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Venezuela: La Exportación de La Paz por otros Medios

Contenido

 

 

  1. Intoducción.
  2. Venezuela y América Central.
    1. Antecedentes Históricos.
    2. Paz en Centro América.
    3. Las Naciones Unidas en América Central.
    4. La Participación de Venezuela.
  3. Los Efectos no deseados de Exportar La Paz.
    1. Primera Explicación.
    2. Segunda Explicación.
    3. Tercera Explicación.
  4. Conclusiones.
  5. Notas.

Introducción

La decisión del gobierno de Venezuela de apoyar a las Misiones de Observación de Naciones Unidas en Nicaragua, en 1990 y El Salvador, en 1991, mejor conocidas como Los Grupos de Observación de Naciones Unidas en América Central (ONUCA ) y en el Salvador (ONUSAL) encargadas de supervisar los acuerdos alcanzados entre los gobiernos de Nicaragua y el Salvador y las Guerrillas en esos países constituye un hito histórico en la política regional venezolana (1).

Venezuela había mantenido una conducta pacífica durante todo este siglo y no se había visto envuelta en ningún tipo de guerra o de conflicto militar internacional, regional o bilateral. Las Fuerzas Armadas, por otra parte, no han jugado un papel significativo en la formación de la política exterior o en el proceso de toma de decisiones en esa área, con excepción de los problemas fronterizos (2).

Debe recordarse que Venezuela mantiene dos problemas fronterizos con sus vecinos. Por una parte se tiene un disputa territorial con Colombia basada en el reclamo colombiano sobre la delimitación de Areas Marinas y Submarinas al Nor-Oeste del país, de acuerdo a los elementos provenientes del derecho del mar, así como también otros problemas como el contrabando y la presencia de la guerrilla y el narcotráfico en la parte Sur-Oeste del país. Por otra parte Venezuela reclama una parte del territorio de Guyana. En ambos casos, la mayoría de los oficiales pertenecientes a las Fuerzas Armadas de Venezuela se niegan a apoyar cualquier acuerdo diplomático que resulte en una pérdida de territorio venezolano. Esto hace que el tema sea considerado como «tabú» dentro de la institución.

En términos generales, las acciones internacionales de los gobiernos democráticos venezolanos han tenido un carácter pacífico en la medida en que se han promovido entornos y valores democráticos, rechazando al militarismo y la guerra como un método para resolver conflictos entre gobiernos y grupos políticos de carácter interno. Al mismo tiempo, el prestigio del sistema democrático venezolano y el poder del petróleo permitió que el país llevara adelante una política exterior activa en la medida en que se apoyaba a gobiernos amenazados por intentos de golpe militar o por una generación de procesos revolucionarios.

Durante todo este siglo, ningún gobierno venezolano estuvo involucrado en un conflicto armado ni se enviaron tropas para que formaran parte de operaciones militares coordinadas por las Naciones Unidas, el TIAR, o la OEA, ni tampoco Venezuela formó parte de operaciones multinacionales o unilaterales. Por el contrario, los gobiernos venezolanos han rechazado el empleo de la vía militar para alcanzar una estabilidad interna o externa en el Hemisferio. De hecho, fueron los civiles provenientes de los partidos políticos y los diplomáticos venezolanos los que controlaron las decisiones en materia de política exterior, excepción hecha, del área relacionada con el tema fronterizo.

En este artículo se aspira analizar el papel jugado por el batallón venezolano enviado a América Central en 1990 dentro de la Misión de Naciones Unidas conocida como ONUCA. Se enfatizará el análisis sobre la efectividad y los alcances de los compromisos de un gobierno como el de la segunda presidencia de Carlos Andrés Pérez, con una política exterior que para muchos sectores se consideró sobregirada. Los oficiales y las tropas que se enviaron en misión a Nicaragua, Honduras y el Salvador contribuyeron al aumento de la crítica interna al activismo venezolano en en el mundo, especialmente entre los oficiales de las Fuerzas Armadas Venezolanas. Esta crítica no se basó tan sólo en aspectos profesionales como los relacionados con la logística, el movimiento de tropas y el origen presidencial de la decisión sino también en su propia naturaleza.

2. Venezuela y América Central

2.1 Antecedentes Históricos

Desde la restauración de la democracia en Venezuela en 1958, los gobiernos venezolanos han tenido una presencia activa en América Central. La región fue considerada de interés en la medida en que se quería evitar una escalada progresiva que pudiera convertirla en un teatro de operaciones dentro de la confrontación Este-Oeste (3). Durante la década de los sesenta, los gobiernos de los presidentes venezolanos Betancourt (1959-1964) y Leoni (1964-1969) formularon una política exterior antidictatorial basada en la «Doctrina Betancourt» que declaraba que Venezuela no podía reconocer ningún gobierno que hubiera llegado al poder por medio de un golpe de Estado que hubiera derrotado a un presidente democráticamente electo (4). Los gobiernos Betancourt y Leoni adoptaron una política para contener la influencia cubano-soviética en la región.

Bajo el gobierno presidido por Rafael Caldera (1969-1974), la política exterior de Venezuela tuvo un énfasis menos regionalista en torno a América Central promoviendo enfoques bilaterales y no de carácter regional. Hay que recordar a este respecto la fusión de los intereses del Estado con los intereses de los partidos políticos mayoritarios, Acción Democrática (de tendencia social-demócrcata) y COPEI (de tendencia social-cristiana) y sus relaciones con líderes y partidos de su misma tendencia. Esto llevó a una creciente participación política de Venezuela en los asuntos internos de los países centroamericanos, acrecentándose durante la primera presidencia de Carlos A. Pérez (5).

Con el reducido peligro de subversión en Venezuela y la consolidación de la democracia en nuestro país, los problemas de seguridad y defensa en America Central se convirtieron en punto estratégico del gobierno presidido por Luis Herrera Campíns (1979-1984). Dentro del cuadro de inestabilidad política que vivió América Central a partir de la llegada al poder de los «Sandinistas» y dado el crecimiento de la guerrilla en el Salvador, el Gobierno Herrera desarrolló la llamada «Diplomacia de Proyección», política basada en la promoción de soluciones democráticas a la crisis regional, rechazando cualquier invasión de los Estados Unidos y apoyando a sectores provenientes de la Social- democracia o de la Democracia Cristiana en la región (6). Este fue el comienzo de un creciente intervencionismo en Centroamérica, basado en la asistencia financiera y política para gobernantes, partidos políticos y líderes democráticos. Venezuela apoyó iniciativas políticas pacífistas en la región, al tiempo que criticaba la posibilidad de una acción militar norteamericana y la aparente interferencia cubano-soviética (7).

