléctrico que está causando estragos en la vida económica y social de Venezuela. Durante el cuarto trimestre de 2009 la inversión se desplomó 20% lo que sugiere que hay una destrucción de capacidades productivas que comprometen la senda de crecimiento futuro. La primera rectificación que solicito al presidente Chávez es que deje atrás el discurso del socialismo del siglo XXI por obsoleto. Señor presidente, usted tiene seis años de sostenido esfuerzo por instalar en la conciencia de los venezolanos la idea de un sistema socialista y hasta ahora los resultados han sido decepcionantes, en la medida en que apenas 30% de la población acepta ese sistema de gobierno. Y lo que es peor, muchos avienen con su concepto de socialismo porque lo vinculan con el reparto de dinero o de alimentos, por más nada. Presidente Chávez, con ese discurso del socialismo, créame, usted no va para ningún lado. Lo peor de todo tal vez es que la inmensa mayoría de los venezolanos lo percibe como un instrumento de Fidel Castro a quien éste manipula a su antojo. Con un esquema de gobierno que despotrica contra la empresa privada no se genera empleos ni se crea riqueza pública. El concepto de socialismo del siglo XXI cada vez se parece más a los socialismo degenerados que impuso la antigua Unión Soviética a sus países satélites y que colapsó por su inviabilidad estructural.  

Necesita Venezuela un gobierno inclusivo pero la inclusión no puede materializarse a costa de excluir a sectores de la población que hoy son mayoritarios y que cuestionan su labor como presidente. Una democracia no es un gobierno de las mayorías. Es una fórmula de gobernar basado en la regla del voto popular mayoritario pero con claro respeto a quienes en un cierto momento son minoría. El espacio de la democracia representativa no puede ir más allá del irrespeto a preceptos fundamentales de la libertad del ser humano y del modo de vida civilizado, tales como la separación y equilibrio de poderes para el que el gobierno no devenga en una tiranía, la obediencia al Estado de derecho y el apego a las leyes vigentes. De aquí, la segunda exigencia, que se respete las leyes y en especial la Constitución.

Uno de los logros más importantes de la civilidad es que las naciones mantengan fuerzas armadas sujetas al poder civil y no el poder militar como arbitro de la sociedad. Eso lo entienden bien los militares democráticos. La institución castrense está en la esencia del orden republicano. De allí que el empeño de hacer de la institución militar un brazo de una facción política lejos de favorecer a una fuerza armada la perjudica porque el país la comienza a visualizar como un referee armado de disputas políticas entre civiles o como brazo armado de un  partido. Recuerde que el gobierno del General Pérez Jiménez se llamaba “el gobierno de las Fuerzas Armadas Nacional” y al caer la dictadura el 23 de enero de 1958 fue muy laborioso el esfuerzo que tuvo que hacerse en Venezuela para que el pueblo reconociera a los militares como parte de él y no como un cuerpo extraño. Por tanto, señor presidente debe usted hacer un esfuerzo por mantener a la FAN alejada del pugilato político-partidista.

El cuarto llamado a la rectificación tiene que ver con el diseño de una nueva política exterior. En momentos en que se cierra el círculo de sus amigos y queda reducido su  apoyo internacional no puede usted ser guiando la política exterior según el principio de la confrontación permanente. Con Colombia, por los lazos tradicionales de amistad entre nuestros pueblos, debe restablecerse urgentemente las relaciones comerciales. Y con los Estados Unidos el enfoque debe ser de respeto y de cese de las hostilidades verbales porque ya pasó la época en que el antiimperialismo redituaba dividendos políticos. La era Bush feneció y con ella vino una forma distinta de valorar los asuntos hemisféricos. La junta con la teocracia iraní no favorece a Venezuela. Se trata de un gobierno reaccionario con atuendo anti yanqui. La cordialidad de las relaciones entre países no puede basarse en el odio común hacia Estado Unidos.

Finalmente, señor presidente, si usted sigue con la política de debilitar al Banco Central de Venezuela, extrayendo sus reservas internacionales para financiar el déficit fiscal, lo que va a causar es un empobrecimiento general en la medida en que la inflación se va a profundizar y la escasez que provoca el control de precios se conjugan para hacer insostenible la vida de los sectores más pobres de la población. Entienda presidente que por alguna razón en todos los países se ha prohibido que los bancos centrales emitan dinero de la nada, sin respaldo y si esa práctica de desvalorizar el bolívar continúa ocurrirá entonces que lo que es un problema económico se transformará en un asunto político porque el descontento que genera la inflación ha liquidado a más de un gobierno.

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