El Editorial

¿A quiénes pretenden engañar?

Hemos podido observar en los últimos días un peregrinar de Maduro y Jaua por el mundo en busca de un reconocimiento de la sociedad internacional a un gobierno sobre el que penden múltiples impugnaciones acerca de su ilegitimidad por un presunto fraude electoral cometido por el CNE.

Esas apresuradas giras son consecuencia de una extraordinaria labor realizada por miembros del parlamento venezolano, coordinada eficientemente por la diputada María Corina Machado, quien durante la campaña de Henrique Capriles fue la persona encargada de dirigir la parte internacional de la campaña electoral.

Ahora bien, ¿cómo pretende Maduro tapar los hechos y ganar una legitimidad de origen cuestionada y sin respuesta adecuada por los órganos del poder nacional que deberían hacerlo conforme a la ley y la realidad de lo ocurrido en las elecciones del 14 de abril?  En primer lugar, bajando la testuz ante el Imperio con el obsecuente y embelesado encuentro de Jaua con el Secretario de Estado norteamericano, John Kerry. Luego la apurada entrevista con el Papa Francisco como consecuencia de un encuentro  programado de los diputados opositores presididos por Zambrano con el Vaticano, y  el temor a que hubiese un encuentro previo de su Santidad con Henrique Capriles. El resto del viaje a Europa fue más de lo que ya nos tenía acostumbrado el régimen: firma de múltiples acuerdos comerciales y promesas de alianzas estratégicas. Los recibimientos en Francia e Italia fueron de mera cortesía diplomática y de ninguna manera significan un pronunciamiento sobre la legitimidad o no de las elecciones. Es curioso observar como tanto como tanto el Quirinale como en el Palacio de L’ Elysée brillaron por su ausencia los medios locales de comunicación social. Sólo en Portugal se tragaron el cuento chino de una inversión de 4000 millones de dólares en la nueva autopista a Maiquetía, cuando no han terminado ni la autopista a Oriente, ni  mejorado la autopista centro occidental, ni tampoco han concluido la red ferroviaria.

Por otro lado, buscan mejorar la imagen del comportamiento del PSUV en el parlamento, ya no le caen a golpes a los diputados de la oposición pero no les restituyen las presidencias de las comisiones que les son propias y si bien les otorgan el derecho de palabra que les corresponde, desechan cualquier iniciativa, por buena que sea, que provenga de la oposición y tampoco se disponen a designar a los miembros del CNE, Contralor General de la Republica y Magistrados del Tribunal Supremo de Justicia de conformidad con lo dispuesto en la Constitución, cosa que requiere necesariamente un diálogo con la oposición.

Como dice el dicho popular la mona aunque se vista de seda mona se queda, y a pesar de las palabras que se dicen en el exterior sobre la democracia perfecta que se vive en Venezuela, no pueden en realidad esconder el feo rostro del militarismo autoritario y de los rasgos fascistoides de un sistema político que perdió contacto con la realidad de su país.

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