La Polìtica Exterior de Venezuela hacia América Central tomó un nuevo giro con la creación en 1982. del Grupo de Contadora. De 1978 a 1982, las iniciativas venezolanas tuvieron un carácter fundamentalmente unilateral. En el momento de la creación del Grupo Contadora, Venezuela redujo su presencia directa y comenzó a tomar parte en ese y otros esquemas multilaterales tales como el Acuerdo de San José firmado en 1980 (Con el fin de suministrar petróleo venezolano y mexicano a precios subsidiados a países centroamericanos). Al formar parte del Grupo Contadora, Venezuela participó en otros esquemas multilaterales tales como Esquípulas I y Esquípulas II. También Venezuela formó parte del Grupo de los Ocho, y apoyó las resoluciones a favor de la paz en América Central provenientes de la OEA y el SELA. Estas iniciativas, originadas durante la presidencia de Jaime Lusinchi (1984-1989), se fueron complementando con la creación del Grupo de los Tres en 1989, formado por Colombia, México y Venezuela, y la promoción de conversaciones de paz y reuniones informales entre las partes en disputa durante la segunda presidencia de Carlos A. Pérez (1988-1993) (8). Estas iniciativas se basaron fundamentalmente en la diplomacia personal del Presidente Pérez, la cual no fue bien recibida dentro de la diplomacia venezolana, las Fuerzas Armadas y la opinìon pública, dado el «hiperactivismo» del Gobierno Pérez en política exterior. El activismo venezolano en América Central, al igual que en el Caribe se basó en la conducta de una política exterior activa de los primeros treinta años de democracia. Dentro de este contexto, Venezuela trató de prevenir una guerra en América Central y evitar que el conflicto centroamericano adquiriera características mundiales. En ese empeño, Venezuela se involucró en diferentes niveles que oscilarón entre la asistencia financiera y el trabajo de inteligencia . Esta presencia tuvo siempre bajo el control civil y firmemente relacionada con los compromisos de los líderes venezolanos con las organizaciones socialdemócratas y socialcristianas. Esta cadena de compromisos, sin embargo, fue objeto de una controversia en Venezuela. Muchos observadores y analistas se preguntaron si era necesario y apropiado que Venezuela tuviera una polìtica exterior tan activa. (9).

2.2 Paz En Centro América

La creación en 1983 del Grupo de Contadora formado por (México, Venezuela, Colombia, y Panamá) y la promoción de una solución pacífica para los problemas regionales, se constituyó en un importante giro para una región que había tenido importantes retos internos y externos. Desde el momento de su fundación, los miembros de Contadora estaban preocupados sobre la posibilidad de una intervenciòn militar en Nicaragua y una eventual confrontación de los Estados Unidos con la Unión Soviética en la región. El Grupo Contadora promovió un acuerdo entre los diferentes actores con el propósito de reducir las posibilidades de un conflicto armado.

Esto llevó a la realización de una serie de consultas y negociaciones entre los gobiernos de América Central, los Estados Unidos,el Grupo de Contadora, el Grupo de Apoyo a Contadora (creado 1985 por Argentina, Brasil, Perú,y Urugay) y representantes de grupos irregulares que operaban en varios países de la región. El 12 de enero de 1986, los Ministros de Relaciones Exteriores del Grupo de Contadora y del Grupo de Apoyo a Contadora se reunieron en Caraballeda, Venezuela con el propósito de elaborar y firrmar «Un Mensaje de Paz, Seguridad y Democracia en América Central» (10). Esta declaración fue apoyada por los Secretarios Generales de Naciones Unidos y la Organización de Estados Américanos, los cuales se ofrecieron para trabajar conjuntamente en favor del proceso de paz, lo que también fue refrendado por los presidentes de los países centroamericanos reunidos en San José de Costa Rica en febrero de 1987 (11). La creación del Grupo de Río en 1986 (el cual fue constituído por la suma de los países miembros de Contadora y el Grupo de Apoyo de Contadora). La Declaración de Caraballeda, el apoyo decidido de Naciones Unidas y la OEA y de los presidentes centroaméricanos se convirtió en un importante hecho para crear un clima de paz (12).

La segunda etapa del proceso de paz comenzó en 1987. El Grupo Contadora para ese momento ya no jugaba el papel estelar de años anteriores. Ahora le tocaba tener ese rol a los gobiernos centroamericanos. El Presidente de Costa Rica, Oscar Arias ofreció un plan de paz llamado por la prensa «El Plan Arias» en febrero de 1987, el cual fue aprobado por unanimidad por el resto de los presidentes centroamericanos y respaldado por el Grupo de Río, El Grupo de Contadora, el Grupo de Apoyo, Naciones Unidas y la OEA. Hay que destacar que el Presidente Arias fue ganador del Premio Nobel de la Paz en diciembre de 1987 (13).

El Plan Arias tuvo como intención fundamental alcanzar un acuerdo regional de seguridad y reducir la violencia política en cada uno de los países centroaméricanos. El valor del Plan Arias estriba en que este fue una iniciativa regional que incluyó las conversaciones con las guerrillas y otros grupos armados que operaban en América Central, la reconciliación regional, una anmistía política, la democratización de la región, el cese de cuaquier apoyo extranjero o doméstico a los movimientos insurgentes, un llamados a elecciones libres y la no agresión de un Estado sobre otro (14).

Con la firma del Plan Arias por los presidentes centroamericanos el 7 de agosto de 1987, en Esquípulas Guatemala, se termina la segunda fase del proceso de paz. Esto dio lugar al comienzo de la tercera etapa (15).

La Comisión Internacional de Verificación e Implementación (CIVS, en inglés) fue creada en Caracas en el mes de agosto de 1987. Sus miembros fueron los Presidentes de Costa Rica, Honduras, Guatemala, El Salvador y Nicaragua, los Ministros de Relaciones Exteriores del Grupo de Contadora y del Grupo de Apoyo y los Secretarios Generales de Naciones Unidas y la OEA.

