El Editorial

De la incertidumbre al miedo

La situación que estamos viviendo en la actualidad se parece mucho a la que describía el gran escritor francés Albert Camus en su novela La Peste. Al principio en Oran, con la aparición progresiva de mayores casos de la peste bubónica -algo que se creía estaba enterrado en las páginas de la historia- se creó una situación de expectativa que progresivamente se convirtió en incertidumbre y miedo.

En Venezuela estamos sufriendo una peste diferente, pero igual de destructiva. Después de 20 años de desgobierno revolucionario la muerte, el hambre, la desesperación, la desolación campean, y la gente tiene miedo -con razón- porque ve como desaparecen cada día las fuentes de empleo, como no alcanza para nada lo poco que se gana y el deseo de irse a destinos más seguros, se está convirtiendo en una odisea difícil de franquear.

Que estos hacedores de destrucción no estén dispuestos a abrir una salida pacífica y constitucional, que se burlen de las soluciones negociadas, que crean que atemorizan al mundo con sus armadas de pacotilla, es un signo preocupante de demencia.

¿Qué hacer ante estas circunstancias? ¿rendirse y esperar que la peste nos extermine? o reagruparnos y luchar juntos para enfrentar el mal, que es la única manera como en la novela de Camus se puede vencer la peste.

Aunque suene a eslogan manido, vale la pena repetir: un pueblo unido jamás podrá ser vencido. Es una verdad grande como un templo que no hacer nada no nos permitirá curar el miedo que nos consume.

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2 comentarios

  1. Era algo semejante a una situación de esclavitud. Los ciudadanos de Orán se aferraban a los recuerdos y estos mismos eran estériles, apegados a la nostalgia: “En tales momentos de soledad, nadie podía esperar la ayuda de su vecino; cada uno seguía solo con su preocupación. Si alguien por casualidad intentaba hacer confidencias o decir algo de sus sufrimientos (…), se daba cuenta de que él y su interlocutor hablaban cada uno de cosas distintas. (…) Había que renunciar.
    Así está Venezuela, como en la novela de Camus.
    Tal situación nos obliga a luchar sin pausa. Al final podremos reiniciar el trabajo de reconstruir el país.

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