Economía

Rodolfo Marco Torres: El poder censurado, por Blanca Vera Azaf

Uno de los hombres más poderosos en este momento dentro del gobierno es el actual ministro de Alimentación, Rodolfo Marco Torres. Este militar que ha paseado en la última década por un gran número de cargos en una carrera ascendente en la que se ha valido de “asociaciones estratégicas” con los ministro de turno -para luego darles la espalda y asumir su cargo- recibió esta semana el primer voto de censura del que se hace merecedor un funcionario público desde que fue aprobada la Constitución Bolivariana de Venezuela.

Marco Torres no sólo controla actualmente las importaciones de alimentos, sino que el ejercicio de su poder se extiende hasta el Ministerio de Economía y Finanzas, aun cuando en la Gaceta Oficial se estipule que el jefe de ese despacho es el tímido tecnócrata, Rodolfo Medina.

Este general formó parte del gabinete económico durante el mayor boom petrolero de la historia. Paradójicamente el militar ahora enfrenta la mayor escasez de alimentos que el país haya vivido desde la guerra federal.

¿Cómo se explica que uno de los principales responsables de los recursos de la nación haya permitido un despilfarro tal que ahora no alcanza para comprar comida? Y más allá. ¿Cómo es posible que el presidente de la República, Nicolás Maduro, haya nombrado en el cargo de ministro de Alimentación en plena crisis de desabastecimiento a un hombre que ha pertenecido a un equipo que no fue capaz de resguardar la renta petrolera?

La carrera de este general dentro del Ejecutivo lo ha llevado a desempeñarse como presidente del Banco del Tesoro, Coordinador general de la alta comisión comercial para la independencia científica tecnológica y económica, secretario del Fondo de Desarrollo Nacional, presidente de la Corporación CASA, director encargado del BCV, tesorero nacional, presidente del Banco Bicentenario y ministro de la Banca Pública. Además de lo anterior, Marco Torres continúa siendo el presidente del Banco de Venezuela.

Por muchos años Marco Torres fue un fiel protegido del ex ministro de Planificación, Jorge Giordani, y se mantuvo obediente a sus órdenes durante la época en la que se planificó y llevó a cabo el desmantelamiento del mercado de capitales y las casas de bolsa en Venezuela. Mientras se conocía el malestar que había entre algunos ministros y funcionarios del área económica con esta medida orquestada por Giordani y aceptada por el difunto presidente Hugo Chávez, de Marco Torres jamás se supo su opinión. Sólo se limitada a guardar silencio y seguir órdenes.

No estudió economía ni tampoco finanzas, aunque en los últimos dos años ha recibido a los inversionistas que mantienen en sus portafolios bonos de la República y de Pdvsa. De hecho, se hizo famoso entre este selecto grupo porque una vez en su oficina habló sobre las medias económicas que llevaba a cabo el gobierno y que calificaba como “positivas”. Todo iba muy bien hasta que al ministro de Economía y Finanzas se le ocurrió mostrarles una lámina en donde aparecía el vertiginoso aumento de la liquidez monetaria y bancaria como si esto significara un gran logro. Los inversionistas abandonaron el despacho con una profunda preocupación, luego de constatar la gran distorsión existente en el sistema económico venezolano reflejada en la inflación más alta del mundo. El ministro ni se percató de su error.

Actualmente el nuevo sistema cambiario con nombres de robot: Dicom y Dipro ha sido prácticamente secuestrado por el ministro Marco Torres. Es uno de los que se ha negado a que este mecanismo sea utilizado como un primer paso para levantar el control de cambio.

Tan pronto como el ministro de Industrias, Miguel Pérez Abad, fue nombrado vicepresidente del área económica comenzaron los roces con Marco Torres. La versión no oficial es que el ministro de Alimentación quería un aumento en la asignación de divisas para la importación de alimentos, justo ahora en plena recesión y cuando el fisco está recibiendo menos dólares por la caída del precio del petróleo. Según las fuentes extraoficiales el ministro Pérez Abad se negó y fue como decretarle la guerra al general. Desde entonces Marco Torres se ha dedicado a hacer comentarios “poco enaltecedores” de su compañero de gabinete por Miraflores.

