El Editorial

El Esequibo, mito y realidad

Nadie puede negar  los hechos históricos, pero es importante ubicarlos en el tiempo y cerciorarse de que en el curso de los años no hayan existido interpretaciones diferentes a lo que concierne, en particular, a los límites con otros países.

Los límites coloniales están establecidos, por lo general en el caso de lo que hoy es Venezuela, en Cédulas Reales que indicaban hasta dónde se extendía la potestad de la Corona Española. Pero luego, en la fase republicana, lo que cuenta son los decretos del Presidente de la República, o las instrucciones que el Ministro de Relaciones Exteriores da a sus negociadores.

En el caso del llamado territorio Esequibo hay dos actos importantes en los orígenes mismo de nuestra República que fijan, de manera precisa, los límites de Venezuela con la entonces colonia británica. El primero, un decreto firmado en 1815 por el Libertador, en el que se fija como punto inicial de los límites el fuerte Moruco, emplazamiento en la costa al oeste del rio Esequibo, y más tarde, en 1830, el canciller Santos Michelena le da instrucciones a Alejo Fortique para que negocie en Londres con Lord Aberdeen los límites y ratifica como punto inicial el mismo fuerte Moruco.

Estos hechos históricos, posteriores a los que pudieron ser los contenidos en las Cédulas Reales son los que prevalecen y, por lo tanto, desconocerlos retrotrayéndose en el tiempo a unos límites en el río Esequibo, no fortalece jurídicamente la posición venezolana en su reclamación.

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