El disenso como consigna
Una característica predominante del venezolano es preferir el disenso al consenso.
Eso lo constatamos en los orígenes mismo de Venezuela como nación independiente. Cuando el general Paez intentó fijar los límites de la nueva República, designó a dos ilustres venezolanos, Santos Michelena y Alejo Fortique, para que negociaran respectivamente con Colombia e Inglaterra, y ambos lograron excelentes resultados que incrementaban en centenares de miles de kilómetros nuestro territorio, pero esos favorables tratados fueron echados al traste por el disenso de los liberales.
Esa ha sido la constante en el curso de nuestra historia. Si un partido dice verde, el otro dice rojo, y eso se hace extensivo a la población en general, que reacciona emocionalmente a favor o en contra de cualquier iniciativa.
Hoy vemos que algo tan simple y sencillo, como unir en un propósito al más de un 80% de la población que quiere un cambio, luce como una tarea imposible porque siempre aparece el disenso para evitar el consenso.
Si no le damos un giro a esa tendencia nunca lograremos avanzar, porque si algo es hoy más que nunca esencial es lograr un consenso que nos permita reconstruir en paz a nuestro país.