A fin de cumplir con lo estipulado en el Plan Arias, en enero de 1988, el CIVS creó un Comité Ejecutivo, formado por los Ministros de Relaciones Exteriores de los países centroamericanos y en abril, creó un Grupo Técnico de apoyo cuyos miembros fueron, Canadá, la República Federal de Alemania, España y Venezuela, más representantes de la Secretarías Generales desde las Naciones Unidas y la OEA (16).

Los presidentes centroamericanos se reunieron de nuevo del 5 al 7 de agosto de 1989 en la población de Telas, Honduras, a fin de pedirles a Naciones Unidas una mayor participación en el proceso de paz. De hecho, las negociaciones estaban paralizadas y varios gobiernos centroamericanos se acusaban mutuamente de no apoyar el Plan Arias. Al mismo tiempo, se sentía la necesidad de proceder a la desmovilización de la resistencia nicaraguense, los llamados «Contras», activos en las áreas fronterizas entre Nicaragua y Honduras, Costa Rica y el Salvador. La petición de los gobiernos centroamericanos significó el comienzo de la cuarta etapa del proceso de paz centroamericano, esta vez liderizada por la Secretaria General de la Naciones Unidas (17).

2.3 Las Naciones Unidas en América Central.

Junto con el Secretario General de la O.E.A, el Secretario General de las Naciones Unidas, Javier Pérez de Cuéllar, visitó los cinco países centroamericanos en enero de 1989, estando acompañados por los Ministros de Relaciones Exteriores de los países miembros del Grupo de Contadora y el Grupo de Apoyo a Contadora. El impacto de esta visita y el hecho de que el Secretario General fuera un miembro del SIVS llevó a Naciones Unidas a organizar un Grupo de Observación para la Verificación de las Elecciones en Nicaragua (ONUVE) creado el 25 de agosto de 1989, como también la Comisiòn de Verificaciòn y de Apoyo Internacional creado ese mismo mes (SIAV) a fìn de supervisar el plan por la desmovilización, repatriación, y reconciliación de los insurgentes nicaraguenses. El Secretario General de Naciones Unidas envió una misión de evaluación a América Central la cual duró desde el 3 al 23 de septiembre 1989 y que tuvo como objetivo la de explorar la posibilidad de envíar una Misión de Observación Militar a América Central. Los dieciocho miembros de esta Misión, tres de los cuales eran venezolanos, utilizaron para viajar a la región un avión de la Fuerza Aerea Venezolana. El Informe de esta Misión de Observación recomendó que Naciones Unidas envíara una misión militar a América Central. El Secretario General se dirigió entonces al Consejo de Seguridad para que se le autorizara el envío de una Misión Conjunta de Observación y Prevención Militar. Javier Pérez de Cuellar se refirió en la carta enviada al Consejo de Seguridad de la siguiente manera: «El problema de la desmovilización concierne al Consejo de Seguridad dado que esta sería una operación de naturaleza claramente militar» (18). La creación de esta Misión significa el quinto paso en la actividad de Naciones Unidas en el proceso de paz en América Central, proceso durante el cual la SIAV fue reemplazada por el Grupo de Observación de Naciones Unidas para América Central (ONUCA). El 7 de noviembre de 1989 el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas aprobó la resolución 644/89, creando la ONUCA a fin de observar y verificar el cumplimiento de los Acuerdo de Paz de Esquípulas II y la desmovilización y desarme de la Resistencia Nicaraguense, es decir los «Contras». El respaldo a esta resolución constituyó un paso importante en la participación de Naciones Unidas en América Central. Esta fue la primera vez que un grupo de observación militar operaba en el Hemisferio Occidental y la primera vez que un grupo de Naciones Unidas se usaba a nivel mundial para desmovilizar y desarmar fuerzas irregulares.

La misión de ONUCA se desarrolló en tres etapas operacionales. La primera transcurrió desde noviembre de 1989 hasta marzo de 1990. El grupo fue formado por oficiales cedidos por Canadá, Colombia, España, Irlanda y Venezuela; el apoyo loguístico lo proporcionó Argentina, Canadá y Venezuela (20). Una segunda etapa comenzó en marzo de 1990 cuando el Mandato de Naciones Unidas se prorrogó por otros seis meses y se aceptó la oferta venezolana de envíar un batallón para la misión. Una tercera etapa comenzó en abril de 1990 cuando se extendió el conjunto de objetivos de la Misión con la resolución del Consejo de Seguridad 643/90. Una cuarta etapa comenzó en mayo de 1990 cuando los objetivos de la misión se ampliaron nuevamente (21).

El objetivo original de la Misión de Naciones Unidas en América Central cambió entre 1987 y 1990: comenzó con una oferta de buenos oficios para verificar los Acuerdos de Esquípulas II y para preparar el proceso electoral en Nicaragua (fueron los tiempos de la SIVS, ONUVEN y CLAVS). Luego se extendió el papel de las Naciones Unidas, al crearse el Grupo de Observación de ONUCA, en noviembre de 1989, y a partir de marzo de 1990 se añadió una fuerza de paz. De esta forma, ONUCA se creó para observar y verificar los acuerdos regionales de paz, pero también para desarmar y destruír el armamento en manos de las fuerzas irregulares que operaban en los países centroamericanos (22). Por último, en el mes de julio de 1990, ONUCA retornó a su propósito original de ser una misión de observación.

2.4 La Participación de Venezuela.

Antes de tomar parte en ONUCA, Venezuela había jugado un modesto rol en las misiones de observación de Naciones Unidas y de la OEA. En 1957, la OEA envió un Comité de Asesores Militares para supervisar el cese al fuego entre Honduras y Nicaragua. En la conformación de este Comité, se incluyeron dos oficiales militares venezolanos. Entre septiembre de 1965 y marzo de 1966, 12 oficiales venezolanos fueron incluídos en la Misión de Observación de Naciones Unidas en India y Pakistán creada para supervisar el cese al fuego entre India y Pakistán (23) .El Gobierno venezolano no tomó parte en la llamada Fuerza Interamericana de Paz enviada con el fin de reemplazar parcialmente las tropas norteamericanas que habían invadido la República Dominicana en 1965. Caracas, sin embargo, no objetó el nombramiento de un conocido diplomático venezolano, José Antonio Moyobre, como el representante personal del Secretario General de Naciones Unidas en esa isla caribeña. Mayobre tuvo como mandato realizar el papel de garante de la paz interna en ese país, luego de intento de golpe de Estado contra la Junta de Gobierno liderizada por Donald Reid Cabral, la guerra civil y la invasión norteamericana (24).

