Día de la Independencia

Hace 6 meses Vladimir Putin le regaló una guerra a sus primos ucranianos. Ya, tiempo atrás, como señal de su interés en Ucrania, había regalado una guerra previa a los ucranianos con el pretexto de que la gran península de Crimea era rusa y no ucraniana. En esa oportunidad con dos características que posiblemente distosionaron los análisis de Vladimir Putin; que para robarse Crimea los rusos enfrentaron a un ejército ucraniano desmoralizado por la corrupción, y que la corrupción la encabezaba un presidente fanático de los rusos y corrompido.

Los ucranianos perdieron Crimea y el Kremlin desvió lo acertado de pensar y con el pretexto de que la Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN, se acercaba insolente y amenazadoramente a las fronteras rusas pretendiendo incluso fagocitar a Ucrania, Vladimir Putin se equivocó e invadió. Porque la corrupción estaba siendo controlada, porque el ejército estaba mejor entrenado, porque el líder del país resultó ser un dirigente fuera de serie, porque Europa y Estados Unidos decidieron no permitir el abuso esta vez, Moscú cayó en un pantano del cual, seis meses después, no sabe cómo salir, y de cualquier manera que salga, saldrá manchada.

Un pantano con un cartel que dice que las comodidades se negocian, pero la libertad y la dignidad de los pueblos no.