Economía

Venezuela: zona de desastre

AIPE- Tan negativo ha sido para la economía venezolana el año y medio que Hugo Chávez lleva en el gobierno que, aun con los precios petroleros más altos en mucho tiempo, el país se encuentra viviendo un auténtico desastre. Los problemas económicos que soportamos, los más graves de toda América Latina, provienen no sólo de la compleja situación política en la que nos encontramos sino también, en buena medida, de una gestión económica mal coordinada, subordinada a caprichos personales, guiada por la demagogia y por teorías fracasadas que ya han mostrado hasta la saciedad su incapacidad para llevar las naciones al desarrollo.

Se insiste en un proteccionismo que nos va aislando poco a poco del comercio internacional y, lo que es más grave aún, se intenta manejar la economía por decreto. El presidente promulgó un aumento general de sueldos, con inamovilidad laboral por seis meses, que sin duda llevará a una mayor recesión, pues la mayoría de las empresas no pueden ya soportar la paralización de la economía. A esto se le sumará muy pronto un aumento del sector informal (ahora en 53%) y de la tasa de desempleo (que está entre 15% y 18%). Chávez intenta así, demagógicamente, congraciarse con el electorado antes de los comicios generales del 30 de julio, mientras por otra parte ahoga a las gobernaciones que no le son adictas, al no enviarles los recursos financieros que necesitan.

Nadie invierte en Venezuela y la política que se sigue parece una invitación para que la gente envíe sus capitales al exterior: el precio del dólar se mantiene estable y relativamente barato, las tasas de interés remuneran a los ahorros por debajo de la inflación y, mientras tanto, continúan los ataques a la iglesia católica, a la prensa, al empresariado, a los dueños de tierras, a la libertad pública y la propiedad privada en general. De nada le sirve al país la existencia de precios petroleros inusualmente altos: las fábricas cierran, la economía languidece y sólo Chávez, como gobernante personalista y autoritario, parece beneficiarse en el corto plazo de unos ingresos públicos que se usan básicamente para fines demagógicos y clientelares.

No es de extrañar que, en tales circunstancias, haya comenzado a expresarse el profundo malestar que existe en unas fuerzas armadas que han sido politizadas sin recato y hoy son manejadas a su antojo por el ex Teniente Coronel Hugo Chávez. Las voces de algunos oficiales acusan públicamente al presidente y son corrientes en esta atribulada Caracas los rumores sobre un posible golpe de estado. Como no existe confianza en un proceso electoral manipulado abiertamente desde el gobierno, son muchos los que ahora se inclinan a preferir un tipo de solución que, aunque contradiga todos los principios civilistas y democráticos, fue intentada ya hace ocho años precisamente por la misma persona que hoy detenta la presidencia.

Sin esperanza alguna de que se produzca una rectificación de parte del gobierno y sin confianza en que las próximas elecciones aporten estabilidad y orden, con unas fuerzas armadas que ya se han colocado en el centro de la vida política y con el país encaminándose hacia la dictadura, son pocos los optimistas que quedan hoy en Venezuela. En los próximos meses podrá saberse si las reservas democráticas y civilistas del país alcanzan para que se produzca un cambio pacífico o si, para nuestra desgracia, nos veremos enfrentados algún tipo de solución violenta.

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