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Tradiciones en crisis: La hiperinflación acabó con los estrenos del 24 y 31

«Éramos felices y no lo sabíamos» es la frase recurrente de los venezolanos, al recordar la época en la que comprar los estrenos para diciembre eran una tradición casi obligatoria que alegraba las vidas de niños, jóvenes y adultos y que, en mayor o menor medida, estaban al alcance de la mayoría de los venezolanos.

En este 2018, la costumbre de estrenar en Navidad y Fin de Año quedó en el pasado. La hiperinflación mermó no solo las posibilidades de disfrutar de un plato navideño, sino también de adquirir alguna prenda nueva para vestir.

En un recorrido por las zonas más concurridas de la ciudad capital, Analítica.com pudo constatar que un conjunto (camisa, pantalón y un par de zapatos), tanto para niños como para adultos, puede costar entre 20.000 y 40.000 bolívares soberanos, en los lugares más «económicos».

En algunas tiendas del boulevard de Sabana Grande, una zona tradicionalmente frecuentada por los caraqueños para adquirir prendas de vestir, el precio de un blue jean oscila entre los 6.000 y 10.000 bolívares soberanos, las blusas para damas y camisas para caballeros pueden encontrarse entre Bs.S 4.500 y 9.000 y un par de zapatos puede costar hasta Bs.S 15.000.

Para una persona que percibe un salario mínimo de 4.500 bolívares soberanos, que se queda corto ante el precio de productos esenciales, como los alimentos, vestirse con ropa nueva ya no es una prioridad.

En otras zonas como el Centro Comercial Sambil, en Chacao, o algunas tiendas de ropa en la zona de Las Mercedes, la realidad no difiere mucho, pero el signo monetario sí. Los dueños de establecimientos han optado por aceptar el pago en moneda extranjera, tanto en efectivo como mediante transferencias.

El economista Asdrúbal Oliveros, expresó a través de su cuenta en Twitter que, tras reunirse con propietarios de tiendas de un reconocido centro comercial, constató que al menos 70% de los pagos que reciben son realizados en moneda extranjera.

Al respecto, el especialista indicó que para los consumidores la dolarización es una forma de protegerse de la hiperinflación, sin embargo, estima que aunque el porcentaje va en aumento, solo cerca del 30% de los venezolanos tienen la capacidad de adquirir productos con moneda extranjera.

Las ferias navideñas han dejado de ser una alternativa más económica para los compradores, porque al igual que en las tiendas de la mayoría de los centros comerciales, los precios de las prendas de vestir son expresados en dólares.

Carla Gutiérrez, habitante de San Antonio de Los Altos, se acercó a una de las ferias navideñas que se realizan actualmente en la zona. «Vine con la esperanza de encontrar algo más económico, pero todo se está vendiendo en dólares».

«Estas creo que van a ser las navidades más tristes de Venezuela«, expresó.

El pasado 6 de diciembre la vicepresidenta Ejecutiva de la República, Delcy Rodríguez, anunció el inicio del programa de distribución de ropa para niños, damas y caballeros, así como zapatos y lencería que comenzó a distribuir el Gobierno en 600 establecimientos comunales y privados del territorio nacional.

Rodríguez señaló que 35 millones de piezas, entre 52 rubros, serán expendidos a precios justos y acordados, en estas navidades por las comunas, ferias comerciales y mercados populares “para garantizar que todos tengamos el estreno este 24 y 31 de diciembre”, enfatizó.

Sin embargo, no se conoce de qué manera o en qué zonas específicamente fue hecha esta distribución. Deyla López, habitante de un sector popular de Guatire, edo. Miranda, asegura que «con la ropa pasó lo mismo que con el pernil: nunca llegó».

«Estrenar ya no es una prioridad, el poco ingreso que percibimos lo utilizamos solo para comprar comida», dijo López.

La tradición de estrenar en Navidad y Año Nuevo ya no es prioritaria en un país con un índice inflacionario que supera el millón por ciento y que mantiene asfixiados a los venezolanos que no perciben más que un salario mínimo. La mayoría afirma con pesar que lo más importante es adquirir sus alimentos y que los asalariados deben verse obligados a dejar a un lado las costumbres navideñas que caracterizaban al ciudadano venezolano.

«Antes estrenábamos hasta la ropa de cama, hoy ni una blusa, ni un par de medias, ni la ropa interior amarilla porque el sueldo no alcanza, ya no es como antes», expresó una transeúnte que miraba con asombro los precios de una tienda de ropa en el boulevard de Sabana Grande.

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