Economía

Venezuela: Burbuja petrolera, expansionismo fiscal y acomodación monetaria.Aumentan las distorsiones

AR presenta una síntesis del último informe de Goldman Sachs y facilita su consulta directa. El contexto político habría tendido a la estabilización, pero la retórica nacionalista se está elevando y el clima para los negocios es cada vez menos amistoso. Los fundamentos macroeconómicos se están distorsionando en forma importante. Los altos precios del petróleo ocultan las distorsiones, pero hacia el futuro, el ajuste sería inevitable.

Goldman Sachs Economic Research
Latin America Economic Analyst
Febrero 25, 2005

Resumen

Lo que estamos viendo son los efectos combinados de una posición fiscal muy expansiva y de una política monetaria de acomodación. Recientes señales indican que el gobierno podría seguir un curso más nacionalista y políticas más heterodoxas (por ejemplo, revisión de los contratos petroleros, utilización de las exportaciones petroleras como un instrumento para objetivos políticos, reforma agraria agresiva, etc.), lo cual añade riesgos al crédito de mediano plazo y lo sesga hacia la ampliación.

El soporte de precios del petróleo favorables oculta, al menos temporalmente, el costo de las políticas y desafortunadamente extiende su duración, pero futuros ajustes en la orientación de las políticas, eventualmente dolorosos, serían inevitables.

Expansionismo fiscal y precios del petróleo

A pesar de un aumento significativo en el ingreso real tanto petrolero como no-petrolero en 2004, el gobierno central no pudo mostrar una posición fiscal mejor que en 2003. El crecimiento del gasto primario explotó en casi 80% en términos nominales y se expandió en 46% en términos reales. El precio de la canasta petrolera de exportación creció 17% en 2003 y luego en 2004 creció otro 30%. En términos nominales, el precio de la canasta de exportación venezolana creció entre 2004-1998 aproximadamente 166%, y 53% desde 2002. La economía se expandió 17,3% en términos reales en 2004, en buena medida debido al rebote estadístico desde una base baja en 2003, y también debido al impacto del multiplicador del gasto fiscal soportado en el petróleo.

El superávit primario decreció de 4,4% del PIB en 2002 a un mero 0,8% del PIB en 2004, a pesar del incremento de 53% del precio de la canasta de exportación petrolera y un aumento de 37% en los ingresos fiscales reales. Los ingresos totales se incrementaron en 3,1% del PIB desde 2002 (desde 20,1% del PIB en 2002 a 23,5% del PIB en 2004) pero el gasto primario se incrementó en 7 puntos porcentuales del PIB, de 15,7% a 22,7%. Esto incrementa en forma importante la vulnerabilidad del crédito a una reversión en los precios del petróleo.

Se deteriora la transparencia

Desafortunadamente la transparencia fiscal en Venezuela se ha deteriorado en forma considerable. Una cantidad importante de los gastos se hacen fuera de la hoja de balanza del gobierno central, lo cual hace la consolidación casi imposible e implica que sólo se pueda tener una aproximación de los gastos. Los gastos totales deberían aproximarse al 30% del PIB en 2004, lo cual representa el nivel más alto de gasto al menos las dos últimas décadas. Por ejemplo, la data del BCV no incluye los gastos financiados por asignación directa de seguridades del gobierno, ni los gastos ejecutados directamente por PDVSA (creó un fondo de US$ 2.000 millones para financiar gastos sociales y de infraestructura física, y también otro de US$ 1.700 millones para programas sociales) y por Bandes, un banco estatal.

Venezuela y Chile

La ejecución fiscal en Venezuela es dramáticamente opuesta a la de Chile y al manejo que ha hecho este país de la bonanza en los precios del cobre. El manejo de la economía chilena se ha caracterizado por su carácter anti-cíclico, restringiendo el crecimiento del gasto a pesar del boom de precios del cobre. El gobierno tuvo un superávit de 2,2% del PIB en 2004 a pesar de que la deuda combinada del gobierno central y del banco central está por debajo de 5% del PIB. Esto es, una ejecución fiscal estable y suave, lo cual permitirá expandir los efectos de la bonanza de los precios del cobre por un período amplio. El caso venezolano es completamente opuesto: la deseable optimización inter-temporal de los ingresos-gastos fiscales se dejo de lado y su lugar se aplicó una política orientada a la gratificación inmediata.

Calidad del gasto

Más allá del nivel del gasto, su calidad también es cuestionable. La amplia bonanza de los precios petroleros se ha gastado en proyectos y programas del gobierno ad-hoc, cuya ejecución no es muy transparente, y sobre los cuales existe poco control. A esto se añade compras significativas de armas, donde la preocupación no es sólo fiscal. Es más, la inversión en el crítico sector petrolero se mantuvieron al mínimo requerido para estabilizar la producción en el margen, con una presión fiscal considerable sobre PDVSA. Ello lleva a considerar que los efectos de mediano plazo de la expansión del gasto podrían ser muy bajos.

Política monetaria

Desgraciadamente, no sólo la política fiscal está fuera de sintonía. La política monetaria enfrenta retos enormes por la clara dominación fiscal y los efectos del régimen cambiario. Bajo la presión política, el banco central ha seguido una política de acomodo monetario. La evidencia es abundante: los agregados monetarios creciendo más de 50% durante los últimos 12 meses y una tasas de interés domésticas muy bajas (negativas en términos reales). Por tanto, no es una sorpresa que el crédito al sector privado haya experimentado una fuerte bonanza (más de 109%) durante 2004.

Desequilibrios macroeconómicos y objetivos políticos

En el corto plazo, los desequilibrios macroeconómicos sirven bien a los objetivos políticos del gobierno. El elevado gasto fiscal provee recursos a su base y solidifica el apoyo político al gobierno. Es más, la política monetaria de acomodación conjuntamente con los controles del régimen cambiario mantiene una importante liquidez atrapada, permitiendo financiar el presupuesto a tasa de interés negativas. Hacia el mediano plazo, la situación es diferente.

Sospechamos que cuando el gobierno enfrente una dinámica desagradable, y entre la opción de tener que cortar el gasto o elevar la inflación, el gobierno optará por lo último, lo cual tendrá consecuencias negativas sobre los precios, incluyendo los activos, y el riesgo crediticio. La inflación es el impuesto más regresivo y puede acentuar la desigualdad de la distribución del ingreso. Ello podría hacer que, hacia el mediano plazo, las condiciones sociales se deteriorasen, haciendo al país más inestable y ofreciendo menos seguridades a los inversionistas.

Para una consulta directa al informe, haga click en:(%=Link(«http://analitica.com/media/4713424.pdf»,»Descargar archivo»)%)

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