La realidad es así: Mientras Pérez Abad ha tenido que sentarse con los gremios para negociar la nueva estructura de precios; Marco Torres se movía en el mundo de las importaciones de alimentos. Sí, lee usted bien: Importaciones, pues la cartera que preside el general no ha hecho el mínimo esfuerzo por lograr levantar la producción agrícola y pecuaria nacional. Si usted consigue alguna información relacionada con los sectores productivos internos, esté seguro que detrás está alguna operación de importación, sea de la semilla, la maquinaria o los fertilizantes. Es que al ahora vetado ministro le gustó mucho el sector importador pero su control no contribuye a que las cosas mejoran.

Saque usted sus conclusiones: En el año 2015 -con todo y el recorte de importaciones- las compras externas de alimentos sumaron 12 millardos de dólares aproximadamente. De este total 7 millardos de dólares aproximadamente correspondieron a adquisiciones del sector público. Las de 2016 –aunque no hay cifras oficiales- pueden estar sumando una cifra que conduzca a que al cierre de los doce meses el número total sea bastante parecido.

¿Sabe usted cuánto son 7 millardos de dólares? Con esa cantidad de dinero se pudo haber pagado la mitad de la construcción del euro túnel que une a Francia con Inglaterra, o 116 viaductos como el de Caracas-La Guaira, o 20,5 veces la construcción de la línea 4 del Metro de Caracas. Pero resulta que no alcanza para alimentar a 30 millones de habitantes que es la población de Venezuela. ¿Por qué?

La respuesta es simple: El gobierno no ha hecho nada para impedir las importaciones ficticias y las sobrefacturaciones. Las firmas privadas calculan que al menos el 40% de las compras en el exterior que hace el sector público no llegan a puerto venezolano; es dinero que termina en las cuentas bancarias en divisas de funcionarios gubernamentales y falsos importadores.

Existe un status quo creado a lo largo de los años que ha ido mutando y cuyas roscas se continúan beneficiando de las divisas preferenciales que la mayoría de la población ya no tiene. Asimismo, el subsidio que le quitaron a la mayoría de la clase media cuando se prohibió a la banca privada continuar ofreciendo dólares del Cencoex para viajeros ahora va a otras manos.

Los subsidiados a los que ya no puede acceder la clase pobre porque no hay alimentos en Mercal o Pdval se quedan hoy en día en los bolsillos de los enchufados con el gobierno dentro y fuera de Venezuela. Lo que es peor: Rodolfo Marco Torres lo sabe y no hace nada. También lo sabe Pérez Abad y por eso la guerra velada del militar contra el civil.

Cualquier investigación o descubrimiento que se realice con los ministros de Alimentación pasados y presentes se quedará corta. La red de corrupción tiene tentáculos y abarca a una gama inimaginable de beneficiarios. Nicolás Maduro también lo sabe y tampoco hace nada.

El voto de censura del que se hizo merecedor el Rodolfo Marco Torres no sólo tiene un significado político -por no haber cumplido con la responsabilidad ministerial de velar por el buen uso de los dólares de la nación- sino que también una significación moral. Cada niño que se levanta en la mañana y no puede asistir al colegio para ayudar a su madre a hacer las colas para comprar alimentos es responsabilidad de Marco Torres. Cada estómago que se va a la cama sin haber consumido las tres comidas diarias es responsabilidad de Marco Torres. Cada cantina, comedor escolar, o universitario que no pueden continuar abiertos es responsabilizada de Marco Torres. Cada lactante que enferma o muere por falta de fórmula alimenticia es responsabilidad de Marco Torres.

Pero no crea usted que un hombre acostumbrado a vivir bien, a mandar, a rodearse de lujos y privilegios lo anterior lo amilana. Sólo hay un detalle que seguramente le incomodo al general ministro: Desde que la Asamblea aprobó el voto de censura amparado en los artículos 187 numeral 10 y en el 246 de la Constitución Bolivariana de Venezuela Rodolfo Marco Torres no puede firmar ningún contrato con proveedor. No puede suscribir acuerdos, no puede transferir dinero, no puede autorizar movimiento de fondos. Es decir, su firma no tiene valor. Cualquier rúbrica que sea estampada a partir de ahora no será reconocida en los tiempos por venir.

El presidente Maduro puede decir lo que quiera con relación a no acatar el mandato constitucional del voto de censura. Sin embargo, no puede olvidar que los capitales internacionales son temerosos por naturaleza y procurarán protegerse de eventuales contratos inválidos. Mucho más ahora que el corto plazo importa porque los vientos de cambio comenzaron a soplar y prometen no detenerse.

 

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