Fin de régimen
En la historia universal se suele describir de manera lúcida e inteligible el fin de un determinado régimen; incluso se hacen elogios al florecimiento cultural que en muchos casos suele acompañar a la decadencia. Un ejemplo es lo mucho que se ha escrito sobre la desaparición del Imperio Austro-Húngaro después de la Primera Guerra Mundial.
En nuestro caso, en Venezuela, como lo estamos viviendo no podemos verlo de esa manera, allá los historiadores que buscarán una lógica a lo que a nosotros nos luce como un gigantesco despelote.
El régimen impuesto por Chávez se está desmoronando y eso no tiene cura; más corrupción, más ineptitud, más violencia, más mediocridad, es difícil visualizarlo en un futuro no muy lejano.
Lo único positivo que quedará como legado de ese aborto que resultó el socialismo del siglo XXI, será el deseo de la gran mayoría de los venezolanos de superar este pasado oprobioso e iniciar la construcción de un país en el que prevalezcan, como decía López Contreras, paz y cordura.
Capriles y la unidad democrática no tienen nostalgia del pasado pero si tienen esperanzas de un mejor futuro, en el que la sociedad venezolana recobre la sindéresis necesaria para estructurar un país en el que podamos al fin vivir en paz y con prosperidad para todos.
Educación, inclusión, justicia, honestidad y trabajo deberán ser el norte que guie al nuevo régimen que surja de las cenizas de este gran fracaso.