El Editorial

Emergencias rojas y emergencias apátridas

Mezquindad política, indolencia pura y dura o incapacidad manifiesta, resulta que ahora en tiempos revolucionarios hay emergencias apátridas y emergencias rojas rojitas. Parece mentira que en una situación tan crítica como la que están sufriendo miles de familias de venezolanos afectados por las torrenciales lluvias, que han perdido familiares, casas y bienes, el Gobierno Nacional haya tardado tres días en considerar la declaración de emergencia en Miranda, Vargas y Distrito Capital.

Es muy cierto que el estado Falcón, gobernado por una militante del PSUV, ha sido severamente afectado por los fenómenos naturales y que se requiere un esfuerzo mayor para socorrer a los damnificados y personas en situación de peligro. Ahí se han puesto todas las atenciones y recursos del Ejecutivo Nacional y hasta de la FANB.

Eso es tan cierto como que en el estado Miranda, gobernado por el opositor Henrique Capriles Radonski, la situación no ha sido menos crítica. Once fallecidos, poblaciones complemente anegadas, familias que lo han perdido todo, vías inservibles, estructuras colapsadas, problemas para hacer llegar la ayuda, clases suspendidas, pero no… para Miraflores no existía la necesidad de activar la emergencia.

Es en momentos como éste dónde se requiere verdaderamente el empuje y la dirección de un jefe de Estado que tome control  y gerencie con diligencia, oportunidad, criterio amplio y sentido común la emergencia. Como en la vaguada de 1999, el Presidente apenas hace una aparición fugaz y deja descansar la responsabilidad en su sargentería (Jaua, El Aissami y compañía).

Las tragedias, como la inseguridad que a diario enluta a hogares venezolanos, no tienen color político. Estas circunstancias tan apremiantes para muchos son las que obligan a poner por encima de cualquier diferencia política o ideológica la vida de las personas.

No fue sino por la fuerza de los hechos, cada vez mayores y cada vez peores, y un clima de opinión adverso que crece en la misma proporción que el caudal de los ríos y quebradas, que el vicepresidente Jaua anunció por el canal del Estado que se estaba sometiendo a la consideración del Presidente la solicitud de declaratoria de emergencia en estas entidades.

El momento reclama sindéresis, ecuanimidad y sobre todo, humanidad y solidaridad. No es hora de colores políticos sino de demostrar que el Estado ampara a todos los venezolanos y no solo a la parcialidad política que les simpatiza.

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