El Editorial

Crisis moral en Venezuela

El país anda de mal en peor, no sólo es la crisis eléctrica la que nos amarga la existencia, el plan Patria Segura ha sido un fracaso total , la delincuencia no disminuye sino que además ahora  mata a policías y guardias nacionales. La crisis hospitalaria llega a niveles de los países  más atrasados del tercer mundo para no decir del cuarto. La inflación convierte a la gran mayoría de los venezolanos en más pobres, salvo a los enchufados que disponen de dólares en abundancia. Los bienes de consumo escasean en Venezuela y sólo para dar un ejemplo el café que tomamos ya no es nuestro sino proviene de Nicaragua y Brasil y no sabe igual porque es del tipo robusta en vez de arábica.

Es curioso comparar a nuestro país con otros del Alba, por ejemplo con Bolivia, en el que la inflación está bajo control, el crecimiento económico anda en los alrededores de 6 % y en  el que en cualquier cajero automático se puede retirar bien sean bolivianos o dólares.

O con Ecuador donde la moneda de curso oficial es el dólar y por lo tanto la inflación es la misma de los EEUU, o Nicaragua  que no sólo tiene un tratado de libre comercio con el imperio sino que además no tiene relaciones diplomáticas con China sino con Taiwán. Eso si, estos países reciben a manos abiertas la ayuda venezolana, y su economía está bien porque no aplican el delirio del socialismo del siglo XXI, ese invento irracional y disfuncional que se ha pretendido implantar aquí en nuestro país en los últimos 14 años.

Pero la crisis más grave de Venezuela es la ausencia de moral  que ha promovido una corrupción como la que nunca existió, al menos a ese nivel, en nuestro pasado. Hoy podemos decir que nuestra nación se ha convertido en una auténtica cleptocracia en la que el único valor que cuenta es cuantos dólares, yenes , rublos, euros se posee depositados en bancos o en  inversiones en el exterior.

Contemplar como jóvenes menores de 40 años son ya multimillonarios en dólares sólo por haber sabido ser intermediarios y corruptores de funcionarios públicos, da asco. No han creado riqueza para el país sino para ellos a costa de la nación y la invierten en lujosas viviendas en el imperio, en cotos de caza y en otros gastos suntuosos y estrafalarios.

Este no puede ser el futuro que deseamos para nuestros hijos y nietos. En Venezuela tenemos que  iniciar una cruzada para recuperar la moral y las luces que se han extinguido en este carnaval grotesco de la pseudo revolución bolivariana.

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