Economía

Venezuela le compra al imperio

Venezuela comprará a Azerbaiján 80.000 barriles diarios de crudos liviano Azeri light, para un suministro de 3 años y poder cumplir con los contratos suscritos con la República de Belarús, ya que Pdvsa, según la declaración de Américo Díaz Navarro, embajador venezolano en Minsk, capital de Belarús, no es capaz de producir 10 millones de toneladas anuales de crudo liviano.

Al decidir el Gobierno venezolano una compra directa de crudos a Azerbaiján, supone la anulación del acuerdo anunciado por los medios gubernamentales de Lukachenko, de una triangulación a través de Glencore, en la cual esta firma de traders recibiría los 80.000 barriles diarios de crudos livianos Santa Bárbara para comercializarlos en Estados Unidos. Con esos recursos el gobierno de Belarús compraría crudos de su región.

El primer paso del gobierno es correcto, porque la reventa del crudo liviano Santa Bárbara, de 39 Api, bandera de Venezuela, del cual sólo puede disponer de unos 200.000 barriles diarios, iba a ponerlo en manos de los traders y perdía el liderazgo de la transacción, y además pudo bajar los costos del flete, que siempre paga el vendedor.

No es correcta la apreciación del embajador Díaz Navarro, de que Venezuela ingresa en nuevos mercados, porque son crudos azerbaijanos los que van a su mercado natural.

Lo que tardíamente entiende el Gobierno venezolano, es que el petróleo no tiene nacionalidad ni color político. Para cumplir ese mal negocio con Belarús, hay que decir que las ventas de ese crudo serán facturados por ­Azerbaijan International Operating Company (AIOC) un consorcio de British Petroleum, Chevron, Statoil, ExxonMobil, Turkiye Petrolleri y Socar, que manejan las operaciones de ultramar.

LOS ERRORES GERENCIALES
Azerbaijan, con reservas petroleras probadas de 9.000 millones de barriles de crudo liviano, que producían en 1999 un monto 283.000 barriles diarios, para el año 2009 bombeaba 1 millón de barriles diarios.

En diez años la producción se ha multiplicado 5 veces, después que en 1992 comenzaron a perforar los británicos de BP.

Posteriormente las grandes corporaciones, con su músculo financiero y tecnología de primera línea, se incorporaron y desplazaron a las empresas estatales rusas, después que Azerbaijan se convirtió en República.

Socar, la empresa estatal petrolera de Azerbaijan, maneja 20% de la producción del país y el 80 por ciento restantes las «mayors», en una relación armoniosa y comercial con las firmas internacionales, y que han hecho inversiones colosales en terminales, oleoductos y las más sofisticadas tecnologías, para elevar la producción a los actuales niveles con beneficios trascendentales al fisco de esa nación, desarrollando los campos offshore del mar Caspio.

Hace muchos años se tenían noticias de que los países ribereños del mar Caspio estaban nadando en crudos, pero no lo podían sacar y su única utilidad era para los libros de estadísticas.

Este no es el único descabellado error gerencial. La luz verde para ofrecer petróleo a quien lo necesita tiene ejemplos desastrosos. A Bolivia la abastecieron con el diesel más caro del mundo, que salía de Venezuela, tenía que pasar por el canal de Panamá y después subir a los Andes en gandolas hasta llegar a La Paz con grandes pérdidas.

El festín de ofrecer lo que no tenían fue el proyecto del gran gasoducto del Sur, cuando Venezuela, con un déficit de 1.500 millones de pies cúbicos diarios, estaba sin gas para las plantas eléctricas nacionales, aunque hay cuantiosas reservas, pero hay que extraerlo y en diez años el actual gobierno no ha podido sacar una sólo molécula del nuevo gas. El proyecto se cayó por su propio peso.

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