Economía

Venezuela: un país endeudado e hipotecado

Tras el velo del supuesto «avance económico de la revolución bolivariana» (Chávez dixit), se pretende encubrir la cruda realidad de un país que se encuentra inmerso en una profunda crisis económica a pesar de la extraordinaria bonanza petrolera recibida en los últimos 11 años. Una inflación incontrolada, una caída del PIB, una megadevaluación de la moneda, y un endeudamiento interno y externo sin control conforman parte del lugubre panorama económico del país. La economía venezolana será una de las pocas economías del continente que decrecerá en el 2010.

Las arcas de la nación han recibido en estos últimos once años por concepto de la renta petrolera, una suma superior a los 990 mil millones de dólares, ello es equivalente aproximadamente a treinta veces lo gastado en el Plan Marshall que reconstruyó a Europa después de la segunda Guerra Mundial. Sin embargo, ninguno de los grandes problemas que aquejan a los venezolanos en áreas tan vitales como la salud, la educación,  la vivienda, la seguridad social y personal, el transporte, entre muchos otros han sido atendidos en forma efectiva y eficiente por parte del régimen del tte coronel, por el contrario, todos ellos sin excepción se han agudizado.

Al margen de este inmenso caudal de petrodólares, el régimen ha hipotecado al país mediante un irreflexivo endeudamiento tanto interno como externo. Las cifras son más que elocuentes y hablan por si solas. La deuda interna en el año 1998 era de 2.530.346 millones de Bs., para el cierre del año 2010 la cifra será 39.657.000 millones de Bs. Con respecto a la deuda externa, las cifras no son nada alentadoras. El monto consolidado de la  misma era de $24.169 millones de dólares para el año 1998, y se estima que la misma cerrará el año 2010 en 112.939 millones de dólares, sumando el endeudamiento externo, los bonos de la deuda pública, los pagos por concepto de estatizaciones y el fondo chino. Este monto de las acreencias en divisas equivale al 50% del PIB en términos reales. Lamentablemente gran parte de estos recursos se están utilizando para financiar una burocracia dantesca e ineficaz, para proyectos fuera de nuestras fronteras (regalos y donaciones a gobiernos amigos del proceso) y para el pago de las compulsivas estatizaciones llevadas a cabo en los últimos años. Algo que nos debe alarmar es que el monto a pagar por concepto de deuda e intereses en el 2011 será de un 12%, cifra que es mayor que las sumas presupuestadas para salud y educación juntos (11%). Así hipoteca al país la “robolución bolivariana”.

El estado financiero de PDVSA, fuente fundamental de ingresos para el país, es crítico y lamentable. La entrega de nuestro subsuelo al capital transnacional (empresas mixtas), la carencia de personal calificado en la industria, un despilfarro incontrolable, una corrupción galopante, una reducción drástica en el plan de inversiones y un endeudamiento irracional para mantener el flujo de caja, comprometen seriamente la operatividad de PDVSA. La producción ha caído en más de 920.000 barriles diarios desde el año 2003, lo que nos ha obligado a importar crudo, así como gasolina para atender compromisos externos y al mercado interno. Además los niveles de endeudamiento de PDVSA se han incrementado de $7.500 millones de dólares (1999), hasta unos $21.245 millones de dólares al cierre del 2010.

Sin embargo, la voracidad financiera del tte coronel lo ha impulsado ha seguir hipotecando al país. Ese es el caso del Fondo de Financiamiento Conjunto” con la República de China (Fondo Chino). Este es un préstamo por un monto de US$ 4.000 millones, cuyo pago se realizará con exportaciones de petróleo. Venezuela se compromete a despachar hacia China 200.000 barriles de petróleo diarios en 2010, 250.000 barriles diarios en 2011 y 300.000 barriles diarios a partir de 2012 hasta el vencimiento del crédito, o en caso de no ser suficientes las ventas de crudo, Venezuela deberá pagar en efectivo. Este es un préstamo leonino que obliga al Estado venezolano a la utilización de esos fondos en “proyectos susceptibles de ser abastecidos por bienes, servicios y apoyo técnico de origen chino, que contempla la entrega por parte de China de la mitad del monto aprobado en dólares y la otra mitad restante en yuanes. ¿Qué hará Venezuela con esos yuanes si esta no es una moneda convertible internacionalmente?

El convenio no establece el precio del petróleo implícito en el suministro, pero seguramente debe ser inferior en comparación con los del mercado internacional porque de otra manera los chinos, como buenos capitalistas, no hubiesen participado en el mismo. Además, China impuso reglas para el manejo del Fondo, que incluyen cláusulas que permiten la intervención directa de China en el manejo de los recursos, y que la legislación aplicable al acuerdo fuese la inglesa. Condiciones muy similares a las que imponen los organismos de financiamiento internacional (FMI, BID, etc.), las cuales fueron aceptadas por el régimen sin protesto, a pesar que sus voceros las critican públicamente por ser violatorios de la soberanía nacional.

A todo este caos económico, habría que añadir la ruina de la pequeña y mediana empresa, una angustiosa dependencia agroalimentaria del mercado exterior, un elevado desempleo (13%) y subempleo precarizado (52%), así como una persistente inflación (31%), la más alta de América latina. Todo ello se traduce en una mayor pobreza, acentuándose la desigualdad en la distribución del ingreso. El socialfascismo bolivariano representa el fracaso social y económico del siglo XXI

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