¡ Dejen la alharaca!

No tiene sentido tanta alharaca por los cambios en la bandera con la inclusión de una nueva estrella, por demás históricamente reclamada por Guayana. Los Estados Unidos de América han modificado las estrellas de su bandera en ocasión de cada incorporación de un nuevo estado a la Unión. Lo del escudo, es harina de otro costal, es más un capricho, expresión típica del voluntarismo en el que transcurre la realidad política venezolana actual. Lo grave de este episodio, por demás folclórico, es el empleo del tiempo útil del Congreso, si es que se lo puede calificar así, que en vez de concentrarlo en buscar soluciones a los problemas más graves del país se dedica a debatir y colorear un «ukase» presidencial. Pero hay más, si de verdad vivimos, como se proclama, en una democracia participativa, ¿Por qué no se consultó al pueblo, mediante un referéndum, si deseaba o no cambiar los signos y símbolos de la nacionalidad?.

A pesar de que se quiera ocultar lo inocultable, es evidente que estos cambios acarrean y acarrearán costos importantes, sobre todo en un país como el nuestro en que todo papel importante debe tener sellos con los símbolos incluídos. Pareciera que lo que ocurre ahora es un intento de vivir en un eterno carnaval, en el que se puede decretar cambios formales, para disfrazar mejor la realidad.

Esperemos que la oposición no caiga en esta nueva trampa y embista el trapo rojo con alocada precipitación. No tiene sentido caer en discusiones bizantinas, el debate debe centrarse en lo que de verdad es relevante. Los problemas del país no se tapan con una o más comparsas, no pueden ni deben ser disimulados, hay que enfrentarlos, no con palabras, sino con propuestas viables para intentar solucionarlos. El reto está allí, esperemos que alguien sepa enfrentarlo.