El Editorial

Barinas confirma la realidad del régimen

Esperamos que los que aún creían que el régimen iba a evolucionar, terminen de darse cuenta que su ADN es una mezcla extraña de estalinismo con fascismo y dictadura típica de las llamadas Banana Republic.

Ya escuchamos al del Mazo Dando ufanándose de que jamás entregarían la cuna del héroe. Vimos como el TSJ pasó por encima -y sin pudor- a un CNE que también aceptó sin chistar que fueran desconocidas sus atribuciones. Vimos a un Maduro iracundo tildando de espías a la misión de observadores de la UE.

¿Qué más necesitan que digan o hagan para estar convencidos que esta dictadura tropical no va a cambiar, que no respetará ningún acuerdo, que aquellos que hablan de mejorías no sólo están engañados sino, peor aún, pretenden engañarnos?

Barinas es la quintaesencia de lo que es esta incalificable y perversa usurpación del Estado.

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Un comentario

  1. El concepto de dictadura tiene una infinidad de matices y de zonas grises. Pero por los senderos de la historia han pasado unos nombres que han dejado una huella autoritaria indiscutible. Desde Julio César hasta llegar a nuestros días con Sadam Husein o Gadafi. Cada uno impuso su propio estilo y fue responsable de abusos y, en muchos casos, de atrocidades. ¿Tenían algo en común estos dictadores? ¿La mente de un gobernante autoritario funciona de manera diferente? ¿Qué ocurre en su cabeza?
    Los golpes de estado seguirán estando a la orden del día. Los derechos humanos y políticos básicos les serán negados. El pasado aún está con nosotros, y el problema de las dictaduras es profundo.
    En muchos países el pueblo ha vivido experiencias de décadas y hasta siglos de opresión, Con frecuencia se les ha inculcado insistentemente la sumisión incondicional a las figuras y gobernantes que detentan la autoridad.
    El gobierno venezolano heredó, desafortunadamente, un país plagado de injusticias. Los cuantiosos ingresos nacionales derivados de las exportaciones petroleras no fueron utilizados, por quienes habían ejercido el poder público en los últimos años, para desarrollar de manera integral el país; para modernizar el Estado; para corregir las seculares iniquidades y alcanzar una sociedad más inclusiva. Por el contrario, las desigualdades sociales, económicas y territoriales se profundizaron. La pobreza creció a niveles sin precedentes.
    Hoy podemos decir que el Estado no cuenta con el respaldo del pueblo. Siempre habrá una voz en la sociedad que sufre y padece de un dominio en crisis.

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