Economía

Tipo de cambio

La presentación del Presidente del Banco Central de Venezuela, Nelson Merentes,  realizada el pasado 8 de junio y que recoge la página web del instituto emisor, estuvo acompañada por dos láminas en las cuales se compara el tipo del dólar oficial con el precio del dólar permuta. Supongo que la relación detallada de este último precio, en términos diarios para el año en curso, significa el levantamiento de la prohibición que existía de mencionar tipos de cambio distintos de los oficiales. Lo que parece lógico porque también se ha proclamado la muerte del mercado de permuta, el cual ha sido sustituido por el Sistema de Transacciones con Títulos en Moneda Extranjera (SITME).

            Como ya se puede hablar del tipo de cambio no oficial parece oportuno abordar el tema. Sin embargo, como aun no se ha derogado la ley que penaliza mencionarlo no hablaré en cifras absolutas sino en porcentajes, por si las moscas. Del mercado de permuta (2003-2010) se debería hablar bien, como acostumbra a hacerse con los muertos. Pero, por más que rebusco, sólo le encuentro dos aspectos positivos. Primero, que creó una válvula de escape ante un control de cambio que se fue haciendo con el tiempo cada vez más absurdo, al mantener una tasa oficial fija para una economía cuya inflación más que triplicaba la de sus socios comerciales. Segundo, que probablemente será menos malo que el sistema que lo sustituye.

            El Presidente del Banco Central de Venezuela no es tan compasivo en su evaluación del mercado de permuta. En la presentación dice: “El denominado mercado del dólar permuta funcionaba con una lógica puramente especulativa, fuera de cualquier racionalidad económica”. Sin contar con que ese mercado fue creado y promovido por el actual gobierno, cabe señalar que su existencia compensaba la rigidez e irracionalidad de un control de cambios que se regía por un precio totalmente irreal. De manera similar, el nuevo sistema SITME intenta compensar las deformaciones que creaba el mercado de permuta pero casi necesariamente originará otras nuevas que en su momento será penalizado mencionar. Según Merentes “la lógica especulativa tenía como motivaciones formar un precio artificial para este tipo de cambio y de esta manera generar presiones inflacionarias; favorecer la salida de capitales  y, por esta vía, comprometer la posición del país en reservas internacionales; servir para la presunta comisión de actividades ilícitas, como el lavado de dinero”. Resulta muy difícil conjeturar motivaciones ajenas. Pero para las autoridades gubernamentales, que diseñaron y crearon el mercado  de permuta, probablemente sea más fácil identificar sus propias motivaciones.

            Más que juzgar intenciones, que a menudo se utilizan para inventar culpables que mitiguen o disimulen la propia culpa, deberían evaluarse los resultados. El régimen que estuvo vigente durante siete años, y que ahora el gobierno cambia y califica de nefasto, significó que el precio del dólar aumentara (o el bolívar se devaluara) 3,5 veces, durante un período en el cual las más de las veces los ingresos por exportaciones y los precios del petróleo fueron muy elevados. La diferencia entre el precio del dólar oficial y del mercado paralelo fue la mayor parte del tiempo (con excepción de los años 2005 y 2006) muy superior al 50% y llegó a estar en un 225%, cuando los teóricos de la economía consideran que nunca debería ser mayor de un 25%. Según el último registro de las láminas del Banco Central, cuando cesó el mercado de permuta el diferencial era de 93%, aún después de la devaluación de comienzos de año. Estas anomalías dieron lugar a una serie de distorsiones en la vida económica del país que a su vez originaron los padecimientos que ahora sufre la población, además de los males identificados por Merentes.

            Como sabe cualquier economista, la fijación de la tasa de cambio es un poderoso instrumento de política económica. Pero como toda arma poderosa puede ser muy peligrosa si se la utiliza con ignorancia o irresponsablemente. A veces puede dar frutos inmediatos que aparecen a primera vista como positivos, tales como permitir mantener los subsidios y los precios controlados de productos de primera necesidad o hacer posibles los viajes al extranjero de la sufrida clase media. Pero si no se sabe manejarla, o no se supervisa sus efectos, puede generar daños permanentes, tales como la destrucción de la agricultura y del aparato productivo y, como lo saben muy bien la mayoría de los países sudamericanos, desatar una inflación descontrolada.

            La base del problema, y de sus secuelas, es el mantenimiento de un dólar oficial totalmente irreal, lo que no se ha modificado. Mientras se mantenga así, inevitablemente se tendrá una política de parches, como el mercado de permuta, y de parches sobre parches, como el recién inaugurado  Sistema de Transacciones con Títulos en Moneda Extranjera.

Fundado hace 28 años, Analitica.com es el primer medio digital creado en Venezuela. Tu aporte voluntario es fundamental para que continuemos creciendo e informando. ¡Contamos contigo!
Contribuir

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba