El Editorial

Entre el diletantismo y la arrogancia

En política hay dos actitudes que suelen ser nefastas para los que la practican, nos referimos al diletantismo y a la arrogancia. Ambas manifestaciones de conducta son expresiones de una falta de entendimiento sobre los mecanismos que hacen girar la rueda de la política y de las sociedades. La pregunta que uno se puede hacer es: ¿por qué personas, por demás sensatas, caen en esos errores? La respuesta no es fácil y tal vez se la pueda atribuir a las dificultades para percibir acertadamente una situación compleja, como la actual, y proponer vías concretas para recapturar una democracia verdadera, es decir, reacciones atribuibles a la impotencia. Aunque esta pudiese ser una explicación, no debería ser una justificación. Transformar las diferencias políticas que existen dentro del variado mundo de la oposición en una lucha de descalificaciones o epítetos, es una manifestación de diletantismo o arrogancia, justamente lo que no necesita actualmente el mundo opositor.

No queremos pronunciarnos sobre la conveniencia o mejor dicho la oportunidad de las primarias. En fin de cuentas las primarias no son un fin sino sólo un medio para alcanzar algo. Lo grave es confundir el medio con el fin. Hoy en día lo menos importante es seleccionar a un candidato presidencial para unas elecciones que están, en el mejor de los casos, en el reino de la incertidumbre. Lo relevante es cómo lograr construir un movimiento social de envergadura, con posibilidades de triunfo, para oponerse a un régimen político que no parece compartir los valores de la democracia. Hablar, como lo hacen algunos, de un triunfo fácil en diciembre, es o una falta de honestidad política o una expresión de ilusionismo. La pregunta que se debe hacer es ¿quién se atreverá a decir que sólo se logrará ese propósito en una larga lucha, que va mas allá del 3 de diciembre, y que requiere algo más que una competencia de protagonistas?

La unidad debe ser conceptual y entender que no hay posibilidad de triunfar si no se convence a los propios y a los extraños sobre las bondades de un cambio, en el que no se diga solamente lo que se va a hacer para lograrlo sino cómo y con quiénes.

Esperamos que los recientes incidentes ocurridos en el marco de la oposición sean sólo consecuencia de la efervescencia o de la inexperiencia y que, más pronto que tarde, bajará el nivel de la pasión y se elevará el de la racionalidad para poder evaluar correctamente la mejor manera de enfrentar a un régimen que se inclina peligrosamente hacia modalidades de gobierno que lucen mas que autoritarias, totalitarias.

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