Economía

Tercera Vía, capital social y Nuevo Progresismo

I

Entre aquellos que reclaman el monopolio intelectual de la Tercera Vía podemos encontrar dos corrientes de pensamiento: el «Nuevo Centro» ( «The New Middle», ejemplificado por el Nuevo Laborismo inglés) y lo que pudiéramos llamar el «Nuevo Progresismo» ( promovido por un grupo de personeros de la OIT y de la UE según señala Bob Deacon en reciente publicación). Como bien lo ha descrito Guiddens, la Tercera Vía inglesa no es otra cosa que una renovada social-democracia. Es un término medio, es una especie de neoliberalismo con un estado eficiente en su rol compensatorio. La otra corriente, el Nuevo Progresismo va más allá del discurso conservador y pragmático del Laborismo inglés y propone lo que en mi opinión puede ser una verdadera y viable alternativa. El Proyecto político del Nuevo Progresismo se construye con propuestas como la democracia asociativa, directa y consensual; la promoción de una justicia distributiva que justifica los derechos sociales no solo por el simple hecho de la ciudadanía sino por el compromiso ciudadano de cada individuo; la construcción de un estado de bienestar no-burocrático, entre otras propuestas. Destaca igualmente la promoción de mecanismos para la distribución no solo de ingresos sino de bienes, para asegurar el derecho de cada ciudadano del mundo de co-participar del capital social de su nación y léase bien, del planeta en su totalidad.

Un ejemplo práctico de una propuesta de corte neoprogresista (insisto, sólo un ejemplo) sería la creación de un Fondo Social de Participación Financiera (FSPF). El FSPF se basa en el concepto de unión, elemento característico del Nuevo Progresismo. En el Nuevo Progresismo el énfasis es la unión, no el antagonismo. Este énfasis es una importante coincidencia con el verdadero pensamiento que debería inspirar la revolución bolivariana (si por fin entendiéramos que la unión empieza por casa, no en el extranjero). El FSPF se traduce en la siguiente propuesta: Con el objeto de combatir la cada vez más desigual distribución de la riqueza y como una forma de promover una ciudadanía participativa y consciente, el FSPF transferiría, a una cuenta bancaria creada con este único fin, un capital predeterminado, digamos a manera de ejemplo siete millones de Bs. a cada venezolano que cumpliera con ciertos requisitos, entre los que puede mencionarse : (1) Culminación de los estudios secundarios (o posiblemente dos años de una carrera técnica), (2) No tener antecedentes criminales y (3) Haber declarado al menos un año al fisco. La cuenta bancaria del FSPF estaría regulada. La regulación de la misma puede variar de acuerdo a las conclusiones que se generen producto de un debate nacional. Como parte de este ejercicio hipotético sugiero las siguientes regulaciones: durante los primeros 10 o 15 años los siete millones de Bs. no podrían ser usados libremente, sólo podrían usarse como un aval financiero para prestamos super-blandos orientados exclusivamente a desarrollar actividades de inversión: educación, la compra de una casa o terreno, la creación de una nueva empresa, entre otros. Se parte del supuesto que con este aporte inicial para la inversión se mejore la igualdad de oportunidades necesaria en el inicio de la vida social de cada ciudadano. En este sentido, el FSPF es un ejemplo de unión, alianza, asociación, entre el individuo y la colectividad.

El concepto de redistribución implícito en el mecanismo del FSPF no pretende despojar al que tiene para redistribuirlo entre los que no tienen en una forma arbitraria. Si bien es indudable que habrá la necesidad de realizar algún tipo de transferencia progresiva, sobre todo al inicio, la idea realmente toma fuerza como una reorientación de la acción colectiva del estado para dejar atrás la practica de la «limosna paternalista y arbitraria» característica de regímenes estatistas. El objetivo, por el contrario, es promover la responsabilidad ciudadana vía la alianza entre el estado y el individuo, la cual se encuentra implícita en esta forma democrática de distribución. La meta es reorientar la acción gubernamental de la tradicional limosna paternalista al concepto de inversión social no-burocrática, donde es el individuo en asociación con el estado, quien administra los bienes públicos. Los recursos provendrían justamente de reubicar parte del presupuesto nacional ya existente hacia una iniciativa como la del FSPF. El fundamento filosófico es el siguiente: todos deben tener derecho por igual a administrar y beneficiarse del capital social del país.

