A tiros en el imperio
Dos balaceras con 30 muertos, 46 heridos, y ninguna explicación racional, indican que algo no anda bien en Estados Unidos, la primera potencia militar y económica del mundo, la mayor democracia de la historia.
Es el país de las grandes oportunidades a la vez que de grandes resabios discriminatorios, de la más amplia apertura racial, política y religiosa, junto con el pulcro respeto al derecho de cada ciudadano de cualquier condición.
A diferencia de China, Rusia, Cuba y Venezuela, los locos y asesinos de Estados Unidos van a cumplir sentencias de cárcel, incluso de por vida, pero no serán sepultados allí. Su castigo es la pérdida de la libertad de acción, no la tortura ni el olvido judicial. Las cárceles venezolanas siempre han sido vergonzosas forjadoras de peores criminales, las de ahora son escondrijos de torturas y maltratos medievales y amparadoras de jefes criminales.
En Estados Unidos hay violencia social, en China, Rusia, Cuba y Venezuela hay violencia como política de estado. La violencia social se cambia progresivamente con sociología, psicología especializada, educación y mas control policial de acuerdo a las normas constitucionales. La violencia estatal no se cambia progresivamente porque es un atentado contra el espíritu mismo de las leyes y la constitución, es una traición a la democracia, al derecho de los seres humanos a la vida y la dignidad, con un problema muy propio: sojuzga pero no vence.