Con las actividades militares de Naciones Unidas en la década de los ochenta y la creciente política exterior activa del segundo gobierno de Carlos A. Pérez, la contribución de Venezuela en las misiones de Naciones Unidas comenzó a crecer, al formarse el Grupo de Asistencia de Transición para Nabibia conocido bajo las siglas ONTAG. Venezuela participó con doce oficiales de un total de trescientos observadores militares y doscientos soldados para ayudar a completar tres batallones de infantería. (Al final, las tropas venezolanas no se movilizaron y solamente doce observadores, oficiales militares venezolanos, fueron finalmente enviados) (25). En abril de 1991, Venezuela envió siete observadores militares a fin de participar de un total de novecientos trece (913) que fueron enviados por Naciones Unidas a la Misión de Observación en Irak-Kuwait conocida como UNICOM y creada con el fin de observar el cese al fuego y controlar la zona fronteriza entre los dos países. También en 1991, 15 oficiales venezolanos formaron parte de un grupo de quinientos observadores militares y empleados civiles en la misión de Naciones Unidas para el referendum en el Sahara Occidental (MINURSO) (26). Ninguno de estos esfuerzos sin embargo se pueden comparar con la magnitud del esferzo de Venezuela de participar en ONUCA (y posteriormente en la Misión de Naciones Unidas en el Salvador conocida como ONUSAL, en mayo de 1991).

Los primeros observadores militares de ONUCA llegaron a Tegucigalpa, Honduras, en diciembre de 1989 creando su cuartel general en esa ciudad. El primer grupo que llegó consistió en 160 observadores incluyendo 50 oficiales venezolanos que fueron distribuídos en las cinco capitales centroamericanas, 14 centros de verificación y tres bases operacionales en Honduras y Nicaragua, en el período comprendido entre diciembre de 1989 y marzo de 1990 (27).

De acuerdo a un reporte de la Secretaria General de Naciones Unidas enviado al Consejo de Seguridad, con fecha de marzo de 1990, se aprobó la resoluciòn 650/90, de fecha 27 de marzo de 1990 en la cual se decidió «autorizar, de acuerdo con el informe del Secretario General una prórroga del mandato de ONUSAL y la incorporación de personal armado a fin de jugar un papel en la desmovilización de los miembros de la resistencia nicaraguense». De esta forma, ONUCA pasó de tener 160 observadores militares a 260 y un batallón de infanteria de 800 soldados (28).

El gobierno del Presidente Pérez, como parte de su política de buscar un papel activo en el proceso de paz centroamericano, ofreció las tropas correspondientes para ese batallón, un batallón especial compuesto fundamentalmente de paracaidístas del Ejército de Venezuela provenientes de soldados y oficiales provenientes de los batallones regulares José Leonardo Chirinos, Antonio Nicolás Briceño y García De Sena, el cual se formó y concentró en la ciudad de Maracay a fin de prepara la misión (29). Los primeros 170 soldados venezolanos llegaron a Tegucigalpa, Honduras el 10 de abril de 1990 quedando bajo el mando de un General español, Agustin Quésada Gómez. (30) . El batallón de ONUCA estableció su Cuartel General en los Trajes un pueblo hondureño cercano a la frontera con Nicaragua. A mediados de abril, la Misión la cual recibió el nombre de «Home Run», incluyó 702 soldados venezolanos asignados a la misión de supervisar la desmovilización y el desarme de la resistencia nicaraguense, cuyos miembros se conocieron como los «Contra» que se encontraban en Honduras, al igual que otras fuerzas irregulares establecidas en el area fronteriza entre Honduras y Nicaragua (31).

Tan pronto como el batallón de ONUCA comenzó a operar tuvo problemas prácticos. En primer lugar, tuvo que desarrollar un plan flexible de movilización ya que el area en que tenía que operar era un terreno húmedo y montañosos para un puesto de observación permanente. Es más, los soldados y oficiales venezolanos que llegaron a Tegucigalpa no consiguieron los equipos de transporte que el propio Gobierno de Venezuela había ofrecido. El comando de ONUCA tuvo que alquilar autobuses de compañías hondureñas para trasladar las tropas del batallón de Tegucigalpa a los Trajes. El Gobierno de Venezuela no envió a tiempo los helicópteros y lanchas que se necesitaban y Alemania y Canadá tuvieron que encargarse de la logística (32).

Pero en realidad el principal problema fue de naturaleza política en relación al cáracter de la Misión. Violeta Chamorro ganó las elecciones presidenciales en febrero de 1990. El Ejército Sandinista declaró un cese al fuego de forma unilateral en marzo. El 23 de ese mes, representantes de la Presidenta electa, el Arzobispo Católico, Obando y Bravo, representantes del Gobierno Sandinista, a punto de dejar el poder y una mayoría de los líderes gerrilleros firmaron el «Acuerdo de Toncotín» en Honduras. Como resultado de esto, la mayoría de «los Contra» que estaban en Honduras regresaron a Nicaragua (33).

El 16 de abril de 1990, las tropas venezolanas que formaban parte de ONUCA alcanzararon Kiatara, en el noreste de la frontera entre Honduras y Nicaragua, desmovilizando un grupo de 260 «Contras», muchos de los cuales pertenecían a la etnia Miskitos que se habían desplazado de la región atlántica nicaraguense y conocidos como los rebeldes Yatama. El 18 de abril, las tropas llegaron a Yamales, el antiguo cuartel general del Frente Norte de los «Contras» donde solamente consigieron 500 miembros, muchos de los cuales estaban enfermos tanto adultos como adolecentes, así como también material de guerra anticuado.

«El Comandante Franklin», uno de los principales líderes Contra se negó a firmar el acurdo de Toncontín y otros comandantes suspendieron sus labores de desmovilización y desarme. El Secretario General de Naciones Unidas Javier Pérez de Cuellar se vió obligado a enviar una carta al Presidente del Consejo de Seguridad el 19 de Abril de 1990 en donde señalaba los alcances de los acuerdos de Toncontín y sugería que para implementarlos adecuadamente, debían ampliarse los objetivos de ONUCA. El 20 de abril, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó la Resoluciòn 653/90 determinando nuevos objetivos para ONUCA: la observación del cese al fuego el retiro de las fuerzas Sandinista establecidas en territorio nicaraguense, y la separación de fuerzas en territorio nicaraguense.

