El Editorial

El populismo en Latinoamérica

El populismo es una de las mayores amenazas a los pueblos latinoamericanos. No es más que el encumbramiento de los menos capaces que terminan por destruir todo lo que tocan.

Las doctrinas populistas eran algo diferente. Surgen en la segunda mitad del Siglo XIX  en Rusia y en los EEUU. En Rusia lo promueve un grupo de intelectuales provenientes de la aristocracia que intentaron crear, entre 1850 y 1900, un movimiento para incitar a los campesinos a rebelarse contra el sistema. El padre del populismo ruso fue Herzen, quien se oponía al desarrollo burgués de su patria, pero que se oponía también a la violencia. Otras figuras destacadas del populismo ruso fueron Chernishevski, Levroy, Bakunin y otros.
 
Simultáneamente surge en los EEUU un movimiento populista radical y clasista (agrario), antirracista  pero no socialista, que busca el apoyo de los productores agrícolas independientes. Actuó entre 1870 y 1910. Su brazo político fue el Partido del Pueblo. Proponía la nacionalización de los ferrocarriles y de la banca, así como la mayor emisión de papel moneda; sin embargo, el populismo norteamericano ya había colapsado a finales del Siglo XIX. Entre sus figuras destacan Jerry Simpsonh, Mary Lease y Tom Watso.

Al terminar la I Guerra Mundial surgen en Europa gigantescas masas depauperadas. En medio de aquel torbellino, cambia la naturaleza misma del populismo. Recurriendo a mensajes y discursos llenos de demagogia y palabrerías algunos líderes son capaces de tensar las fibras más íntimas y exacerbar los temores más recónditos de las masas pauperizadas estimulando odios de razas y clases. Imponen algunas de las ideologías más tenebrosas que ha conocido la humanidad: el fascismo de Mussolini  y el nazismo de Hitler.

Concluida la II Guerra Mundial el populismo aparece en Latinoamérica. Las masas populares son controladas por algunos líderes carismáticos y demagogos que las engañan y utilizan a sus fines políticos. Al llegar al poder impusieron formas autoritarias o dictatoriales de gobierno, con apoyo militar.

Algunos de los líderes populistas más destacados de Latinoamérica fueron Víctor Raúl Haya de la Torre, en Perú (1920-1960); Getulio Vargas en Brasil (1930-1954);  Juan Domingo Perón y su esposa Evita (1945-1955). Encabezaron gobiernos nacionalistas, antiimperialistas, autoritarios y corruptos, que manejaron a su antojo la justicia e irrespetaron la independencia de los Poderes Públicos.  El denominador común fue que dejaron pueblos empobrecidos.

El populismo renace en Latinoamérica con el aumento simultáneo de todas las materias primas que tiene lugar a partir del año 2000 con el llamado “súper ciclo de commodities”. El Foro de São Paulo en 1990, a cuya cabeza estuvo Fidel Castro, había trazado el camino. Líderes como Hugo Chávez, Lula Da Silva, Dilma, Evo Morales, Fernando y Cristina Kirshner, Rafael Correa, Fernando Lugo, Zelaya, Daniel Ortega, Nicolás Maduro y otros fueron sus exponentes. Fueron una suerte de mezcla perversa entre populismo, socialismo y corrupción.

Se trató de políticos capaces de manipular a la gente con discursos cargados de demagogia. Llegaron usualmente a los más incultos. Contando con ingresos extraordinarios producto del mencionado aumento de las materias primas, convencieron a las masas de que libraban una revolución que cambiaría sus destinos para siempre, cuando en realidad se trataba de un vil engaño pasajero.

En Venezuela hemos sido testigos de una de las versiones de populismo más corruptas e incompetentes que ha conocido la humanidad. Se ha producido una destrucción inmisericorde de la sociedad dejando al país y a su gente empobrecidos y sumidos en la peor hiperinflación del planeta, una escasez perniciosa, el aparato productivo devastado, la industria petrolera destrozada, más de 5,5 millones de venezolanos que han emigrado, la moneda destruida, la moral pública devastada y la democracia desmantelada.

El modelo ya se agotó. Sus protagonistas lo saben. Ahora pretenden evolucionar hacia una nueva etapa en la cual, al igual que ocurrió en Rusia al caer el comunismo, la nomenklatura del partido se transformó en una nueva oligarquía que se adueñó de las empresas del Estado transformándose en capitalistas de nuevo cuño.

José Toro Hardy, editor adjunto de Analítica

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