Críticos a la propuesta del FSPF pudieran señalar que los venezolanos no estamos a la altura de tal proyecto. Siempre les he dicho a aquellos que no creen en el pueblo y su inmensa capacidad, que creo mucho más en la capacidad de la gente para dirigir y administrar que en la de cualquier político. Un joven que construye su futuro, una pareja pronta a casarse, una madre soltera tiene una mayor capacidad para hacer productivos esos siete millones, para realizar una sabia y honesta inversión, que cualquiera de nuestros políticos, sea este puntofijista o de la quinta república. Creo en la democracia directa.

II

En líneas anteriores describí el proyecto del Fondo Social de Participación Financiera (FSPF) como ejemplo de un proyecto de corte neoprogresista ¿Cómo puedo hacer para convencer al amigo lector de que la idea del FSPF es una buena idea? Como Uds. saben la idea de redistribuir bienes no es nueva, desde la época de Platón y Aristóteles se discute. Thomas Paine la propuso inicialmente en su trabajo «Reforma Agraria» . Hace un año profesores de la Universidad de Yale han modernizado la idea en un libro sobre el cual, por cierto, baso parte de mi propuesta. Igualmente, estudios recientes concluyen que programas de redistribución de bienes (contrarios a los de redistribución de ingresos) como el FSPF están estrechamente ligados a un crecimiento equitativo de las economías. Hay ya varios organismos internacionales que, contrarios a las políticas neoliberales del Banco Mundial y el FMI, favorecen este tipo de propuestas redistributivas no-burocráticas: Grupos en la Unión Europea, PNUD, OIT y muy probablemente el OECF del Japón. Les aseguro que hay un grupo significativo de propuestas disidentes del proyecto de política social «residual» del FMI que concuerdan con una filosofía neo-progresista, no así social demócrata. En el ámbito interno, la idea es beneficiosa desde varias perspectivas: (1) Es la mejor forma de combatir la delincuencia y la inseguridad, de incentivar a nuestros jóvenes a volver a las aulas y alejarse del crimen, la prostitución y las drogas; (2) Contribuye a la independencia de la mujer y con ello, probablemente, a la redefinición del concepto de pareja y familia hacia un concepto más igualitario y responsable; (3) Es una forma ideal para profundizar la tan necesaria descentralización; (4) Es una base ideal para transformar el sistema de seguridad social; (5) Puede servir de apoyo a programas de reforma agraria y de la promoción de la pequeña y mediana empresa, e igualmente, para programas habitacionales; (6) Es un complemento del programa de la reforma del estado y de la promoción de la sociedad civil. (7) Sería además, aún en el corto plazo, una forma de contribuir a reactivar la economía.

Para concluir y con ánimo de promover un debate de altura en estas elecciones, en mi opinión ( espero que el MVR comprenda que intento ser lo más objetivo posible), por lo que recojo del discurso, escritos y propuestas del MVR, este movimiento apuesta al éxito de un modelo fracasado al perseguir construir una social democracia eficiente. Aquellos que están en «la oposición y a la vez apuestan a la revolución» harían bien si tomaran la bandera del Nuevo Progresismo como fundamento de su proyecto político. Una propuesta como la del FSPF es una propuesta responsable, cónsona con los nuevos tiempos, y capaz de encender la imaginación de nuestros jóvenes y sus familias hacia un tipo de justicia distributiva diferente. Aún perdiendo las elecciones, los nuevos movimientos de oposición revolucionaria que se identifiquen con el Nuevo Progresismo (como podría ser el caso, por ejemplo, de Primero Justicia quienes ya han promovido una experiencia de democracia directa en Miranda) quedarían ligados a ideas renovadoras como la de la FSPF y otras de corte neoprogresista, lo que sería muy importante y sano para el país. En esta campaña electoral sería muy provechoso para Venezuela promover una discusión de altura en relación con las diferentes corrientes de pensamiento que conforman la renovadora búsqueda de la Tercera Vía.

PD: Para obtener las referencias bibliografiítas de este articulo favor contactar al autor a la dirección electrónica: (%=Link(«mailto:[email protected]»,»[email protected]»)%)
o alternativamente a: Department of Political Science. Stanford University. CA 94305 EUA.

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