A favor o en contra
Como pudimos constatar, durante 2019 las opiniones predominantes no se orientaron hacia soluciones a los actuales problemas del país, sino más bien se volvieron en contra de los que hoy, de alguna manera, intentan buscar una salida a la crisis que sufrimos.
Las preguntas que cabe hacer es ¿será posible encontrar soluciones si solo estamos en contra de algo o de alguien? ¿Qué podemos hacer para generar las condiciones que permitan que ocurran los cambios que el país requiere para solucionar la mayor parte de sus problemas?
Todos tenemos razones para estar molestos e insatisfechos. Basta ver la decadencia económica y social del país para alimentar sentimientos negativos sobre la manera como se ha mal manejado todo. Sin embargo, el cambio no va a producirse por lo que sintamos, sino por lo que hagamos de ahora en adelante, y eso implicará necesariamente evaluar lo que se ha hecho pero también lo que aún se puede hacer. Luce obvio que si no logramos sumar al mayor número posible de venezolanos a un plan de recuperación nacional, las probabilidades de que se logren cambios positivos seguirán postergándose en el tiempo.
La respuesta está en nosotros y en cuán dispuestos estamos a hacer todo lo necesario para que se den las condiciones que permitan y promuevan el cambio que tanto anhelamos.
Es el Estado el que tiene el deber de mejorar las condiciones de vida en la sociedad. El deber radica en no obstaculizar la libertad, y en la protección de la población que carece de recursos para defenderse y proteger a la familia. Es el aprendizaje que las escuelas deben proporcionar a los menores y hasta a lo adultos.
Todo esto es causa y efecto de los conflictos que conducen al delito y la impunidad. Los recursos económicos han estado dispuestos, pero fueron dilapidados para destinarlos al uso que la economía utilizó a capricho.
No es una queja popular sino indignación frente al vacío del poder político.
Los responsables son conocidos. El aparente paternalismo que pretende la dictadura no aliviará la pobreza, sobre todo la espiritual que es el fundamento de una vida social armoniosa.
Correcto Sr. Urdaneta; y aprender a que la honestidad empieza en cumplir la palabra que se compromete.
Pero cómo pedir honestidad a quienes viven alimentan el engaño para mantener las redes criminales del sistema que asalta la nación…