Controladores controlados
Todos los políticos y presidentes venezolanos han tenido, a lo largo de los últimos setenta años, complejo de controladores. En Venezuela la tradición de gobernar ha sido imponer reglas. Gobernar ha sido decirle a las personas cómo pensar, cómo actuar, cómo gastar, como comportarse.
El resultado ha sido un fracaso continuado.
Se ha controlado la economía y se ha obtenido una economía sin iniciativa, sin audacia, dependiente de quienes escriben las leyes y de quienes las aplican. Como ellos sean, honestos o deshonestos, inteligentes o estúpidos, modernos o anticuados, así han sido las etapas de la economía venezolana. Y el petróleo controlado por el Estado sólo ha sido una forma de control de todo lo demás.
Se ha controlado la educación y se ha obtenido una educación achantada, repetitiva, que se va desgastando por el uso y que ha producido doctores, profesores y políticos entre los pocos que por esfuerzo o por suerte no han tenido que quedarse en el camino. Pocos investigadores, en cambio, pocos científicos, pocos laboratorios.
Se ha controlado la vida de la gente y con la riqueza del petróleo se produjo, por un tiempo, una sociedad de bienestar limitado. Bienestar para la minoría, esperanza de bienestar para la mayoría. Sobre la esperanza de bienestar de las mayorías, los políticos de diversas orientaciones han prometido, una y otra vez, nuevos controles para que los pocos tengan menos y los muchos tengan más, sólo que como todo está controlado, todo sigue igual porque no se sale de control.
El gobierno actual lleva once años controlándolo todo, ampliando el control, ofreciendo maravillas porque controla. Tanto controla, que ha terminado por creer que controlando se avanza, y está trabado –y nos tiene trabados a todos- más pendiente de controlar que de avanzar.
El gobierno se ha encadenado a sí mismo.