El 4 de mayo de 1990 el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas aprobó la resolución 654/90 en donde nuevamente se extienden las operaciones de ONUCA hasta el mes de noviembre de 1990. Pero el 7 de mayo de ese mismo año, las negociaciones y la desmovilización voluntaria tuvieron un estancamiento. Este hecho estuvo acompañado por una temporada de fuertes lluvias que inmovilizaron al batallón de ONUCA. El 30 de mayo de 1990, la Presidente de Nicaragua, Violeta Chamorro y los lideres «Contras» firmaron «El Protocolo de Managua», reactivándose así el proceso de desmovilización. Hasta la fecha, solamente 900 «Contra» se habían desmovilizado. El 9 de junio se organizó una ceremonia de desmovilización que incluyó la entrega de armamento pesado y que tuvo lugar en el Almendro, Nicaragua. El 28 de junio, los rebeldes entregaron su principal cuartel y el Comandante Franklin aceptó el Plan de Paz, luego que se dio cuenta que la «asistencia extranjera» había sido reducida al mínimo. En este momento, habían 700 soldados venezolanos y 20 observadores militares venezolanos sirviendo en ONUCA, costando la operación «Home Run» nueve millones de dólares. El 5 de Julio de 1990, luego de estar tres meses en América Central el batallón venezolano retorno a su país y ONUCA dejó de ser una misión de presión para retornar a su objetivo original. Para ese mes habían sido desmovilizado veinte mil «Contras». (34).

3. Los Efectos no deseados de Exportar La Paz.

El Presidente Carlos A. Pérez regresó a Caracas luego de un viaje a Suiza, donde había participado en la célebre Conferencia Internacional sobre Economía Mundial en Davos el 3 de febrero de 1992, a las 10:00 p.m . Apróximadamente a las 4 de la mañana de ese mismo día 3 de febrero, dos batallones del Ejército venezolano, el Antonio Nicolás Briceño y el José Leonardo Chirinos, ambos con sede en la ciudad de Maracay comenzaron a levantarse en armas en contra del gobierno, una mayoría de los oficiales, sub-oficiales y tropa de esos batallones, los cuales habian estado participando en la misión de ONUCA tomaron la ciudad de Maracay a las cuatro de la tarde del dia 3. A las nueve de la noche, soldados de ambos batallones se dirigieron a Caracas en autobuses, liderizados por el Teniente Coronel Hugo Chávez Frías. Otras unidades del Ejército y de la Fuerza Aerea y en menor grado de la Armada y de la Guardia Nacional comenzaron a rebelarse en varias regiones de Venezuela a partir de la 5:00 p.m. Cuando el Presidente Pérez aterrizó en el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar (a 20 Km de Caracas) a la 10 de la noche) el 3 de febrero, El Ministro de la Defensa, Fernando Ochoa Antich, quién estaba esperándole le informó sobre los rumores de un alsamiento militar. A las 11 y 20 de la noche de 1992, los soldados del batallón José Leonardo Chirinos tomaron La Carlota, un Aereopuerto Civil-Militar en Caracas , el Museo de Historia Militar de la Planicie y los alrededores de la residencia presidencial la Casona. A la una de la madrugada del 4 de febrero de 1992, el Presidente Pérez, a quién los rebeldes no habían podido capturar, escapó milagrosamente y del Palacio de Miraflores sede de la Presidencia de Venezuela, se dirigió por un canal de T.V a la población siendo acompañado por el Ministro de la Defensa quien junto con otros oficiales del Estado Mayor Conjunto permanecieron leales. Al amanecer del 4 de febrero la revuelta había fracasado, sin embargo los insurrectos habían entrado en la historia, así como el Teniente Coronel Hugo Chavez Frías.

¿Hubo una relación entre la participación de un batallón venezolano en ONUCA y el papel que jugaron soldados y oficiales que habían estado en Honduras y Nicaragua en el intento de golpe de Estado de febrero de 1992?. Esta pregunta tiene al menos tres tipos de explicaciones: 1) Los cambios en los objetivos de ONUCA realizados en marzo y abril de 1990, los cuáles convirtieron a la Misión, de observadora a garantizante de la paz y a implementar medidas coercitivas para lograr la paz, más, los problemas que oficiales, suboficiales y soldados venezolanos encontraron en América Central llevó a que estos tuvieran grandes dudas sobre la eficacia de la política exterior de Venezuela en América Central y a la eficacia del gobierno de Carlos A. Pérez en particular. 2) El papel que el batallón venezolano tuvo en la misión de ONUCA y que en parte apoyó el intento de golpe militar de febrero de 1992 se explica por el deterioro de las relaciones entre varios oficiales de la Fuerzas Armadas de Venezuela y el Presidente Pérez. Se daba una gran diferencia de opinión entre la Elite política y la Elite militar en relacion a la política exterior de Venezuela. 3) El papel que Venezuela jugó en ONUCA y en otras misiones militares de Naciones Unidas no está relacionado con el intento de Golpe de febrero de 1992. El hecho que algunos miembros de los Batallones José Leonardo Chirinos y Antonio Nicolas Briceño estuvieran comprometidos en la intentona fue simplemente una coincidencia.

3.1. Primera Explicación.

Argumentos a favor: La decisión del Presidente Pérez de ofrecer un batallón venezolano para que formara parte de ONUCA en marzo de 1990, fue una decisión de último minuto. La llegada del batallón venezolano a Honduras se dio en condiciones muy precarias. Por otra parte, hubo muy poca actividad durante los primeros meses de la campaña en junio de 1990, ONUCA al presionar a los «Contras» para que se rindieran y desmovilizaran llevó a que por primera vez elementos de la Fuerzas Armadas de Venezuela intervinieran en un conflicto doméstico de otro país. En este sentido, algunos oficiales suboficiales y soldados venezolanos pensaron que la operación no estaba resultando y que podía dañar su carrera. Argumentos en Contra: La misión venezolana que participó en ONUCA se realizó en el año de 1990, dos años antes del intento de golpe militar de febrero de 1992. Dada la movilización y rotación del personal en las Fuerzas Armadas Venezolanas es muy dificíl saber quién verdaderamente participó en el intento de golpe de Estado de Venezuela y que hubiera formado parte del batallón de ONUCA. Es más, el Teniente Coronel Hugo Chávez Frías, el líder de la revuelta de febrero de 1992 y Comandante del Batallón Chirinos obtuvo ese mando en junio de 1991, luego de aprobar el Curso de Estado Mayor para promoverse a Teniente Coronel en 1991. Dadas estas contradicciones, la idea que hay una relación entre ONUCA y el intento de Golpe de Estado de Venezuela es bastante débil.

