Crisis alimentaria mundial
Los precios de los alimentos han venido aumentando a partir de la pandemia y, cuando los efectos de esta parecían atenuarse, ocurrió la absurda y desastrosa invasión rusa a Ucrania.
Estos dos países han sido una fuente esencial de alimentos, particularmente trigo y otros cereales, para África y el Medio Oriente, y ahora con el bloqueo del Mar Negro por parte de Rusia se ha reducido exponencialmente la exportación de esos vitales productos y, al mismo tiempo, se ha registrado un considerable aumento en sus precios.
El propio Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterrez, ha advertido que estamos enfrentando hambre en una escala sin precedente.
El Banco Mundial estima que, por cada 1 por ciento de aumento en los precios de los alimentos, 10 millones de persones caen en una situación de extrema pobreza.
En una reciente reunión de los Ministros de Relaciones Exteriores del G7, pidieron a Rusia que permita pasar las exportaciones ucranianas de alimento, e incluso la ministra alemana afirmó que Rusia, deliberadamente, estaba generando la guerra del trigo, que amenazaría con desatar una crisis de hambre global.
¿Será que Putin lo sabe y quiere generar conflictos en los países menos desarrollados de África, Asia y el Medio Oriente? Ya vemos lo que está ocurriendo en Bangladesh y el cambio de gobierno en Pakistán. Es probable que surjan múltiples convulsiones sociales en el mundo y que, a instancias de lo que hizo la URSS, Putin crea erróneamente que él puede capitalizar esas revueltas que podrían incrementar el número de autocracias en el mundo.
Va a ser muy importante el actuar de las democracias frente a estas dramáticas circunstancias y que no sólo culpen a Rusia por la tragedia que ha causado, sino que procedan concertadamente para limitar el impacto negativo del alza o carencia de, entre otras cosas, trigo, en los países más pobres.
