Economía

Renovando esperanzas en el 2008

La llegada de un nuevo año implica siempre mucha alegría, reencuentro con nuestros seres queridos, formulación de proyectos y renovación de propósitos. La aspiración generalizada es la de dar vuelta la página y comenzar con optimismo la nueva jornada. Ese es el gran anhelo de los venezolanos que en forma mayoritaria desean echar las bases de un país que pueda desarrollar sus potencialidades en un clima de tolerancia y de equidad.

Nadie puede suponer que este nuevo ciclo será fácil. En el ámbito de la convivencia social, que es fundamental para avanzar e imprimir cambios en democracia, será preciso deponer actitudes que enturbien las relaciones entre los venezolanos, ya bastante opacadas por el impacto del divisionismo que ha afectado el tejido social. Las heridas pueden sanar porque somos un pueblo acostumbrado a levantarnos, enfrentando una y otra adversidad. Lo que no podemos colocar en un tubo de ensayo es el destino del país, el espacio de las próximas generaciones que tienen derecho a un mejor país, y no a recoger sus pedazos. De manera que esta es la primera y principal empresa a abordar en el arribo del 2008. Todos, unos más que otros, pero con la misma fuerza, debemos demostrar cuanto nos duele Venezuela, y actuar en consecuencia.

Llegamos al 2008 con una cantidad de tareas pendientes. La economía que es el soporte del desarrollo mostró signos preocupantes a nivel macroeconómico. Creció a la sombra del petróleo y de las importaciones, y a pesar de los excedentes petroleros registró un déficit del 4% en el PIB. La producción se estancó debido a políticas gubernamentales equivocadas y a la desinversión, cobrando auge la economía de puertos y los sectores de bienes no transables. Entre otros indicadores la industria de la construcción, la de mayor impacto en el empleo, creció sólo en un 4% en el tercer trimestre frente al 18% que había logrado en el primer trimestre del 2007.

La inmanejable inflación, la más abultada desde el 2003, cerró el año con un 22.5%, y continúa siendo la más alta de la región por segundo año consecutivo, donde el índice promedio fue de 5,9 %. Los pronósticos oficiales se quedaron cortos en más de diez puntos, porque no se tomaron las previsiones y ni se atendieron las propuestas que apuntaban hacia un viraje del modelo interventor. Los controles de precios y de cambio, vigentes desde el 2003, han provocado la distorsión de la economía, con graves secuelas como el desabastecimiento y encarecimiento de bienes de primera necesidad, y la escasa rentabilidad en sectores productivos específicos.

El presupuesto fiscal para el 2008 de 137,5 billones de bolívares (unos 63.953 millones de dólares), representa un crecimiento de 19,35% con respecto al 2007, y de 150% en relación a 2004. No se advierten signos que apunten hacia la disminución del gasto público por lo que el presupuesto por la vía de créditos adicionales se elevará a unos 165 billones de bolívares (US$ 76.744 millones). Fue calculado con base a un precio promedio de la cesta petrolera de 35 dólares por barril cuando bordea los 100 dólares el barril, precisamente para dar margen a su discrecional ejecución.

El ciudadano aspira que el Estado atienda sus necesidades prioritarias, como la seguridad personal, el empleo, la vivienda, el abastecimiento, la educación, la salud, la vialidad y el transporte, y que estos multimillonarios recursos sean invertidos en garantizar calidad de vida sin discriminaciones. La carencia de viviendas, que afecta a millares de venezolanos, constituye el tema de mayor impacto social, junto a la delincuencia desbordada y a la inseguridad jurídica, y ha generado además grandes costos políticos. De manera que si este conflicto está tan arraigado en todos los estratos de la población, ¿por qué no abordarlo con energía, con suficientes recursos, industrializando la construcción de viviendas, tanto para la venta como para el alquiler, utilizando la experiencia y tecnologías de los profesionales, técnicos y trabajadores venezolanos? Es aquí en Venezuela donde se necesitan techos para las familias. El déficit habitacional de Cuba, República Dominicana o Argentina lo pueden ir recortando sus respectivos gobiernos.

En el 2008 y en los años venideros Venezuela necesita dar respuestas puntuales a sus conflictos más apremiantes, concertando voluntades y cohesionando un gran equipo ganador, con visión de futuro, con una agenda alternativa política, social, y económica. En el camino para encauzar los cambios, para exigir modelos incluyentes y para rescatar los valores de la democracia, se requerirán de los esfuerzos de los diferentes sectores de la sociedad. Los venezolanos necesitamos renovar las esperanzas, reencontrarnos como el pueblo fraterno, solidario y luchador que siempre fuimos. Ese debe ser el primer y más significativo propósito en el amanecer del Nuevo Año.

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