3.2 Segunda Explicación.

Argumentos a Favor: atribuírle el origen de la crisis militar producto del intento de Golpe del 4 de febrero, a los problemas que el batallón venezolano experimentó en ONUCA significaría ignorar importantes elementos como: 1) El rol activo y variado que Venezuela jugó en el proceso de paz centroamericano, en forma bilateral de 1973 a 1983, en forma multilateral 1983 a 1989, y como país mediador, de 1989 a 1992. 2) La posibilidad de un resultado negativo en el proceso de negociación entre Venezuela y Colombia sobre la delimitación de áreas marinas y submarinas. 3) El papel directo del Presidente Pérez como «Broker» entre los gobiernos centroamericanos que tenían en su seno un proceso insurreccional contribuyó también a la deslegitimación del Sistema Político Venezolano.

Carlos A. Pérez había sido presidente en el período 1974-1979. En ese momento, Venezuela tenía un gran prestigio internacional. Pérez llegó a ser uno de los màs importantes líderes democráticos en el Hemisferio durante los años dorados del Sistema Polìtico Venezolano. Sin embargo, a mediados de la década de los ochenta analistas nacionales y extranjeros advirtieron que el Sistema Polìtico Venezolano experimentaba signos de decadencia. Pero no fue sino durante la segunda presidencia de Pérez que el país decayó en todos los aspectos.

La caída de los precios petroleros, el «Viernes Negro» de febrero de 1983, fecha en la cual el gobierno del presidente Luis Herrera Campíns devaluó el Bolívar de 4.30 a 7.50, al mismo tiempo que se aumentaban los compromisos internacionales, llevó a que durante la presidencia de Jaime Lusinchi declinara el activismo de Venezuela. La reelección de Carlos Andres Pérez como presidente en diciembre de 1988 significó el retorno del activismo. El comienzo del Gobierno de Pérez se inició con una «Fiesta Democrática» conocida como la «Coronación». A penas unos días después de essa inauguración, se vió con horror como el 27 y 28 de febrero de 1989, el venezolano reaccionó negativamente ante este Presidente que comenzaba el ejercicio del poder, oponiéndose también a la política económica del gobierno ( 36 ).

La perdida de fe en el «Gran Viraje» ( nombre que recibió la política económica del gobierno) no afectó a la polìtica exterior durante los primeros años del segundo gobierno de Carlos A. Pérez. Casi como si nada hubiera ocurrido en el frente doméstico, hubo una reactivación del papel internacional de Venezuela. El país participó en la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), el Movimiento de los Países no Alineados, el Grupo de Río y el Grupo de los Quince. Por otra parte, Venezuela contribuyó a la creación del Grupo de los Tres y diseñó una nueva política hacia Colombia conocida como la «Globalización».

Sin embargo desafortunadamente para Venezuela el Mundo había cambiado. Las causas tercermundistas ya no eran tan importantes, la cooperación internacional estaba reducida a acuerdos regionales o bilaterales y el pragmatismo estaba erosionando esa cooperación. De igual forma, el Presidente Pérez estaba tratando de obtener respaldo internacional para la política del «Gran Viraje» en medio de una crisis política interna. Pero, los esfuerzos no se vieron recompensados. Venezuela tuvo serias dificultades en obtener un tratamiento más favorable para la Deuda Externa y en atraer nuevas inversiones extranjeras. Los trágicos sucesos del 27 de febrero de 1989 y los intentos de golpes de Estado del 4 de febrero (y el 27 de noviembre de 1992) obligaron al Presidente Pérez a aceptar que en Venezuela la estabilidad política y social estaba fragmentada. Es bastante simbólico (Estuviera planeado o no) que el intento de golpe militar ocurrió el día que el Presidente Pérez llegaba de una conferencia internacional. La política exterior del país y la imagen de Venezuela presentaban un rasgo bastante confuso.

Entender que el Mundo había cambiado desde el Muro de Berlín y que Venezuela había perdido su fama no fue suficiente. También es necesario destacar el activismo extremo que había llevado al país a imvolucrarse en costosos compromisos en circunstancias difíciles: América Central, el apoyo al entonces Presidente Jean Bertrand Arístide en Haiti y la conducta del embajador de Venezuela en Naciones Unidas, comprometiendo a Venezuela en problemas internacionales lejanos a nuestro entorno, contribuyó a que parte importante de la población venezolana, de la opinión pública y de las Fuerzas Armadas argumentaran que era necesario reducir la política de presencia activa de Venezuela. Argumentos en Contra: la sobre-extensión de la política exterior de Venezuela comenzó en verdad en 1970. Aunque los prospectos por una negociación con Colombia para delimitar áreas marinas y submarinas ya habían sido criticados, no había habido intentos de golpe militar. Por otra parte, se había tomado parte en otras misiones de Naciones Unidas y se siguió haciendo después de 1990.

3.3 Tercera Explicación.

Argumentos a favor. Los jefes de la intentona militar del 4 de febrero de 1992 conformaban un grupo que dentro de la Institución había sido muy critico del Sistema Político Venezolano y de sus líderes. Desde la década de los ochenta y en relación con la política exterior, mucho antes de la misión de ONUCA, este grupo de oficiales había sido crítico de la supuesta debilidad de Venezuela frente a Colombia, del acercamiento del gobierno Pérez a Guyana, y de la intervenciòn civil y militar en América Central. Como consecuencia de lo anterior, la presencia del batallón venezolano en ONUCA y el rol activo de oficiales, suboficiales y soldados de este batallón en el intento de golpe del 4 de febreo de 1992, no es más que una pura coincidencia. Argumentos en Contra: Aunque es verdad que el Teniente Coronel Hugo Chávez Frías no fue un miembro de la misiòn de ONUCA, muchos de los oficiales, suboficiales y soldados que fueron enviados a América Central estuvieron relacionados con el intento de golpe.

4. Conclusiones.

El batallón élite de paracaidistas venezolanos regresó al país en julio de 1990. Para esa fecha Venezuela tenía 11 oficiales formando parte de ONUCA como observadores y 23 observadores en ONUSAL, aunque el intento de golpe de Estado redujo los compromisos de Venezuela en las misiones de la Paz de Naciones Unidas : ONUCA, ONUSAL, ONICOM y MINURSO.

¿Qué conclusiones pueden alcanzarse?: En este estudio se aspira a entender mejor el papel de Venezuela en el proceso de paz centroamericano, un papel que comenzó en la década de los setenta y que continuó después a pesar de las variaciones entre los diferentes gobiernos venezolanos (Caldera, Pérez I, Herrera, Lusinchi, Pérez II). La tradición de apoyar el proceso democrático en el Hemisferio Occidental, fundamentalmente en América Central y el Caribe es la consecuencia de un complejo mundo de relaciones entre las élites políticas-partidistas y sus asociados socialdemocrátas y democrátas-cristianos centroamericanos. Es más, el deseo de prevenir una guerra regional, una intervención extra-continental, una invasión norteamericana o una confrontación entre los dos super-poderes motivó el apoyo de Venezuela al proceso centroamericano.

Sin embargo, los cambios mundiales llevaron a una transformación de la política exterior venezolana. Durante la primera etapa (1959-1985), la lucha contra el comunismo y la influencia de Cuba se constituyeron en importantes instrumentos de la democracia venezolana. Con la desaparición de la Guerra Fría, América Central comenzó a perder significación extratégica. Apróximadamente en 1986 estos cambios permitieron la posibilidad de una negociación y el logro de la paz en América Central. Dentro de este marco, Venezuela comenzó a tener un papel más orientado hacia lo multilateral como se ve en su participación en el Grupo Contadora ( 1983 – 1987).

Con la reelección de Carlos A. Pérez, el país comenzó a participar más en el proceso regional. El Presidente Pérez se promovió como mediador entre las partes comprometidas con el proceso de paz, su gobierno tomó parte oficialmente y a veces informalmente en varias iniciativas polìticas. Muchas de ellas tomaron la forma de la diplomacia personal dándose así divergencias burocráticas entre el Ministerio de la Secretaría de la Presidencia, el Ministerio de Relaciones Exteriores, el Ministerio de la Defensa, y el Congreso de la República ( 38 ).

Estas iniciativas, junto con el acercamiento a Colombia, la reactivación de la negociaciones con Guyana en relación al reclamo venezolano del Territorio Esequibo y una política activa caribeña produjeron una política exterior hiperactiva que no tuvo el apoyo de la mayoría de la población.

Es precisamente en este contexto que uno debe colocar el papel de Venezuela dentro de las misiones de Naciones Unidas en América Central. La iniciativa venezolana de enviar oficiales, suboficiales y un batallón de paracaidistas tiene sus origenes en el hiperactivismo del gobierno Pérez y en la dinámica de Naciones Unidas.

¿Por qué el desarrollo de una misión militar internacional de Venezuela no significó una ganancia para la política exterior de Venezuela, tal como pasó con respecto al caso argentino?. En contraste con el caso argentino, el Presidente Pérez no consultó a los militares y a otros sectores de la vida nacional. El Presidente Pérez no contempló el envío de los oficiales y las tropas dentro de un marco estratégico que permitiera ver que Venezuela tuviera iniciativas nuevas de carácter internacional. Cuando Pérez decidió apoyar a la misión de ONUCA nunca se imaginó que en poco tiempo esta misión pasaría de tener una actividad de buenos oficios, a una misión de observación, y a una misión militar de conservación de la paz con elementos coercitivos.

No es fácil relacionar la participación de Venezuela en ONUCA y en ONUSAL con el intento de golpe militar de febrero de 1992. Ninguna

de las tres explicaciones analizadas en este artículo dan una respuesta satisfactoria. Sin embargo, la segunda de ellas permite sostener un argumento estable: el rol que Venezuela jugó en América Central y la política de exportación de la paz probablemente contribuyó al recalentamiento de la política exterior. Como consecuencia de esto se desarrolló un creciente malestar entre diversos grupos en el país, entre ellos los los militares.

5. Notas.

1. Adams Roberts and B.Kinsbury, United Nations. Divided World. The U.N`s Roles in International Relations ( Oxford : Clarendon Press, 1993).
2. Elsa Cardozo de Da Silva, «Militares y Política: propuesta para el estudio del caso venezolano en: Civiles y Militares, Fuerzas Armadas y Transición Democrática. De: Carlos J. Moneta (Caracas: Editorial Nueva Sociedad, 1990).
3. Alberto Müller Rojas, «Los problemas de seguridad en la región Caribe. Perspectiva venezolana». En; Andrés Serbin, La Nueva Agenda de Seguridad en el Caribe. (Caracas: INVESP, 1993) , 45 – 51.
4.  Carlos A. Romero, Las Relaciones entre Venezuela y la Unión Soviética: Diplomacia o Revolución ( Caracas: CDCH, Universidad Central de Venezuela, 1992).
5. Eloy Lanza., El Sub- imperialismo venezolano (Caracas, Fondo Editorial Carlos Aponte, 1980).
6. Carlos A. Romero, «Planos y etapas de la polìtica exterior de Venezuela» Revista de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas (Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas. Universidad Central de Venezuela) Vol.35 , n°74 ( 1990 ): 183 – 231.
 7.  Alberto Müller Rojas, «Los problemas de seguridad en la región del Caribe»….
8. Eloy Lanza, El Sub- imperialismo venezolano…..
9. Aníbal Romero, «La situación estratégica de Venezuela» Política Internacional ( Caracas ) , n°1 ( Mayo 1986): 6-14.
10. Ministerio de Relaciones Exteriores de Venezuela, Libro Amarillo, 1983, 1984, 1985, y 1986 ( Caracas) . Jack Child, The Central American Peace Process, 1983-1991: Sheating Swords Building Confidence (Boulder: Lynne Rienner Publishers, 1992) : Alberto Mûller Rojas, «Los problemas de seguridad en la región Caribe»…..
11. Jack Child, The Central American Peace Process, Capítulo 1.
12. Alberto Mûller Rojas «Los problemas de seguridad en la región del Caribe»….
13. Jack Child, The Central American Peace Process, parte 3 , 45 – 80.
14. Ibid, 48.
15. Como parte del proceso de paz. Alberto Mûller Rojas, «Los pro blemas de seguridad en la región Caribe»….
16. Al final Venezuela no participó en el TAG dada la objeción de Colombia. Ver: Ministerio de Relaciones Exteriores de Venezuela, Documento Clasificado ( 1988).
17. «Letter from the Secretary-General of the United Nations, Javier Pérez de Cuéllar to the Chairman of the Security Council» (August 28, 1989). United Nations, Resolutions and Decisions of the Security Council, 1990 (New York: United Nations, 1990), 20.
18. Brian D. Smith and Willian J . Durch, «UN-Observer Group in Central America,». En: The Evolution of U.S Peacekeeping Case Studies and Comparative Analysis, de Wiliam J. Durch ( London : Macmillan Press, 1993), 436 – 62; Sally Morthet, » U.N Peacekkeeping and Election- Monitoring»,en United Nations, Divided World. The UN`s Roles in International Relations, de Adam Roberts y Benedict Kingsbury ( Oxford: Clarendon Press, 1990), ibid, (second edition, 1993), 183 – 239; Alan James, Peacekeeping in International Politics ( London: Macmillan 1990); United Nations Security Council 1989 ( New York; United Nations, 1990), 21; «Letter from Javiér Pérez de Cuéllar to the Chairman of the United Nations». Resolutions and Decisions of the Security Conucil 1989 ( New York : United Nations , 1990 ), 20.
19. United Nations, Resolutions and Decisions of the Security Council 1989…21. Veáse también: Brian D. Smith y Willian J. Durch;, op. cit, 440; Paul F. Dread, International Peacekeeping, Baltimore, The Johns Hopkins University Press, 1993; United Nations, The Blue Helmets. A Review of United Nations Peace Keeping New York: United Nations, 1990, 396 – 99.
20. United Nations, Resolutions and Decisions of the Security Council 1989…
21, United Nations, Index to Proceedings of the Security Council. Forty-Four Year, 1989 (New York: United Nations, 1990, 48; United Nations, The Blue Helmets, chap. 18; «United Nations, Observer Group in Central America» 389 – 410.
21. United Nations, Resolutions and Decisions of the Security Council 1990. Security Council Official Records: Forty – Fifth Year ( New York : United Nations, 1991), 14 – 15 ( Resolutions 650/ 90 y 653 / 90).
22. United Nations, The Blue Helmets, 389.
23. Alan James , Peacekeeping in International Politics, 50, 149; Edgardo Paz Barnica, «Peacekeeping within the Inter American Sistem» en Peacekiping Appraisals and Proposal, de Henry Wiseman (London, Pergamon Press, 1985) , 237 – 55; United Nations, The Blue Helmets, 164- 165.
24. Edgardo Paz Barbica, «Peace Keeping within the Inter-American System » 249.
25. Virginia Page, » United Nations Transition Assistance Group» en The Evolution of U.N Peacekeeping, 353 – 75.
26. Willian J. Durch., «The Irak-Kuwait Observation Mission (UNIKOM)», en The Evolution of U.N. Peacekeeping, 258-71; Willian J. Durch » United Nations , Mission for Referendum in Western Sahara» en ibid, 406 – 34.
27 Alan James, Peacekeeping in International Politics, 66; United Nations, The Blue Helmets, 398; Jack Child The Central American Peace Process, 95; Brian D. Smith and Willian J.Durch, » U.N. Observer Group in Central America», 450 – 51.
28. United Nations, Resolutions And Decision of the Security Council 1990. …, 14.
29. United Nations, The Bleu Helmets, 360; Jack Child, The Central American Peace Process, 91. El Nacional ( Caracas: Marzo 23 , 1990 ) , D- 2.
30. Brian D. Smith and Willian J. Durch, «U.N. Observer Group in Central America, » 452 – 3; Alan James, Peacekeeping in International Politics, 66; United Nations, The Blue Helmets, 398; Agustìn Quesada Gómez, «Operaciones de mantenimiento de la Paz en las Naciones Unidas: ONUCA y Nicaragua», Estudios Internacionales, ( Madrid: 1993 ) :367-382.
31. Jack Child, Peacekeeping in Central America, 95; United Nations, The Bleu Helmets. 398.
32. Brian D. Smith y Willian J. Durch, «U.N-Observer Group in Central America», 453; Jack Child, The Central American Peace Process, 153; Latin American Worl Report., WR 90 – 13, 5 April 1990; Alan James, Peacekeeping International Politics, 66; United Nations, The Blue Helmets, 937.
33. Ibid.
34. Brian D. Smith y Willian J. Durch, » U.N.-Observer Group in Central America», 454; Jack Child, The Central American Peace Process, 106; Willian J. Durch, «Paying the Tab. Financial Crisis», en The Evolution of U .N Peacekepping, 40. United Nations, Resolutions and Decisions…1990 , 14.
35. Latin American World Report, WR 92- 96, 13 – Feb- 1992, 1; Latin American World Report, WR 92-07,20- Feb-1992, 4; Entrevista con el Diputado al Congreso Pastor Heydra, testigo de los acontecimientos desde que el Presidente llego a Maiquetìa el 3 de febrero de 1992, Caracas, junio 1992.
36. Fernando Spirito, «Un nuevo proyecto político para Venezuela» Politeia , 13 ( Caracas: Instituto de Estudios Polìticos, Universidad Central de Venezuela , 1989): 231 – 253; Luis Salamanca , «El 27 de febrero : La polìtica por otros medios» Politeia , 13 ( Caracas: Instituto de Estudios Polìticos, Universidad Central de Venezuela, 1989): 187 – 218.
37. Ministerio de la Defensa de Venezuela, «Relaciones de oficiales participando en ONUSAL» Caracas: Ministerio de la Defensa, 1992).
38. En varios ocasiones la diplomacia personal se convirtió en una democracia pararlela, formulada y guiada por el Presidente Pérez, Diego Arria, embajador venezolano en las Naciones Unidas y Beatrice Rangel, Viceministra y luego Ministra de la Secretaria de la Presidencia. La labor realizada por el embajador Arria, se desarrolló sobre todo cuando Venezuela fue miembro temporal del Consejo de Seguridad representando a América Latina (1992- 1993).

 

Universidad Central de Venezuela.
Caracas, Venezuela

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